Un grupo de niños y una niña encuentran un convertible
Jaguar abandonado, lo toman y deciden conducir hasta el mar. Lo que comienza
como una diversión, se irá deteriorando poco a poco a través del agotador
viaje...
El género de las Road movies, o de las buenas Road movies,
de siempre se ha caracterizado por un crecimiento o transformación en los
personajes que devienen a través del film, o dicho de otra forma el arco que
presentan los personajes es la cualidad fundamental que este género permite
desarrollar de manera más libre que otros. El filme que hemos decidido
presentarles junto con mi compañera Eurídice pertenece a este fructífero
género, y tiene una interesante particularidad que destaca a simple vista, está
protagonizada por niños, y otra más oculta, el viaje es una metáfora de la
maduración, de la dolorosa muerte de la infancia para dar paso al accidentado
ingreso al mundo de los adultos. Y es que particularmente pienso que la buena
literatura como el buen cine son simbólicos. Existen un puñado de historias, de
vivencias o de problemáticas, nada más que un puñado, pero innumerables maneras
de abordarlas, de representarlas simbólicamente, y para Dumitrescu el
accidentado viaje de un grupo de niños en busca del Mar es una buena
herramienta.
Todo parte con un convertible Jaguar estacionado en medio de un despoblado, un grupo de niños, entre los que se encuentra una niña, lo roban y deciden partir hacia el mar tras ver un cartel en la carretera. Pero subjetivamente no lo roban, pues no conciben la propiedad privada, esa concepción la adquirirán más tarde, cuando del portamaletas del automóvil comiencen a sacar diversas cosas y a apropiárselas. Y he ahí una de las escenas claves del film, pues si bien parece que ellos se apropian de aquellas cosas, la realidad es inversa, las cosas se apropian de ellos, y así el grupo se vestirá con ropas de adultos y comenzará de a poco a obrar como tales, y la ropa que ocupen tendrá una connotación social, y es que la sociedad actual es una sociedad de etiquetas, la cual está estrictamente jerarquizada y los componentes valen por la etiqueta que se les asigna, sea esta una posición social determinada, tal o cual título universitario o técnico, etc. De esta forma los niños comenzarán a operar como adultos, y esta parte sirve especialmente a Dumitrescu para hacer un bosquejo de la naturaleza humana. Ejemplos literarios de esta forma de preguntarse acerca de la naturaleza humana utilizando las peculiares características de universos cerrados en torno a niños, se me ocurren al menos dos: Casa de campo de José Donoso y El señor de las moscas del Nobel William Golding. Ambas novelas con una lucidez terrible confluyen en que en ausencia de personas mayores, los niños generan estructuras similares en último término a la sociedad de los adultos, de forma más violenta dirán algunos, pero hay que recordar que la "sociedad de los adultos" también se fundó sobre sangre y fuego, y las desigualdades afianzadas constituyen una forma de mantener privilegios. Los "niños" de Dumitrescu comenzarán a funcionar en forma similar a los casos antes citados, y habrán apropiaciones, violencia, luchas de poder, celos, traiciones, y los "niños" nos parecerán más cerca de la adultez que de la infancia.
Así las cosas, contiene la película un "final doble" que en su momento deberán valorar, pero personalmente me pareció tan importante como el final la escena de apertura, donde aparece un niño nadando sobre la arena. La escena en cuestión cronológicamente debería aparecer en la última parte del film, pero Dumitrescu opta por abrir con ella, y el mensaje no se vislumbra alentador, el Rumano parece querer decirnos que hacernos adultos es tener que aprender a nadar sobre la arena, que a nosotros nos está vedado participar de la alegría de los Griegos de Jenofonte que pudieron gritar a los cuatro vientos: Thalassa! Thalassa!
Sin otro particular, muchas gracias a mi querida Euridice y que disfruten de la función.
Todo parte con un convertible Jaguar estacionado en medio de un despoblado, un grupo de niños, entre los que se encuentra una niña, lo roban y deciden partir hacia el mar tras ver un cartel en la carretera. Pero subjetivamente no lo roban, pues no conciben la propiedad privada, esa concepción la adquirirán más tarde, cuando del portamaletas del automóvil comiencen a sacar diversas cosas y a apropiárselas. Y he ahí una de las escenas claves del film, pues si bien parece que ellos se apropian de aquellas cosas, la realidad es inversa, las cosas se apropian de ellos, y así el grupo se vestirá con ropas de adultos y comenzará de a poco a obrar como tales, y la ropa que ocupen tendrá una connotación social, y es que la sociedad actual es una sociedad de etiquetas, la cual está estrictamente jerarquizada y los componentes valen por la etiqueta que se les asigna, sea esta una posición social determinada, tal o cual título universitario o técnico, etc. De esta forma los niños comenzarán a operar como adultos, y esta parte sirve especialmente a Dumitrescu para hacer un bosquejo de la naturaleza humana. Ejemplos literarios de esta forma de preguntarse acerca de la naturaleza humana utilizando las peculiares características de universos cerrados en torno a niños, se me ocurren al menos dos: Casa de campo de José Donoso y El señor de las moscas del Nobel William Golding. Ambas novelas con una lucidez terrible confluyen en que en ausencia de personas mayores, los niños generan estructuras similares en último término a la sociedad de los adultos, de forma más violenta dirán algunos, pero hay que recordar que la "sociedad de los adultos" también se fundó sobre sangre y fuego, y las desigualdades afianzadas constituyen una forma de mantener privilegios. Los "niños" de Dumitrescu comenzarán a funcionar en forma similar a los casos antes citados, y habrán apropiaciones, violencia, luchas de poder, celos, traiciones, y los "niños" nos parecerán más cerca de la adultez que de la infancia.
Así las cosas, contiene la película un "final doble" que en su momento deberán valorar, pero personalmente me pareció tan importante como el final la escena de apertura, donde aparece un niño nadando sobre la arena. La escena en cuestión cronológicamente debería aparecer en la última parte del film, pero Dumitrescu opta por abrir con ella, y el mensaje no se vislumbra alentador, el Rumano parece querer decirnos que hacernos adultos es tener que aprender a nadar sobre la arena, que a nosotros nos está vedado participar de la alegría de los Griegos de Jenofonte que pudieron gritar a los cuatro vientos: Thalassa! Thalassa!
Sin otro particular, muchas gracias a mi querida Euridice y que disfruten de la función.
FA 4657
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