viernes, 6 de julio de 2012

Shunji Iwai - Riri Shushu no subete (2001)


Yuichi es un adolescente que vive en un pueblo cercano a Tokio y está obsesionado con la cantante de pop Lily Chou Chou. Su admiración por ella le lleva a crear una página web dedicada a ésta (Lily-philia). En esta página se trata de explicar, entre otras cosas, el significado del éter, una especie de energía que emana de las canciones de Lily, la cual provoca un cierto tipo de sentimiento, sensación o estado mental. Un nuevo miembro con el nombre de Blue Cat se une a la discusión y empieza a conectar con Philia... (FILMAFFINITY)

Fluyendo entre nubes de éter
ES el espacio de Cult Movie en Miradas quizás el más personal para cada uno de los redactores y colaboradores de la revista. En él no tenemos que defender con argumentos nuestras apreciaciones críticas, tampoco tenemos que ofrecer juicios a favor o en contra, sólo destapar nuestras verdaderas inclinaciones a través de un film que nos parece especial, que ha significado algo para nosotros y queremos reivindicar, con el que nos sentimos próximos y que ocupa un importante lugar en nuestra memoria.



Cada cinéfilo tiene en su interior una serie de películas que le han marcado, con las que se siente identificado, que entroncan con su manera de entender el cine, con su sensibilidad. A veces, una película se convierte en parte de uno mismo, va siempre contigo y nunca te abandona. Eso me ocurrió a mí conTodo sobre Lily cuando la descubrí. Fue un regalo de cumpleaños que nunca olvidaré, de parte de una persona especial que me conocía lo suficiente como para saber que ésa iba a ser una película imprescindible en mi vida. Lo que no podía imaginar cuando hace unos meses decidí hacer mi cult de este año sobre All about Lily Chou Chou, era que fuera a editarse en DVD. Lo hace de la mano de Notro Films, y es una estupenda oportunidad para acercarse a una de las películas clave dentro del cine contemporáneo japonés y por supuesto para conocer a su director, Shunji Iwai, uno de los grandes poetas de la imagen moderna.
Esta es la historia de un idilio, mi idilio con Todo sobre Lily. Desde el momento que mis ojos se cruzaron con su portentoso arranque quedé rendida, maravillada ante la enigmática belleza que escondían sus imágenes. En una pantalla en negro comienzan a aparecer mensajes como si se tratara de un foro de Internet que se refieren a una cantante pop de nombre Lily Chou-Chou. Se ilumina la pantalla y vemos como la cámara planea inestable sobre unos hermosos verdes campos de arroz, balanceándose suavemente y poniendo de manifiesto la inclinación del terreno. En medio de ese espacio, solo, incomunicado del resto del planeta, se encuentra un muchacho que escucha la música de Lily, una música etérea, dulce pero a la vez hiriente... hipnótica.
Imagen, música e Internet por primera vez conjugados en una pantalla para expresar todo el sentimiento de desorientación al que están abocados los jóvenes de las nuevas generaciones. Nunca una escena pudo ser más metafórica y representativa, captar con tan extrema precisión el espíritu de confusión y fragilidad que reina en nuestro tiempo. Una época en la que se ha sustituido el contacto físico con las personas de nuestro entorno por la comunicación impersonal que generan los espacios virtuales, una época en la que ya no se permiten los sentimientos, en la que cualquier acto emocional es juzgado, cuestionado desde el plano de la irracionalidad, en la que las sensaciones reales han dejado de existir en beneficio de las irreales y ficticias.



La sociedad está sufriendo un cambio, una mutación de la que a veces no somos conscientes, pero que afecta a los comportamientos, a la manera en la que nos relacionamos con el mundo, a la forma en la que canalizamos nuestros miedos e inseguridades, nuestro resentimiento o nuestro dolor. A veces, parece que todo aquello sobre lo que hemos construido nuestra existencia vaya mucho más rápido que nosotros mismos, de forma que no podemos adaptarnos a sus condiciones y exigencias. Aquellos que ya tenemos una cierta edad sólo podemos observar con resignación y adaptarnos como podemos a las nuevas reglas del juego. Sin embargo... ¿qué pasa con los jóvenes? Quizás ellos sean los más perjudicados, los que se sienten más desatendidos en medio de todo este proceso de deshumanización, porque... si los mayores no somos capaces de salir adelante en nuestro estancamiento, ensimismados como estamos ante nuestros propios problemas... ¿de qué manera podemos ayudar a las nuevas generaciones, hijas bastardas de nuestra propia incompetencia?
El cine japonés ha tratado este tema con insistencia en los últimos años, demostrando que es en la actualidad el termómetro que controla de forma más infalible las pulsiones por las que se rige la civilización moderna. Directores como Hideaki Anno (Love & Pop —1998—, Shiki-Jitsu/Ritual —2000—, Cutie Honey —2004—), Masato Harada (Bounce ko-gals —1997—), Kiyoshi Kurosawa (Bright Future —2003—), Isao Yukisada (Go —2001—) o Takashi Miike (Visitor Q —2001—), se han encargado de diseccionar los modos de la juventud de su país desde una postura a veces crítica, otras simbólica o fabuladora, y por último, la más valiosa, aquella que procede de la captura directa, vivencial y experiencial.
De todos ellos, Shunji Iwai es el que mejor ha sabido canalizar este tema para convertirlo en la base constitutiva de todo su universo fílmico. La alienación de la juventud y su desarraigo son sin duda los vértices temáticos de su obra, desde su primer trabajo significativo, Fireworks (1993) hasta su último film, Hana y Alice (2004). La infancia, la adolescencia y el paso a la edad adulta, los conflictos que se infieren de este camino de crecimiento, de maduración, la desorientación vital y la angustia que trae consigo, ese vacío emocional que se siente y que nadie es capaz de apaciguar, todas las preguntas y los interrogantes que se quedan sin tener una respuesta clara... ese es el delicado material que utiliza Shunji Iwai para la construcción de sus relatos.
En Todo sobre Lily estos elementos se conjugan de una manera especial, cobrando un nuevo significado, más doloroso, más hiriente si cabe. Los jóvenes protagonistas de la película se convierten casi en entes abstractos, seres indefinidos dentro de una sociedad que no los entiende ni se preocupa por aceptarlos. Sin ningún tipo de referente paterno, hijos de familias desestructuradas, crecen al abrigo de la orfandad espiritual, tomando la pose de rebeldía como única forma de liberar su rabia y dolor frente al mundo. Su inocencia ya se ha perdido para siempre, son niños que han tenido que crecer demasiado rápido, y adoptan las actitudes de los mayores, pero sin los mecanismos de protección que otorga la experiencia y la madurez. Por eso su fragilidad emocional es extrema, su vulnerabilidad casi siempre se encuentra a flor de piel. Estas situaciones producen desajustes en sus comportamientos. Las niñas se prostituyen y sus compañeros de clase ejercen de proxenetas, los chicos ejercen la violencia sin ningún tipo de miramientos: roban, violan, extorsionan, humillan... la amoralidad se ha instalado en su código ético y su única voluntad es avanzar mediante impulsos autodestructivos. ¿Cómo se llega a esta situación? ¿Está realmente la sociedad creando monstruos? Los personajes de Todo sobre Lily son incapaces de integrarse dentro del mundo real. Por eso crean a su alrededor universos obsesivos que los ayuden a evadirse de su entorno como única manera de calmar esa sensación de incomprensión que llevan en su interior, esas carencias emocionales que han provocado que entre ellos y todo lo demás se haya creado una barrera infranqueable. La música de Lily Chou-Chou se convierte en su válvula de escape, su refugio, en una realidad paralela donde se sienten seguros y a salvo. Para ellos, ese lugar se llama Éter. ¿Cómo definir el Éter de Lily? El Éter es dolor, un lugar de paz eterna. Eso dicen sus admiradores. Para mí, sólo Lily es real, sólo el Éter es una prueba de que estoy vivo. Quizás se trate de llenar ese vacío inconmensurable que tienen en su interior, esa soledad que les hiere en lo más profundo, y por supuesto, una manera de canalizar toda su rabia y su odio. En una de las escenas, uno de los protagonistas se encuentra otra vez en esos campos de arroz que comentábamos al principio, oyendo la música de Lily, y exclama un grito desgarrador de dolor. El efecto estremecedor no se puede definir con palabras.

Así es Todo sobre Lily, así es el cine de Shunji Iwai, arrebatadoramente bello, poético, cautivador, pero irremediablemente perturbador e hiriente. Para mí, es uno de los grandes creadores de nuestros días, uno de los que mejor ha sabido capturar la dicotomía, la encrucijada en la que se sitúa el cine contemporáneo. Sin embargo, ningún festival de los supuestamente importantes (sólo se pudo ver en España gracias al BAFF en su edición de 2002) se ha molestado nunca en programar sus películas, ninguna publicación le ha dedicado una sola línea, ninguna distribuidora nos ha permitido hasta el momento descubrirlo.
Muchos dicen que el cine oriental es una moda. No estoy de acuerdo. Es una moda para todos aquellos que lo toman como una pose, que acuden a él con un afán de esnobismo, de apariencia de modernidad. Occidente mira a oriente cuando le interesa... ¿cuando tiene por en medio intereses económicos...? Deberíamos preguntarnos porqué sólo participan en Cannes, Berlín o Venecia las obras de Tsai Ming-liang, Hou Hsiao-hsien, Hong Sang-soo o Apichatpong Weerasethakul. ¿No será porque están financiadas con dinero europeo? El año que estos autores no estrenan película, desaparece el cine oriental del Festival de Cannes... ¿no es esto sospechoso, precisamente cuando la industria japonesa, hongkonesa y tailandesa se encuentran en un momento inmejorable? Por favor, abramos un poco los ojos y no dejemos que nos manipulen... investiguemos por nuestra cuenta, fomentemos nuestra curiosidad... es la única manera de tener el control sobre aquello que queremos ver, no aquello que quieren que veamos. Hay muchos directores esperando ser descubiertos, muchas joyas que jamás se estrenarán en nuestras pantallas y que no tienen porqué ser de directores consagrados porCahiers du Cinéma para que su calidad sea excelente. Hablo de oriente porque es lo que más conozco, pero también lo hago extensivo al resto de cinematografías. El cine no se construye a través de un par de autores, sino a través de un magma de referencias multiformes que abarcan desde el aspecto más comercial, al más experimental e innovador.
Muchos son los que llevan vaticinando la muerte del cine como disciplina. Buscan cómo este puede evolucionar a partir de su propia esencia. Sin embargo la realidad es otra. El cine se enriquece con la mezcla de otros discursos, porque es un arte que engloba muchas categorías en su interior. Y si la sociedad cambia, el cine tiene que avanzar con ella, darle lo que pide y lo que necesita.  Por eso resulta tan importante la experimentación en el plano formal y narrativo, una experimentación que abra caminos, que sea capaz de conceptuar la imagen fílmica como espejo directo de las tensiones que atraviesan nuestro espectro multirreferencial. Por eso me gusta Shunji Iwai, y otros directores como Katsuhito Ishii, Takeshi Kitano, Shinya Tsukamoto, Takashi Miike o Shinji Aoyama, porque son hijos de su tiempo, y expresan en sus discursos los choques y las conexiones que se establecen entre todas y cada una de las disciplinas que configuran el paradigma audiovisual para integrarlo en un único sistema que aglutine la literatura, la música, el videoclip, el vídeo arte, el ensayo, el cómic, el manga, las nuevas tecnologías...
En ese aspecto, Shunji Iwai es un artista total: él compone muchas de las bandas sonoras de sus películas, escribe novelas que después adapta para la gran pantalla, crea historias ilustradas, dirige vídeo-clips, anuncios para televisión, crea campañas publicitarias por Internet... Sólo hay que fijarse en la forma como nació Todo sobre Lily para que percibamos hasta dónde es capaz de desarrollar su talento creativo. Iwai creó un icono inexistente de la música, Lily Chou-Chou y escribió un libro, en parte autobiográfico, en el que vertió sus experiencias juveniles en su pueblo de procedencia. Pero entonces quiso ir más allá, quiso materializar a Lily, y en colaboración con el compositor Takeshi Kobayashi construyó a su alrededor un andamiaje musical que le proporcionara una personalidad concreta, entre misteriosa y evanescente, turbia y sensual, delicada e hipnótica... Así, una vez configurada esta diosa ficticia de la canción japonesa, organizó un foro en Internet, una especie de Club de Fans en el que los aficionados iban describiendo lo que para ellos significaba la música de Lily. Con todas esas conversaciones, todos esos retazos de impresiones que los internautas iban escribiendo en la web, volvió a remodelar su libro, y a partir de ahí construyó el guión de lo que sería la película. Por eso, a lo largo del film son tan importantes los mensajes que van apareciendo en la pantalla, ya que son ellos el germen de todo el entramado narrativo. A partir de ellos nos introducimos en la vida de unos jóvenes, en las peripecias que se desarrollan a lo largo de varios años en el instituto, de los cambios emocionales que van produciéndose en su interior, de la evolución a la que se van sometiendo durante su desarrollo. Sus aparentemente intrascendentes aventuras van conformando un mosaico de miradas desesperanzadas ante la realidad a la que deben enfrentarse. Al principio existe un camino para la felicidad a través de la amistad, sin embargo se produce en el film un momento de inflexión en el que todo el universo que los personajes habían construido a su alrededor se desmorona, y a partir de ahí sus destinos se regirán por las consecuencias de vivir en la desesperación de haber convertido en un infierno su existencia.
Iwai describe poco a poco, como si en realidad estuviera realizando un documental acerca de la vida de este grupo de amigos, la monótona cotidianeidad de sus personajes, haciendo especial hincapié en sus anhelos y deseos más profundos, como si su cámara fuera sensible a la evolución de sus comportamientos a través de su intimidad más secreta. Por eso los vemos llorar solos, desahogarse, gritar, sufrir en silencio, pero también disimular, hacerse los valientes, los insensibles ante situaciones que no saben cómo abordar.

En el plano de la imagen se evidencia la procedencia de Shunji Iwai dentro del campo de la publicidad y del vídeo-clip. Pero cuidado, no lo digo de una manera despectiva. Puede que otros directores hayan recogido una herencia negativa de esta parcela de su experiencia profesional, pero en el caso de Iwai este sabe aprovechar al máximo los recursos de la imagen de manera que es capaz de erigirla como unidad mínima de condensación. Por eso es especialista en crear momentos capaces de sintetizar todo el poder de significación de una película. Son instantes mágicos, recorridos por un lirismo arrebatador y una emoción sobrecogedora. Yo los llamo momentos Iwai, y en cada una de sus películas podemos aislar dos o tres que se instalan en nuestra memoria de manera permanente. En Todo sobre Lily hay muchos, pero yo me quedo con dos. Ambos tienen que ver con la figura de la niña prostituta que encarna Yû Aoi: cuando esta pasea junto al protagonista, Yuichi, de camino a casa después de haberse acostado con un cliente y le da el dinero que ha conseguido. Se siente sucia y perdida, lo arroja al suelo y lo aplasta y corre hacia un río cercano donde se sumerge para intentar lavar su conciencia. Más tarde, cuando descubre que ya no hay salvación para ella, justo antes de suicidarse, juega con unas cometas, siendo ese su último momento de felicidad. Iwai contrapone la altura que alcanzan esas cometas con la de la torre por la que se despeña la chica, y la condensación dramática a la que da pie con una simple imagen, es sencillamente sublime.
Todo sobre Lily es una película muy triste, muy dolorosa. En ella no existe la posibilidad de redención de sus personajes, no hay salida para ellos. Por eso su visión crea un irremediable poso de melancolía, de malestar sordo que ni siquiera es apaciguado por los Arabescos de Debussy y la música de Lily Chou-Chou. La textura de Todo sobre Lily es esponjosa, casi de ensueño, de vaporoso tono lo-fi, pero lo que en ella ocurre es tan brutal que el contraste no deja de producir una sensación de encogimiento, de malestar emocional agudo.
Recuerdo la primera vez que la vi. Pasaron varios días hasta que pude recuperarme, pero desde entonces, me hice fan de Lily Chou-Chou. Es una lástima que sea una artista inexistente, porque me encanta su música. Aunque quizás, esa sea la gran paradoja que explora el film: la necesidad que tenemos en la actualidad de encontrar algo que nos motive, con lo que nos podamos sentir identificados... aunque en realidad sepamos que todo es una gran mentira.


FA 4863

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