Alain
Tanner - Jonás, que cumplirá los 25 años en el año 2000 (1976)
Esta
película nos muestra cómo a mediados de la década de los años setenta unos
cuatro hombres y cuatro mujeres están relacionados, de una manera o de otra,
con los sucesos de mayo del 68 y, a su modo, hacen una especie de guerra
intentando cambiar las cosas pero siendo conscientes de su anterior derrota.
Treintañeros, que han vivido los revolucionarios años sesenta, comparan con
éstos sus momentos presentes. Jonás, un niño de seis años, es el portador de
las esperanzas de todos ellos en un futuro mejor.
Jonás,
que cumplirá los 25 años en el año 2000 es una comedia de humor y de amor, de
ternura y crueldad… También es una comedia política, abierta a la esperanza.
Los ocho
personajes principales tendrán entre 50 y 60 años en el año 2000, año en el que
Jonás, que nace a lo largo de la película, tendrá 25 años…
Se les
llama “los pequeños profetas” porque sus profecías son pequeñas y porque no
son conscientes de ser profetas en el sentido tradicional del término: no
anuncian nunca sus profecías. Algunos de ellos ni siquiera son conscientes de
que exista alguna profecía que les concierna, simplemente la viven, en su
plano más cotidiano y simple, en un nivel existencial e individual.
Esto no
significa que les falte generosidad o que no sean capaces de asumir los riesgos
de las elecciones que hacen. No son ni militantes, ni hippies, ni partidarios
de la vida comunitaria, son más bien lo que se podría llamar gente común y
corriente. Por esto mismo son también un poco absurdos, como pueden serlo los
clowns, a lo que ellos responderían, y no les faltaría razón, que lo que es
absurdo es el mundo que les rodea.
Muchas
veces me parece que las películas utópicas son, aunque no se lo propongan, las
más esencialmente violentas en el mensaje y en los diálogos, no sólo en la
historia en sí misma, ni sólo porque se han atrevido a desafiar el sentido
común a toda costa, es algo más, un estilo… un modo de hacer las películas
para provocar una reacción, cualquier reacción en el espectador.
Jonás,
que cumplirá 25 años en el año 2000 es una película diferente, una película
utópica hasta el absurdo, pero, sin dudas, que no tiene nada de violento en la
utopía que propone.
Es una
película dulce y que, por esta razón, permanece en la boca como el sabor de un
alimento delicado que deja el deseo de gustarlo por una vez más.
Es
fácil, muy fácil y muy agradable permitir al sabor de esta película, al sabor
de la utopía y de la esperanza, de que te permanezca en el corazón, y es
también fácil compartir con lazos personajes el ideal en un mundo mejor.
Los
personajes son tan ingenuos, tan fáciles de herir abiertos y indefensos, que es
imposible no adorarlos, no sostenerlos cómo se serían de niños heridos, y consolarlos,
contándoles un cuento en el que todos sus sueños se realizaran.
La película
no tiene una historia, real es sólo el cuento de un grupo de personas que ha
echado el “mayo 68″ y tratan de conjugar la utopía con la realidad de la vida
diaria.
Viven
“con la cabeza en la utopía y los pies en la realidad”… y esperan, simplemente,
que el futuro de Jonás será mejor, que Jonás conocerá un mundo diferente, lo
que ellos sueñan, y que tratan de mantener vivo.
De esta
manera todos sus gestos asumen un significado que es algo particular sólo para
ellos: por ejemplo está el cajero que paga personalmente para la cliente pobre
y agradable; el maestro que explica la historia con la ayuda de una salchicha;
y Mathieus y Mathilde, que han decidido tener un hijo en la esperanza de esta
nueva sociedad que sueñan.
Mathieus,
Mathilde y los otros son conscientes de ser y de vivir fuera de la realidad, no
hacen una bandera de ese modo de vivir, ni buscan prosélitos: simplemente
continúan, calladamente, silenciosamente y testarudamente la batalla para sus
sueños, día tras día.
Personajes
cuyos nombres comenzaban todos por “M” en medio de una época post-Mayo del 68
que llevó a muchos de quienes participaron en aquella histórica revuelta a
flaquear en su convicción por la realidad de lo conseguido. ¿Cómo será la vida
25 años después? Jonás lo verá.
Una película
para soñadores…
La
claqueta
Alain
Tanner es un director de cine suizo cuya obra se mueve en las primeras décadas
de la posguerra, con una influencia evidente de los directores de la Nouvelle Vague con
quienes trabajó durante su estancia en Francia, y por ende un reflejo de los
cambios ideológicos que marcaron a la
Europa de la segunda mitad del siglo XX.
A pesar
de haber radicado en ocidente, su postura claramente de izquierda, comunista si
se precisa, es un eje básico en Jonás que tendrá 25 años en el año 2000, una
pequeña película sobre un grupo de hombres y mujeres “rebeldes”, idealistas,
que durante la trama se conocen, se vuelven amigos, casan, y adaptan a una vida
adulta.
Jonas,
el hijo de uno de los matrimonios, nace en 1975, al tiempo que se estrena la
película, y representa todas las esperanzas y cambios que en potencia aún
podrían suceder en Europa después de la resaca de Mayo del 68 y el
estancamiento de los principios capitalistas.
Hoy en
día, Jonás ya tendría treinta y siete años, y si ahora la película parece
ser suave y llevadera, quizás hace tres décadas y media escondía fuertes
opiniones políticas y subversivas.
Tenemos
a un grupo de gente en Suiza, unidos ellos por la desesperación que trajo la
crisis petrolera del 1968, año de tanta esperanza y tanta desesperación. Todos
ellos quieren arreglar los problemas sociales que los rodean, cada uno de
manera distinta. Desde ser renuente a usar químicos en la granja hasta aceptar
trabajar removiendo estiércol, o abriendo una escuela en oposición al
sistema educativo tradicional. Cada personaje representa un punto de vista
frente a un mundo cambiante , una postura tanto más radical o conservadora con
respecto a un conjunto de valores en transición, que nos llevan a la incógnita
de cuál será el mundo que le tocará al pequeño Jonás.
De una
manera inocente, casi ingenua, se presentan las esperanzas de ese mundo a la
deriva, manteniéndose a flote en una revolución casi conmovedora contra un
capitalismo de facto que poco a poco acaba con las libertades de todos. Quizás
la única debilidad del filme, hoy, 37 años después, es su base primordial de
diálogos que le dan un ritmo un tanto lento, y el cambio generacional evidente,
que no sólo puede, nostálgicamente, demostrar que esos ideales y sueños nunca
se cumplieron, sino que ahora la mera mención de ellos parece ser anticuada,
anticlimática, y digna de la indiferencia del público.
En
retrospectiva, Tanner nos ofrece, a diez años después de los veinticinco que su
porvenir tenía como límite, un momento de reflexión con respecto a lo que
éramos, lo que somos y lo que esperábamos ser, y de esa manera, quizás con sus
esperanzas ingenuas y sus condenados inocentes, nos proponga una oportunidad para
replantearnos el mundo que queremos que nuestros Jonases personales, nuestros
hijos, que heredarán cada ápice del mundo que ahora mismo moldeemos, tengan
dentro de veinticinco años.
14:23
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