Cuando hoy día su errática andadura norteamericana ya poco margen a la sorpresa puede deparar al aficionado –aunque siga manteniendo un grupo de admiradores que encuentran cualidades a productos de la indigencia de STRASHIP TROPPERS (Las brigadas del espacio. 1997)-, bueno es recordar una de las realizaciones del holandés Paul Verhoeven que –pese a sus evidentes deficiencias-, sí que al menos demostraban unas inquietudes temáticas que paulatinamente han ido abandonando su finalmente poco estimulante obra.
Y quizá el paso del tiempo han hecho de FLESH & BLOOD (1985) –rodada en España y estrenada bajo el título LOS SEÑORES DEL ACERO- una especie de compendio de las virtudes que hasta entonces habían el cine de su realizador y los defectos que muy pronto se adueñarían de su obra posterior. En este caso nos adentramos en un periodo medieval en el que se cuenta el sometimiento que finalmente reciben los mercenarios de Arnolfini (Fernando Hilbeck). Estos han reconquistado una ciudad y solo reciben el desprecio de este –aunque anteriormente les había arengado con la promesa de una buena paga-. Entre estos mercenarios una serie de circunstancias –el encuentro con una vieja estatua de San Martín enterrada en unas ruinas-, el joven Martin (Rutger Hauer) se erige en su líder y logra que sus comandados puedan atacar las huestes de Arnolfini. Un ataque que logra secuestrar a la joven princesa Agnes (Jennifer Jason Leigh), que poco antes se ha prometido a Steven (Tom Burlinson) –hijo de Arnolfini-, con la ingestión por parte de los dos del fruto de la mandrágora que ha crecido bajo el cadáver de dos ahorcados. A partir de ahí Martin y sus mercenarios se atrincheran en un castillo, mientras que Steven intentará rescatarla aplicando la fuerza de la inteligencia –adopta extrañas ideas heredadas del ingenio de Leonardo Da Vinci-, aunque será capturado y humillado por el grupo del guerrero –es hecho preso aplicándole un collar de perro e incluso torturado-. Sin embargo la inteligencia del preso logrará aprovechar la introducción de fragmentos de un perro muerto infectado con peste, para que introduzca uno de ellos en el pozo del castillo y logre diezmar a los ocupantes. En medio de la influencia de ambos se encuentra la ambivalencia de Agnes, que ha dado muestras de sentirse deseada sexualmente con Martin y se convierte en su más cercana aliada aunque mismo tiempo ayuda a Steven mientras este se encuentra en su cautiverio. Una ambigüedad con la que concluirá la película cuando esta se reúne finalmente con su prometido, mientras al fondo contempla con indisimulada satisfacción que el líder de los mercenarios ha logrado sobrevivir al acoso de las huestes de Arnolfini.
Ciertamente FLESH & BLOOD resiste la intención de sentirnos cerca de una película de aventuras. Llena de las inquietudes temáticas que habían caracterizado anteriores títulos de su realizador, la película se define claramente por su atrevido uso del erotismo y la sexualidad y al mismo tiempo mantiene constante la presencia de una religiosidad caracterizada por su tono castrante –su influencia decide el devenir de buena parte de los personajes de la película- y deudor de las servidumbres del poder. Entre ambos ejes, la película oscila en la presentación de detalles con lenguaje fantastique, -las hipotéticas pruebas que marca la lúgubre imagen de San Martín que es utilizada como guía de las acciones de los escasamente cultivados gurreros- y destaca en el logro de un notable ritmo. Sin embargo, es evidente que aún existiendo un trabajo formal que se trasmite no es menos cierto que buena parte de sus ideas de puesta en escena ofrecen una extraña sensación de inacabado o poco logrado, a lo que hay que unir unas notables deficiencias de producción más propias de una de las coproducciones habituales dos décadas atrás en determinados cine europeos. En todo caso algo de spirit sobrevive en esta cinta, quizá mas caracterizada en sus limitaciones que posibles virtudes, pero que en su conjunto deja un cierto buen sabor de boca, posiblemente más apreciable por la evolución de las propuestas de este género han marcado en los últimos tiempos.
FA 4972
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