jueves, 14 de noviembre de 2013

La drôlesse (Jacques Doillon, 1979)

La golfilla

François tiene 20 años y ha secuestrado a la pequeña Mado, de once, llevándola al sórdido granero en el que vive. Ni la viola ni pide dinero por su rescate. Lo más extraño es que ella podría intentar fugarse, pero no lo hace. ¿Qué sucede? ¿Por qué el secuestrador parece inofensivo y la secuestrada parece estar segura y tranquila? Cada uno intentará dar al otro un poco del inmenso amor, dulzura y ternura que anida dentro de ellos... (FILMAFFINITY)

1979: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)

Escrita y dirigida por Jacques Doillon, se rodó en la campiña francesa y en estudio, con un presupuesto modesto. Ganó el Young Cinema Award y fue nominada a la Palma de oro del Festival de Cannes. Obtuvo 2 nominaciones a los César (director y guión).

La acción tiene lugar en una explotación rural de la campiña normanda, a lo largo de algo más de un mes, en la primavera de 1978/79. Narra la historia de Mado (Madeleine Desdevises), de 11 años, maltratada por la madre, ignorada por las dos hermanas, va a la escuela con escaso interés y lleva una vida solitaria. François (Claude Hérbert), de 20 años, sin trabajo, inhibido, rechazado por todos, vive en un rincón del granero. François se cruza a diario con Mado en la carretera, cuando ésta vuelve a casa al salir de la escuela. Mado siempre le saluda con una sonrisa, la única que él recibe a lo largo del día. Este hecho le hace concebir la idea de llevarla a vivir con él.

La película muestra cómo la soledad y la marginación de los protagonistas da lugar a una amistad en la que hallan la compañía, el afecto y el cariño que les han faltado siempre. La convivencia da paso a un afecto creciente y a un clima de confianza, que se alimenta de juegos infantiles: papá e hija, papá y mamá, imaginar que viven en una casa en la que los disgustos se dejan en el desván y se olvidan. Contribuye a la buena convivencia, el temor a los amos, la madre y el padastro de François, que a sus ojos encarnan el despotismo, la arbitrariedad, el desafecto y el castigo injusto. A medida que crece la confianza entre ellos, Mado se hace con el control de la situación, organiza la vida en el granero e impone su autoridad. La película propone una seria reflexión sobre las consecuencias que en los menores tienen las conductas de desafecto y maltrato de los padres, hermanos, compañeros y allegados. Pese a algunas semejanzas formales con "El coleccionista" (1965), de William Wyler, la obra de Doillon se inserta en un contexto propio, narra hechos diferentes, se sirve de personajes diferentes y el relato utiliza recursos alejados de los de Wyler.

La banda sonora aporta sonidos naturales amplificados, como el de las campanas del reloj de la aldea, el motor de la mobylette y el trino de los jilgueros. La ausencia de música realza la austeridad del relato. La fotografía encuentra en un espacio reducido innumerables puntos de encuadre que dan vida a un exquisito dinamismo y a una sorprendente variedad de imágenes. Los paisajes de la campiña normanda, poblada de verdes tiernos, son magníficos. El guión define bien a los dos personajes, que desarrollan una experiencia de vida en compañía creíble, verosímil y convincente. La interpretación de la niña sobresale por la naturalidad y espontaneidad. François resuelve con aplomo su papel. La dirección, tal vez en su mejor momento, construye una obra emocionante y de gran originalidad.

La película es, sobre todo, una conmovedora historia de amor, que desborda ternura, ingenuidad y afecto. (Miquel, FilmAffinity)

FA 7365

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