sábado, 14 de agosto de 2010

Ordinaria locura (1981 – Marco Ferreri)

Esta película de 1981 filmada por Marco Ferreri es quizás la mejor adaptación de Charles Bukowski al cine. Un poco porque se nutre de los personajes y de las situaciones de los mejores textos de Bukowski – Erections, ejaculations and exhibitions y General Tales of Ordinary Mandes – para desarrollar un guión de cine con armonía y otro poco porque Ferreri consiguió al gran actor Italo-Norteamericano Ben Gazzara para el papel del escritor (que en esta película se llama Charles Serking).
La película comienza con una lectura ebria de Serking ante un auditorio ruidoso y semi vacío en una universidad. Serking lee y algunas personas aplauden, otras le muestran su indiferencia y él es a su vez indiferente. Regresa luego a la terminal de Greyhound en Los Angeles, con la voz en off relata por qué Los Angeles es su “clase de lugar” Las imágenes recorren esas calles periféricas que nunca salen en las películas.
En ese punto se largan una serie de desventuras, Serking descarta una y otra vez la posibilidad de progresar, entra y sale de los bares, persigue a una rubia un poco loca y desesperada, es acusado de violación y cae rendido ante la belleza y la personalidad de Cass, una puta fina interpretada por la bella Ornella Mutti.
Tales of ordinary madness no es una película fácil, apenas se deja ver con un ojo abierto y el otro cerrado, hay escenas poéticas, agradables, hay amor, está la belleza eterna de Ornella Mutti mirando el mar pero también está la crueldad de ese chico que le pega con un bate, las escenas de sexo con mujeres gordas, feas y arruinadas, la brutalidad doméstica, el sinsentido, los asilos y los hospitales y finalmente: la muerte, la muerte de Cass y del amor y de toda posibilidad de redención. Los gritos de Serking frente al cajón son desgarradores y cuando consigue calmarse le dice “Eras demasiado hermosa” Eso, demasiado hermosa para una ciudad como Los Angeles. Ya no quedan palabras, solo el vacío, Serking camina con el sol en la cara, otra mañana, borracho, perdiéndolo todo, salvo la certeza de que es un escritor y a la larga es lo único que queda y lo único que lo puede salvar.
La zona 3486

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