La obra múltiple del director norteamericano Robert Altman alcanzó en Short cuts (1993) un clímax inmejorable. Short cuts, inspirada en el libro de cuentos del mismo nombre de Raymond Carver, es una de las películas que “inaugura” el relato polifónico (algunos lo llaman “coral”) en el cine contemporáneo. Una modalidad que ha sido explotada en los últimos años casi hasta la saciedad (ver nota al final)
Short cuts es también un ejemplo loable de “adaptación cinematográfica” de una obra literaria (o de “adopción”). Altman adopta libremente los cuentos de Carver, sin preocuparse por traicionar al escritor. Altman simplemente asume el minimalismo de Carver como quien ve un cuadro de Hopper, y proyecta a partir de los personajes y de los ambientes interiores, sus propias preocupaciones: la espera, la soledad, el aburrimiento, la indolencia, la indecisión existencial, etc. En Carver y Altman, la vida de cada personaje es sólo un conjunto, o mejor, un collage de fragmentos de otras vidas, a veces presentadas en formas de micro-epifanías. Si los lectores de Carver aprecian la indecisión de los personajes y los finales inciertos de muchos de sus cuentos, donde queda en el ambiente la pregunta: and so what? (en especial en el cuento, “Dile a las mujeres que nos vamos”), no es de extrañar que muchos de ellos encuentren en Short cuts de Altman una proyección novedosa e inesperada del estilo de Carver.
Fue Carver un escritor minimalista, fascinado por los “fait divers” (pequeños sucesos, a veces crónicas policiales) y por el azar. Siempre fue un maestro a la hora de construir atmósferas y diálogos. También tuvo una relación estrecha con el cine (llegó a escribir un guión sobre “Los demonios” de Dostoievski). En cierto sentido la mayoría de cuentos de Carver pueden ser llevados directamente a la pantalla (muchos están escritos casi con indicaciones literales: interior/exterior, etc.). Sin embargo, el gran aporte de Altman en Short cuts consiste en conservar la esencia de Carver (mantuvo además casi exactos los diálogos de los personajes) y proponer una estructura nueva para integrar nueve relatos y un poema que en principio no suceden, del todo, en forma simultánea. Altman recurre a una no tan sutil metáfora (un “espectro que recorre Los Ángeles”, un químico de fumigación que esparce la policía en helicópteros), para construir un clima común que comparten los personajes. Luego, el humor negro de Carver es exagerado por Altman en función de una paroxismo que divierte al espectador en cada secuencia (es una cinta de tres horas). La música es otro elemento novedoso de Altman, pues ésta le imprime a la película un ritmo altisonante que sirve como narrador en off. Para terminar, agreguemos que Altman explota al máximo (en su minimalismo) el sabor de la cotidianidad monótona e insoportable de un american way of life soporífero, made in Los Ángeles narrado por Carver. Carver-Altman nos llevan de paseo por los suburbios de una California cada vez más devaluada (Gobernada por Schwarzenegger, no hay que olvidarlo!) y más actual que nunca… and so what?
Short cuts es también un ejemplo loable de “adaptación cinematográfica” de una obra literaria (o de “adopción”). Altman adopta libremente los cuentos de Carver, sin preocuparse por traicionar al escritor. Altman simplemente asume el minimalismo de Carver como quien ve un cuadro de Hopper, y proyecta a partir de los personajes y de los ambientes interiores, sus propias preocupaciones: la espera, la soledad, el aburrimiento, la indolencia, la indecisión existencial, etc. En Carver y Altman, la vida de cada personaje es sólo un conjunto, o mejor, un collage de fragmentos de otras vidas, a veces presentadas en formas de micro-epifanías. Si los lectores de Carver aprecian la indecisión de los personajes y los finales inciertos de muchos de sus cuentos, donde queda en el ambiente la pregunta: and so what? (en especial en el cuento, “Dile a las mujeres que nos vamos”), no es de extrañar que muchos de ellos encuentren en Short cuts de Altman una proyección novedosa e inesperada del estilo de Carver.
Fue Carver un escritor minimalista, fascinado por los “fait divers” (pequeños sucesos, a veces crónicas policiales) y por el azar. Siempre fue un maestro a la hora de construir atmósferas y diálogos. También tuvo una relación estrecha con el cine (llegó a escribir un guión sobre “Los demonios” de Dostoievski). En cierto sentido la mayoría de cuentos de Carver pueden ser llevados directamente a la pantalla (muchos están escritos casi con indicaciones literales: interior/exterior, etc.). Sin embargo, el gran aporte de Altman en Short cuts consiste en conservar la esencia de Carver (mantuvo además casi exactos los diálogos de los personajes) y proponer una estructura nueva para integrar nueve relatos y un poema que en principio no suceden, del todo, en forma simultánea. Altman recurre a una no tan sutil metáfora (un “espectro que recorre Los Ángeles”, un químico de fumigación que esparce la policía en helicópteros), para construir un clima común que comparten los personajes. Luego, el humor negro de Carver es exagerado por Altman en función de una paroxismo que divierte al espectador en cada secuencia (es una cinta de tres horas). La música es otro elemento novedoso de Altman, pues ésta le imprime a la película un ritmo altisonante que sirve como narrador en off. Para terminar, agreguemos que Altman explota al máximo (en su minimalismo) el sabor de la cotidianidad monótona e insoportable de un american way of life soporífero, made in Los Ángeles narrado por Carver. Carver-Altman nos llevan de paseo por los suburbios de una California cada vez más devaluada (Gobernada por Schwarzenegger, no hay que olvidarlo!) y más actual que nunca… and so what?
FA 3527
No hay comentarios:
Publicar un comentario