miércoles, 11 de julio de 2012

Tarsem Singh - The Fall (2006)


Hollywood, años veinte. Tras una desafortunada caída, un especialista en secuencias de acción es ingresado en un hospital. Allí conoce a Alexandria, una niña con un brazo roto a la que hace una promesa: si ella le consigue morfina, él le contará una historia maravillosa. El relato se extiende a todos los rincones del mundo. Remake de la película búlgara "Yo Ho Ho" (1981) de Zako Heskija. 


¿Por qué contamos historias? ¿Cuál es el poder detrás de eventos no ocurridos, pero que alcanzan a tocar nuestra mente y nuestro corazón? Esa es una pregunta que podríamos hacernos todos los que amamos inventar mundos y poblarlos de seres que toman su inspiración en lo que nos rodea, pero que guardan una vida propia.The Fall bien podría ser una película que nos habla de ello, aunque en realidad no pretende ser tanto una reflexión sobre los mecanismos de la narración, o de su impacto en nuestra psiquis, sino una celebración de la mentira y la locura, dos ingredientes básicos de todo creador de fantasías.

La segunda película de Tarsem Singh, The Fall tiene puntos en común con su anterior película, The Cell, una exploración de los abismos de la mente de un asesino en serie, que compensaba una narrativa simple con una imaginación visual como pocas veces se había visto. Si a The Cell se la podía acusar de parecer un prolongado anuncio publicitario de un perfume producido por un diseñador de alta costura, matizado, eso sí, por una demencia bastante atemorizante, The Fall podría ser víctima de las mismas críticas. Sin embargo, no son estas películas vacuas en donde la forma se come al contenido de la manera más sanguinaria. Este es uno de esos casos en los que, sin que quepa ninguna duda, la forma ES el contenido.

Algunos han querido emparentar The Fall con El Laberinto del Fauno, y es tentador hacerlo, pues ambas son fantasías que no niegan la oscuridad, sino que la asumen como parte esencial de lo que cuentan: no hay luz sin tinieblas, y mientras más rápido se aprenda eso, más fácil se pueden vencer los demonios. Pero en realidad más allá de eso no hay tantos parecidos, ni en lo estético ni en lo temático, y cada película recorre caminos muy diferentes.

The Fall cuenta la bella relación que se establece entre un doble de cine que tras un accidente ha perdido algo más que el andar, y una niña que convalece en el mismo hospital. La sinceridad de la interpretación de Catinca Untaru en el papel de la pequeña compañera del protagonista, es uno de los múltiples placeres que depara una película totalmente inusual en el panorama del cine actual. Pero aparte de eso, la película también corre muchos riesgos. Y es que para empezar, el guión no toma el camino fácil de narrar una historia a la manera tradicional, guiándonos por caminos establecidos, sino que nos deja a merced de las olas en mar abierto: toma caminos sin salida, vaga de un lado a otro, se corrige a sí mismo... Y todo porque la película no cuenta sólo la historia de los dos personajes dentro del hospital, sino que también nos hace partícipes de la historia que el actor le cuenta a la niña. No se puede decir que una sea más fuerte que la otra, porque en este caso la fantasía es tan importante como la vida real, y la una no podría existir sin la otra. Otra película que se inventaba sí misma a medida que iba desenvolviéndose era The Lady in the Water, de M. Night Shyamalan. Pero si esa era un ejemplo de cómo las cosas pueden salir mal cuando se improvisa un cuento cada noche antes de dormir y se lleva a la pantalla, The Fall sabe salir airosa del desafío en su mayor parte. Por supuesto que una película que desdeña la narrativa tradicional y se centra en apabullar al espectador con el más bello todavía corre el riesgo de perderlo en cualquier momento, pues no cuenta con un ancla que lo sostenga firmemente a la historia. Y pasa por momentos, pero nunca nos pierde, y si le ponemos un poquito de atención, nos recompensará ampliamente.

¿Pero de qué trata todo? Sería imposible hacer un recuento de la trama, pero baste saber que reune a varios personajes disímiles, casi una League of Extraordinary Gentlemen (uno de los personajes es nada menos que Charles Darwin), para llevar a cabo una misión arriesgada que no será precisamente un jardín de rosas. Y es que si la película comienza como una celebración de la fantasía y la imaginación, plagada de imágenes de ensoñación y un sense of wonder como hacía tiempo no veía, luego da un giro hacia el dolor de la realidad, y esa fantasía empieza a hundirse en las heridas de un corazón roto. Y ambos lados del espejo se entremezclarán, cada uno influyendo en el otro de manera decisiva.

Una celebración de la imaginación, de las historias, del cine (sólo al final comprenderemos totalmente por qué se llama The Fall), la película de Tarsem puede gustar o no, pero creo que es absolutamente necesaria de ver, en un mundo que nos agobia con la pesadez de la realidad y con una cartelera cinematográfica funesta. Les aseguro que pocas veces habrán visto una película como esta, y que por muy escépticos que sean, no podrán negar la fuerza que tienen algunas de sus imágenes. Un soplo de aire fresco cuando parece que las historias se repiten así mismas una y otra vez en la misma forma que siempre.



FA 4874

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