M. es un hombre común a quien
vemos en su vida cotidiana y deambulando por la ciudad. Pero es también “un
cura reaccionario, sobreviviente de la vieja derecha”, alguien “rechazado por
todos”. Podemos verlo no como individuo ni como psicólogo, sino como “un caso
que ilumina contextos”, según palabras del propio director Cozarinsky. Si bien
comparte un espíritu de época con otros films del llamado underground argentino
de fines de los ‘60 y comienzos de los ‘70, y que abrieron trayectorias como
las de Fischerman, Bejo, Ludueña y Filippelli, aquí se despliega ya una figura
que ha fascinado y marcado el cine posterior de Cozarinsky: la del personaje en
convivencia incómoda con su época. La combinación de una trama ficcional más
dispersiva que errática se homologa con materiales y discursos también
heterogéneos. Una película a la que el tiempo le otorgó una visibilidad y una
influencia impensadas. (extraído de BAFICI) (FILMAFFINITY)
FA 8267
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