Café de Flore” es un extraño rompecabezas en el que el director
canadiense Jean-Marc Vallée le pide al espectador unir cada una de las
piezas para encontrar el significado y la conexión entre dos historias de amor,
separadas en el tiempo y el espacio, ambas exposiciones claras de la necesidad
humana de evitar la soledad a toda costa.
En Montreal, un exitoso DJ (Maurice) que
admite tenerlo todo para ser feliz entra en una crisis existencial al debatirse
entre la pasión por su nueva novia (Rose) y el sentimiento de tranquilidad que
le generan su ex-esposa (Carole) y sus dos hijas. Carole, por su parte, no
puede evitar sentirse perpleja y desolada al ver cómo quien le jurara
amor en su adolescencia y el único hombre que ha besado es capaz de
abandonarla. Y Rose, a pesar de su amor hacia Maurice, no ha podido dejar de
sentirse una causa de infelicidad para él.
La historia de
Maurice, Carole y Rose esta intercalada con la de Jacqueline, una madre
soltera en el Paris de los años 60s quien, al ser abandonada por su abusivo
esposo, debe criar por sí sola a su hijo Laurent, quien tiene síndrome de Down.
La sobreprotectora Jacqueline hace todo lo que esté a su disposición para
lograr que Laurent tenga una vida normal, haciendo que en muchos momentos el
amor que siente por su hijo le importe más que su propia vida. El punto
de quiebre de esta historia llega con la aparición de Vero, una niña con
síndrome de Down de la que Laurent se enamora perdidamente.
El director Jean-Marc Vallée utiliza todo
su talento para guiarnos y despistarnos a través de estas dos historias.
Montreal se muestra luminosa y llena de tonos azules brillantes, mientras que
París es más lúgubre, casi oscura, con tonalidades cafés y marrones. Las
imágenes de ambas historias hacen un contraste que busca eliminar cualquier
conexión que podamos hacer entre ambas, haciendo que cualquier clave sobre el
verdadero significado de la película quede en los diálogos y sobre todo en la
música. Y es que al igual que en su más famosa película “C.R.A.Z.Y.”,
Vallée hace un fuerte uso de la música y del silencio para dar más dramatismo a
su historia.
“Café de Flore” se mueve lenta y en ocasiones llega a ser
bastante compleja. Más allá de las dos historias sin conexión aparente, varios flashbacks hacen que la línea
de tiempo se haga confusa por momentos, sobre todo en la historia de Maurice en
Montreal, la cual tiene un carácter más existencialista. Por otro lado, la
historia de Jacqueline en París, aunque la más dramática de las dos, es quizás
la que se mueve más rápido, guiada por la excelente actuación de Vanessa
Paradis, quien en un reparto de muy buenos actores, logra en cada una de sus
escenas robarse el show.
A pesar de su aparente lentitud y
desconexión, Vallée logra que su película nos desconcierte por
momentos y nos enganche en la búsqueda de resolver un misterio que a medida que
avanza el tiempo se hace más complejo, permitiendo que en el momento en el que
todo se revela se sienta un giro extremadamente inesperado que cambia el significado
de todo lo que hasta el momento habíamos visto.
FA 4878
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