viernes, 1 de noviembre de 2013

Shock Corridor (Samuel Fuller, 1963)

El ambicioso periodista Johnny Barrett (Peter Breck) está dedicado a ganar el Premio Pulitzer. Su plan para alcanzar tan prestigioso galardón es el de hacerse pasar por loco, y así ser internado en un hospital psiquiátrico donde se ha cometido un asesinato. Con la ayuda del doctor Fong (Philip Ahn) y de su novia Cathy (Constante Towers) logra engañar a los médicos especialistas que firman su reclusión. Una vez en el hospital, Johnny trata de obtener información de los tres únicos testigos del crimen: tres internos a los que no ha logrado hacer hablar ni la policía ni los médicos del centro psiquiátrico... (FILMAFFINITY).

1966: Valladolid: Espiga de Oro

Film independiente, escrito y dirigido por Samuel Fuller. Se rodó en plató con un presupuesto ínfimo. Fue nominado a un Globo de oro y ganó la Espiga de oro de Valladolid. Se estrenó el 11-IX-1963.

La acción tiene lugar en EEUU, en la sede del diario "Daily Globe" y en el interior de un centro psiquiátrico, durante varios meses, en 1962/63. Narra la historia de John Barret (Peter Breck), de 30 años, periodista ambicioso, casado con Cathy (Constance Towers), que desea conseguir el premio Pulitzer. Acepta la misión de fingir una enfermedad mental, apoyado por el doctor Fong (Philip Ahn), para ingresar en un manicomio en el que se produjo el asesinato del paciente Sloan, cuyos autores no han podido ser identificados ni por la policía ni por el personal del centro.

La película muestra a través de las incidencias de la vida de Johnny en el centro una sucesión delirante de hechos protagonizados por los internos y por el personal sanitario, que sumen su ánimo en la angustia, hieren su espíritu, afectan a su mente y lo introducen en una senda de horrores. Las sesiones de electroshock y las lobotomías son práctica habitual, pese a su inconveniencia terapéutica, porque reducen la agresividad de los enfermos a costa de sus capacidades. El drama psicológico de Johnny pone a prueba su capacidad de resistencia mental en un ambiente de reclusión sin asistencia externa. Mientras sus indagaciones avanzan y rinden resultados esperanzadores, el duro y cruel tratamiento que recibe hacen emerger en él problemas de afasia, a los que siguen otros. La cinta explica mediante voz superpuesta los recuerdos, pensamientos, razonamientos, sueños y alucinaciones del protagonista. La fotografía construye una narración visual sobrecogedora, de planos breves y rápidos, encuadres de detalle (block de notas), ambientes claustrofóbicos, proyección de sombras, superposición de imágenes (baile de la ninfa), espacios de angustiosa profundiad (corredor de paseo) y la presencia de barrotes, rejas, rectángulos, ángulos y sombras lineales cruzadas, que exhalan aires de reclusión, indefensión y muerte. La película propone una seria reflexión sobre los límites del periodismo de investigación, la desmesura de cierto periodismo sensacionalista y las prácticas inhumanas de algunos centros psiquiátricos.

La música incluye fragmentos orquestales que provocan desasosiego, canciones de internos desafinadas y troceadas, como "Dixie", evocación del bando confederado de la Guerra Civil y arias del Barbero de Sevilla. La fotografía realiza una narración realista, sincera, desgarradora y convincente. El guión habla de segregacionismo, Ku-klux-klan, comercio erótico ("striptease" de Cathy) y otros temas, en un afán de crítica global a la sociedad americana. La interpetación de Peter Brek sobresale en intensidad y expresividad. La dirección demuestra una extraordinaria habilidad narrativa.

Película de culto, de imágenes inolvidables y de inusual profundidad dramática. (Miquel, FilmAffinity)

FA 7270

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