lunes, 30 de abril de 2012

Henri-Georges Clouzot - Quai des Orfèvres (1947)


En legítima defensa
El cineasta francés Henri-Georges Clouzot (1907-1977) partió de una novela del belga Stanislas-André Steeman (1908-1970) para la dirección de su primer largometraje, (L'assasin habite au 21, 1942), y regresó a la narrativa de este autor para crear en la tercera de sus once películas larga un policíaco donde un matrimonio que atraviesa una difícil etapa sentimental es implicado en un asesinato. El director dota a la trama básica con la atmósfera romántica y sombría de los bajos fondos: centros nocturnos, estaciones de policía y departamentos habitados por prostitutas, lesbianas y pornógrafos. En la mejor tradición del cine negro francés, Clouzot sienta un importante precedente de su séptimo largometraje y más conocido trabajo, El salario del miedo (Le salaire de la peur), por el que recibió un inusual doble reconocimiento, al ser galardonado con los máximos premios de los festivales de Cannes y de Berlín en 1953. 

El suspenso; ese estado de expectación ante lo que va a suceder y que puede hacer que nuestra respiración se acelere, conoce en el cine pocos maestros. Henri-Georges Clouzot, fue uno de ellos y supo ganarse ese sitial con historias construidas para llevar nuestras emociones al límite.
El maestro nació en Niort, departamento de Deux-Sevres al Oeste de Francia, un 20 de noviembre de 1907. Al terminar sus estudios de secundaria, se manifiesta como un joven de múltiples intereses, como las ciencias matemáticas, el Derecho y una carrera en la Marina de su país, llegando incluso a prepararse para el ingreso a esta última; sin embargo no lo logra por sufrir de miopía. Posteriormente, ejerce la crítica cinematográfica en L’Opinion, y a los veintinueve años se convierte en asistente de dirección de Anatole Litvak y E. A. Dupont, para luego desempeñarse como guionista en diversas películas.
El enfermarse de tuberculosis y otras circunstancias personales lo alejan del cine durante varios años en los cuales consolida sus ideas y expectativas como realizador, las mismas que desarrollaría entre los años 1942 y 1968 con filmes que se caracterizarían por una precisión en el trabajo del suspenso y la puesta en escena.(...)
Una desinhibida y ambiciosa cantante de music-hall es el tormento de su marido quien no puede soportar los celos que le produce su actitud. Una noche sospechando que la mujer lo engaña, decide asesinarla junto a su supuesto amante, dirigiéndose a casa de éste. No obstante, una vez allí, sólo encuentra al hombre que yace muerto tendido en el piso de la sala.
Basada en una novela del escritor Stanislas A. Steeman, “En legítima defensa”, es una muestra del más puro film noir con elementos bastante reconocibles: Una mujer que despierta todos los ánimos sensuales; la pesadilla fatalista que persigue al hombre que llegó en el momento menos indicado, expuesto a un azar que lo puede condenar por ser un perdedor. Y es que para el cine negro esta condición de perdedor generalmente no da ninguna tregua. Se puede planificar muy bien un crimen, pero siempre surgirá algo inesperado que cambie el curso del protagonista y que hará que se convierta en víctima de su mala fortuna.
Sin embargo, esta película no sólo aborda los tópicos usuales de esta clase de cine, sino que agrega elementos que la hacen aún más intensa. El director puso en el tapete un tema tan controvertido para la época como la homosexualidad femenina, tratándolo con una mirada abierta, sin ánimo de emitir ningún juicio moral o aleccionador, marcando una clara diferencia con los realizadores de Hollywood que por las limitaciones establecidas en el Código Hays, no construían historias o personajes que no pudieran pasar el filtro de la censura. El Festival de Venecia de 1947, supo reconocer el talento de Clouzot, otorgándole el León de Oro a la mejor dirección, hecho que significó su retorno por todo lo alto, luego de la suspensión sufrida tras la realización de “El Cuervo”. (Leny Fernández, La Cinefilia no es Patriota)

"No podemos, ya no podemos hacer películas intemporales. No podemos desembarazarnos de los problemas actuales. Vivimos junto a ellos. Cerrar los ojos ante estos problemas, ya sean de tipo social, moral, o de lo que usted quiera, sería un signo de pereza, de indiferencia, de pobreza intelectual. " Henri-Georges Clouzot
FA 4673

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