En mi piel
Esther, una mujer treintañera, comienza a obsesionarse
progresivamente con su cuerpo tras sufrir un accidente que la desfigura.
(FILMAFFINITY)
"Dans ma peau" llega a parecer, durante su corto
recorrido para lo densa y compleja que podía haber sido esta propuesta, un
anexo inferior (a nivel argumental) y a la altura (a nivel visceral) del mejor
Cronenberg. Ese Cronenberg que nos hace palpitar, que inducido por el horror
corporal y los vértices de la sociedad, siempre nos ha mantenido pegados a la
butaca accediendo a nuestras entrañas como si la dificultad de tal asunto no
fuera tal, pero por desgracia, éste no es un film de David Cronenberg, sino de
Marina De Van.
Y digo por desgracia, debido a que el debut de la realizadora gala podría haber aspirado a mucho, muchísimo más de lo que deja entrever, no porque esté mal dirigido o no aproveche bien sus bazas, de hecho, por instantes, uno está en la incómoda tesitura de aquel que no sabe exactamente ante qué se halla, y De Van logra comprimir en momentos de excelente cine una atmósfera prácticamente irrespirable, que hace de su cinta un anexo interesante al que acceder para la que, con los años, seguramente se confirmará como la gran realizadora que parece ser.
Partiendo así, de una base de lo más curiosa, la propia De Van guioniza y asume el rol principal en lo que, visto desde la perspectiva de otro director, podría parecer un ataque de egolatría, pero que en "Dans ma peau" no es más que un puñetazo en la mesa y una muestra de valía impresionante, porque señores, a muchos directores les ha gustado chupar cámara durante la historia del cine, pero el acto de la francesa es un acto de valentía, sin más. Pocos afrontarían ese papel con los redaños que lo hace ella y le darían ese cauce que le otorga casi sin inmutarse.
Y digo por desgracia, debido a que el debut de la realizadora gala podría haber aspirado a mucho, muchísimo más de lo que deja entrever, no porque esté mal dirigido o no aproveche bien sus bazas, de hecho, por instantes, uno está en la incómoda tesitura de aquel que no sabe exactamente ante qué se halla, y De Van logra comprimir en momentos de excelente cine una atmósfera prácticamente irrespirable, que hace de su cinta un anexo interesante al que acceder para la que, con los años, seguramente se confirmará como la gran realizadora que parece ser.
Partiendo así, de una base de lo más curiosa, la propia De Van guioniza y asume el rol principal en lo que, visto desde la perspectiva de otro director, podría parecer un ataque de egolatría, pero que en "Dans ma peau" no es más que un puñetazo en la mesa y una muestra de valía impresionante, porque señores, a muchos directores les ha gustado chupar cámara durante la historia del cine, pero el acto de la francesa es un acto de valentía, sin más. Pocos afrontarían ese papel con los redaños que lo hace ella y le darían ese cauce que le otorga casi sin inmutarse.
El pero, sin embargo, viene en cuanto la propuesta no sabe decantarse adecuadamente: es decir, cuando el recorrido ha llegado lo suficientemente lejos para tener al espectador contra las cuerdas y darle una imponente lección sin caer en el efectismo más burdo e, incluso, usando recursos interesantes (como la pantalla partida), y uno no sabe si va a tomar una senda más en la línea de los trabajos del canadiense antes citado, o ofrecer otra sobredosis de crudeza en una conclusión que podría haber sido del todo desalentadora, el guión se despacha entre justificaciones y un final poco arriesgado que habría dotado, sin duda, de mayor empaque a la propuesta.
En definitiva, si lo que se pretendía retratar es un proceso de automutilación, se queda a expuertas de ofrecer un tramo final más compacto, si quería ir más allá, sinceramente servidor no ha llegado a tanto y opina que "Dans ma peau" es un ejercicio tan interesante como sólido de alguien que, como dije, promete y mucho. (Grandine, FilmAffinity)
Fa 5120
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