lunes, 1 de octubre de 2012

Shohei Imamura - Kuroi ame (1989)


La lluvia negra la constituyen las particulas radiactivas procedentes de la explosión de las bombas que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki. Basada en una famosa novela de Masuji Ibuse sobre la devastación causada por la bomba atómica, "Lluvia negra" relata las consecuencias de la explosión atómica en Hiroshima. La película se centra en la historia de una joven, Yasuko, que se vio sorprendida por esta lluvia radioactiva que cayó en los alrededores de la tristemente célebre ciudad. Las posibles consecuencias de su contacto con la radiación han dado lugar a un sinfín de habladurías entre los pretendientes de la joven: ¿estará enferma?, ¿podrá tener hijos? Su familia rememora aquellos días aciagos, tratando de conjurar el peligro que la acecha. (FILMAFFINITY)
1989: Festival de Cannes: Premio Técnico. Nominada a la Palma de Oro

Podríamos dedicar un buen párrafo a comentar la estupenda fotografía en blanco y negro, llena de matices y aciertos. Podríamos glosar la sobrecogedora recreación de una Hiroshima devastada, que es brillantemente mostrada por medio de dramas particulares e imágenes concretas (el "encuentro" entre hermanos, las ruinas, los calcinados cadáveres, los "muertos vivientes" que se arrastran por las calles...). Deberíamos admirar el sabio uso del tempo narrativo que demuestra el director, la habilidad con que intercala los flashbacks, y ese prodigio de prólogo, en el que la vida cotidiana se disloca para siempre. De todo ello podría escribirse mucho, al igual que del magnífico guión y las estupendas interpretaciones, pero todo es secundario ante la fuerza de lo narrado.

Imamura construye una película que navega entre los traumas y estigmas de la guerra y el bombardeo atómico, sirviéndose de personajes corrientes, hombres y mujeres cuyas vidas quedan alteradas para siempre. Al realizador le es innecesario recurrir a efectismos; la verdad, contada tal cual fue, resulta de por sí bastante terrible como para añadir más dramatismo del estrictamente preciso. Sobre los supervivientes, traumatizados por las escenas de muerte y desolación presenciadas, pesa además el estigma de una muerte anunciada, víctimas de la silenciosa pero implacable radiación. En efecto, la lluvia negra que cae sobre Yasuko constituye una mancha imborrable que la perseguirá siempre, pues es el símbolo de un futuro truncado, terrible verdad que se anuncia en el rechazo de sus posibles pretendientes, y sobre todo, en ese plano sobrecogedor en el que descubre que se le cae el cabello. Todos los personajes que componen el filme sobreviven acosados por similares angustias, sabiendo, tras cada funeral, que muy pronto pueden ser ellos los que mueran, y vivir con esa certeza constituye una tortura imposible de soportar. No sólo los cuerpos se resienten, sino también las mentes, incapaces de asimilar el horror vivido y el que queda por vivir, más aún cuando siguen sin poder explicarse el por qué de su sufrimiento, el por qué de la bomba; tan sólo les resta -a algunos- la esperanza de una milagrosa curación, o el amor que sienten por los que aún siguen vivos.


Película imprescindible por su ejemplar disección del dolor humano ante la sinrazón de la guerra y sus secuelas, resulta de visión obligada para cualquier persona. (Quatermain80, FilmAffinity)
FA 5096

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