Hemos visto malos actores en esta maratón psicótica de descubrimiento cinematográfico… pero ninguno tan de madera como los protagonistas de este film de Anders Rønnow Klarlund. Aquí, los actores son literalmente de madera: rígidas marionetas cuyas vidas penden de un hilo. Y ellos lo saben, es decir, son conscientes de su condición de marionetas. Por eso las construcciones no tienen techo, y las puertas consisten en vigas alzadas a una altura prudencial.
Y a pesar de su rigidez, de la única expresión de su rostro y de las limitaciones de su movimiento, estas marionetas logran transmitir emociones y sentimientos como si cobraran vida, gracias al cariño y dedicación que puede verse y sentirse a cada segundo del film. De hecho, fueron 200 animadores los que trabajaron durante dos años y medio para llevar esta épica maravilla artesanal a la pantalla.
Reyes arrepentidos en busca de redención, príncipes destronados, amores imposibles y traiciones palaciegas, en un mundo maravilloso con reglas completamente inusuales, y con una mitología perfectamente hilvanada.
FA 4417
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