Diego Rafecas debutó en la dirección hace cuatro años con Un buda, una película que hacía demasiado explícitas sus ideas espirituales y existenciales. En los mejores momentos de Rodney, cuando prevalece el creador que apuesta por la narración visceral, por el recurso del montaje paralelo como forma de mostrar las contradicciones de los múltiples personajes de esta historia coral, Rafecas parece priorizar el cine por sobre el "mensaje", pero en los peores pasajes de su segundo largometraje termina cayendo otra vez en la tentación del discurso sentencioso, de la frase célebre, de la máxima con moraleja, de la bajada de línea que siempre suena demasiado pomposa y rimbombante. Así, estamos ante una recuperación parcial que deja el interrogante abierto respecto del rumbo que está tomando. Quienes han participado en su nuevo emprendimiento, Paco, cuyo estreno se anuncia en principio para agosto próximo, aseguran que se trata de su mejor trabajo y, entonces, es posible augurar que allí el cineasta le termine de ganar de forma definitiva al predicador.
El film -que tiene como epicentro el mítico bar de la calle Rodney, casi pegado al cementerio de la Chacarita y como elemento unificador el off de un niño de diez años- narra en un tono tragicómico (con más de trágico que de cómico) las miserias, frustraciones y desesperaciones de varios personajes al borde de un ataque de nervios (y de los otros). Sexo, drogas y rocanrol es la clásica trilogía por la que opta Rafecas, pero también hay aquí mucho de religión y espiritualidad, de conflictivas relaciones entre padres e hijos, de insalvables diferencias sociales y de violencia latente que termina explotando de la peor manera en una trama muy ambiciosa que alterna pasajes intensos con otros en los que se cae en el desborde (algo parecido ocurre con las actuaciones). Un caos conciente que muchas veces deriva, también, en cierto caos cinematográfico.
La solvencia técnica del conjunto, el sostén musical que incluye varios temas de Gabriel Carámbula y de Intoxicados, el desfile (no siempre del todo aprovechado) de conocidos intérpretes y los apuntados hallazgos del montaje y de algunos pasajes del film hacen de Rodney un film que supera el resultado de Un buda, pero que todavía deja dudas respecto del camino concreto que tomará Rafecas: el púlpito o el cine.
(Argentina/2009. Guión y dirección: Diego Rafecas. Con Valentina Bassi, Sebastián Cantoni, Sofía Gala Castiglione, Daniel Fanego, Tomás Fonzi, Ian Rafecas, Diego Rafecas, María Ucedo, Cristina Banegas y Willy Lemos. Fotografía: Matías Mesa. Música: Gabriel Carámbula, Peperina en llamas, Intoxicados y Marianela Pelzmajer. Edición: Leandro Mark. Dirección de arte: Dolores Quirós. Sonido: Jésica Suárez. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 98 minutos
La Zona 2917
El film -que tiene como epicentro el mítico bar de la calle Rodney, casi pegado al cementerio de la Chacarita y como elemento unificador el off de un niño de diez años- narra en un tono tragicómico (con más de trágico que de cómico) las miserias, frustraciones y desesperaciones de varios personajes al borde de un ataque de nervios (y de los otros). Sexo, drogas y rocanrol es la clásica trilogía por la que opta Rafecas, pero también hay aquí mucho de religión y espiritualidad, de conflictivas relaciones entre padres e hijos, de insalvables diferencias sociales y de violencia latente que termina explotando de la peor manera en una trama muy ambiciosa que alterna pasajes intensos con otros en los que se cae en el desborde (algo parecido ocurre con las actuaciones). Un caos conciente que muchas veces deriva, también, en cierto caos cinematográfico.
La solvencia técnica del conjunto, el sostén musical que incluye varios temas de Gabriel Carámbula y de Intoxicados, el desfile (no siempre del todo aprovechado) de conocidos intérpretes y los apuntados hallazgos del montaje y de algunos pasajes del film hacen de Rodney un film que supera el resultado de Un buda, pero que todavía deja dudas respecto del camino concreto que tomará Rafecas: el púlpito o el cine.
(Argentina/2009. Guión y dirección: Diego Rafecas. Con Valentina Bassi, Sebastián Cantoni, Sofía Gala Castiglione, Daniel Fanego, Tomás Fonzi, Ian Rafecas, Diego Rafecas, María Ucedo, Cristina Banegas y Willy Lemos. Fotografía: Matías Mesa. Música: Gabriel Carámbula, Peperina en llamas, Intoxicados y Marianela Pelzmajer. Edición: Leandro Mark. Dirección de arte: Dolores Quirós. Sonido: Jésica Suárez. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 98 minutos
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