Le Sang des Bêtes es un documental de finales de los 40, del autor frances Georges Franju, sobre dos mataderos de París. Muestra objetivamente durante 20 minutos lo que pasa allí dentro en contrapunto poético con un Paris tranquilo.
La Sangre de las Bestias es, antes que nada, un filme documental. Franju nos muestra, con todo el realismo del caso, el circuito completo de traslado, preparación y faenamiento de bestias, en los matarifes de la periferia de París. Por contraposición, muestra rondas de niños, imágenes de objetos familiares, y el amor, a través del apasionado beso de un par de jóvenes."Una cosa no podrá ser sin la otra", parecería decirnos el realizador. ¿Pero como se satisface esta necesidad imperiosa de alimentarse? Uno podría vivir toda la vida sin saber el "como" llega un bife de la vaca a mi mesa; pero Franju buscará el desasnarnos, para que perdamos esa inocencia que solo es resultado de una natural ignorancia (¿podrá afirmarse lo mismo en otras cuestiones más comprometidas?).Arranca con un matarife que entroniza la figura de su creador (disculpen, no recuerdo el nombre del mismo). Su gran aporte en la materia fue la inclusión del caballo dentro del universo permitido de animales para comer. ¿Porqué no el caballo?, se habrá planteado el hombre. Entonces, los caballos, tal como son recogidos de las calles o de terrenos baldíos, son llevados caminando por sus propios medios al matadero, donde los matan de un pistoletazo en la frente que lo liquida de un modo tan letal como inmediato. (Si usted no vio el filme, créame que no encuentro el modo de explicarle el tenor de las imágenes). Supongo que el "entregador" será quien se quede con la recompensa económica. No se habla nada acerca del "como" se consiguen los caballos; pero no hay ni camiones ni trenes ni, aparentemente, rutas ni estructura alguna sobre el tema.Luego de mostrarnos como ultiman al noble animal, nos ilustra el felm, casi en tiempo real, acerca del como se aprovecha lo aprovechable del mismo. Si uno presta la suficiente atención, casi diría que podría animarse uno mismo a realizar tal faena. Terminado el caballo, Franju nos lleva de la mano a ver el circuito completo de vacas, becerros y ovejas. Es interesante notar lo que el narrador nos hace saber: las ovejas (trasladadas en tren, a diferencia de las vacas que lo son en camiones); necesitan de un "entregador" también; pero en este caso será un carnero quien lo hará. El mismo, quien ya conoce la historia por haber sido partícipe ya varias veces, se adelanta al redil en todo el trayecto, para ser apartado de la matanza a pocos metros de traspasada la última puerta; lo que le permitirá sobrevivir y así volver a su misión con la próxima remesa, el próximo rebaño. En fin; este felm no es para cualquiera. Mujeres y niños, evitadlo. Nada en el felm es sugerido; nada es subliminal. Franju tira sobre la mesa el "como" hacemos para sobrevivir a diario; se trate de manjares o de modestos bocados de carne de puchero; es lo mismo. Estas muertes no hacen distingos de clases sociales. Todos nos beneficiamos con ellas. Ahora, si usted quisiera ver cosas relacionadas al horror de la guerra (el felm es del 49, quizás todavía no se había terminado de asimilar el horror de los campos nazi), es posible que encuentre algo. Es fácil encontrar al menos un paralelo entre los trenes cargados de ovejas y el "Transporte Negro" cargado de civiles, rumbo a cualquiera de los Campos. Yo no lo creo; bastante curtidos estarían los ánimos y las conciencias francesas como para ofuscarse o impresionarse con las imágenes de muerte de algunos animales. Solo una cosa más, y Franju también la muestra y es que, debajo de cada romance, de cada historia, por mínima que sea la misma, subyace esta realidad tremenda de muertes inocentes; esta matanza que no distingue razas ni edades, ya que todo sirve. Nada se perderá y todo se transformará, al decir de otro francés notable. (Texto de Patricio Flores, tomado del interesantìsimo Dìpticos)
FA 3772
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