El episodio más perdurable del film colectivo "El amor a los 20 años" (que co-dirigieran Francois Truffaut, Andrzej Wajda, Shintarô Ishihara, Marcel Ophüls y Renzo Rossellini) es éste mediometraje que continúa la historia del protagonista de "Los 400 golpes", el primer film de Truffaut. Aquí el joven Antoine Doinel tiene 16 años. En un concierto de las "Juventudes Musicales", el muchacho se enamora perdidamente de una joven estudiante. Para poder verla constantemente, Antoine se muda al departamento vecino e incluso consigue convertirse en el protegido de sus padres. Pero cuando más cerca él cree estar de su objetivo, más lejos ella está…
La segunda película que escribe y dirige Truffaut con el personaje de Antoine Doinel es Antoine y Colette , que era un episodio del film El amor a los veinte años (1962), que muestra al protagonista a los diecisiete años, aún inseparable de René, su amigo de Los cuatrocientos golpes, y esta vez enamorado por primera vez de una chica llamada Colette, que aparecerá posteriormente de manera breve en Besos Robados (1968), que será recordada por sus lentes en Domicilio Conyugal (1970) y aparecerá en El amor en fuga (1978). En esta película, Truffaut plasma por primera vez su amor a las mujeres dentro del ciclo de películas con Antoine Doinel, y el amor al amor, que no es sino una constante recreación llena de frescura de todas las tretas que utiliza el personaje para conquistar a una chica, sin elementos trágicos y tratada con ligereza. Pero una vez más, la historia es triste y tierna, porque Doinel no consigue el amor de la chica. En El amor a los veinte años Truffaut vuelve a realizar una transposición similar a la que había realizado en Los cuatrocientos golpes: los recuerdos de su adolescencia fueron transformados sólo en la forma aunque no en el fondo, de esta manera él se enamoraba de una chica que conocía a través de la música, aunque en la realidad este primer amor se diera a través del cine. El amor a la realidad se hacía una vez más presente. Es más, el propio Truffaut afirma que hizo su siguiente película con el personaje de Antoine Doinel, Besos Robados, porque “volví a sentir la necesidad de volver a lo concreto, a los pequeños sucesos de la vida”. Es justamente en estos pequeños sucesos que se encuentra la revelación, el deslumbramiento, el descubrimiento de un misterio que se nos ofrece a cada uno de nosotros todos los días en cada suceso de nuestra cotidianeidad y no somos muchas veces capaces de ver por la mala costumbre de darle más importancia a las abstracciones y a la fantasía. Y he aquí que radica el talento de Truffaut: el haber sido capaz de descubrirnos la magia de la realidad a través del cine, y esto se da gracias al profundo amor con el que descubre esta magia. Esta manera que tiene Truffaut de hacer cine es aquella de un nostálgico, de un romántico, que ve en su pasado y en la reconstrucción del mismo, la única manera de encontrar algún sentido en el presente. Además, se interesa por la vida que es reflejada en el cine, más que por la vida misma. Todas sus películas reflejan este amor y esta pasión. Es importante recordar además que para Truffaut el cine fue más que un sano entretenimiento en su infancia y adolescencia: “el cine me salvó la vida”, afirmó en una ocasión. Y al hacer sus películas, se vuelca con el amor de alguien agradecido al cine por haber permitido que siga con vida. Así de carnal y vital es la relación de Truffaut con el cine, y es así como hay que entenderla al momento de ver sus películas. (Texto de Rossana Diaz Costa, tomado de Ver o no ver)
FA 3795
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