Carl Th. Dreyer: My Metier
Documental de Torben Skjødt Jensen que recoge
una colección de memorias y reflexiones sobre la vida y la obra de uno de los
grandes maestros de la historia del cine, el director danés Carl Theodor
Dreyer. Un análisis visual, rico y exhaustivo de un artista poco comprendido en
su tiempo. A través de entrevistas, testimonios escritos e imágenes de archivo
inéditas, el retrato de Dreyer surge como el de un perfeccionista comprometido
con su arte (en una ocasión suspendió un rodaje porque las nubes se estaban
desplazando en la dirección equivocada), un hombre austero apasionado por su
trabajo y poseedor de un gran sentido del humor. Su excepcional legado
cinematográfico ha pasado con honores a la historia del cine. (FILMAFFINITY)
Documental interesante porque, aunque ortodoxo
y no muy incisivo, traza una visión global de la vida y obra de uno de los
gigantes cinematográficos.
El plan es rigurosamente cronológico. Tras un apunte inicial sobre circunstancias familiares, las películas son repasadas por orden de filmación. Se intercalan entrevistas con actores y actrices asiduos, bastante centradas en lo anecdótico. Les sorprende que un tipo tan humilde crease tan magno arte. A veces, dicen, tenías sensación de estar ayudando a un desamparado.
Dreyer vivió volcado en la meticulosa elaboración de su obra, alguno de cuyos títulos (“La pasión de Juana de Arco”, “Dies Irae” y “Ordet”) figuran en las antologías de todos los tiempos, pero a causa del desencuentro con la taquilla no siempre pudo ganarse el pan con el cine. Entre rodajes volvió más de una vez al periodismo, la crónica judicial. También fue durante una época director del cine Dagman, en Copenhague. Y realizó cortos por encargo para campañas gubernamentales.
Antes había sido contable en una sólida empresa donde tenía el camino trazado. Un día le llenó de horror ver la vida reducida a números y lo dejó para trabajar en la prensa, y también en unos estudios de cine donde hizo de todo (intertítulos, guiones, correcciones), aprendiendo en la práctica los entresijos de la realización.
Al pasar tanto tiempo entre una película y la siguiente (rodó en cinco países, siempre en busca de financiación), podía preparar guiones muy minuciosos. Creaba archivos de fotos y dibujos, para documentar cada detalle. “Como esto”, decía al equipo. Sin embargo, al llegar la hora del rodaje, si en función de circunstancias podía improvisar, lo hacía. Si no estaba ‘en forma’, entonces recurría al guión ultradetallado, la posición y movimientos de cada cámara apuntados. Sus célebres encuadres y composiciones…
Si bien quería ser conquistador de cimas, Dreyer no pretendía vanguardismo. Trataba temas universales y buscaba dirigirse a todo el mundo, a poco que tuviera la mente medianamente abierta. (Archilupo, FilmAffinity)
El plan es rigurosamente cronológico. Tras un apunte inicial sobre circunstancias familiares, las películas son repasadas por orden de filmación. Se intercalan entrevistas con actores y actrices asiduos, bastante centradas en lo anecdótico. Les sorprende que un tipo tan humilde crease tan magno arte. A veces, dicen, tenías sensación de estar ayudando a un desamparado.
Dreyer vivió volcado en la meticulosa elaboración de su obra, alguno de cuyos títulos (“La pasión de Juana de Arco”, “Dies Irae” y “Ordet”) figuran en las antologías de todos los tiempos, pero a causa del desencuentro con la taquilla no siempre pudo ganarse el pan con el cine. Entre rodajes volvió más de una vez al periodismo, la crónica judicial. También fue durante una época director del cine Dagman, en Copenhague. Y realizó cortos por encargo para campañas gubernamentales.
Antes había sido contable en una sólida empresa donde tenía el camino trazado. Un día le llenó de horror ver la vida reducida a números y lo dejó para trabajar en la prensa, y también en unos estudios de cine donde hizo de todo (intertítulos, guiones, correcciones), aprendiendo en la práctica los entresijos de la realización.
Al pasar tanto tiempo entre una película y la siguiente (rodó en cinco países, siempre en busca de financiación), podía preparar guiones muy minuciosos. Creaba archivos de fotos y dibujos, para documentar cada detalle. “Como esto”, decía al equipo. Sin embargo, al llegar la hora del rodaje, si en función de circunstancias podía improvisar, lo hacía. Si no estaba ‘en forma’, entonces recurría al guión ultradetallado, la posición y movimientos de cada cámara apuntados. Sus célebres encuadres y composiciones…
Si bien quería ser conquistador de cimas, Dreyer no pretendía vanguardismo. Trataba temas universales y buscaba dirigirse a todo el mundo, a poco que tuviera la mente medianamente abierta. (Archilupo, FilmAffinity)
fa 6113
No hay comentarios:
Publicar un comentario