Las bailarinas gogó son tres chicas a las que tras una dura noche de trabajo les gusta montarse en sus coches, pisar a fondo, y buscar problemas. Por eso, cuando encuentran a una joven pareja en medio del desierto, y les retan a una carrera no es de extrañar que él acabe muerto, y ella sea raptada por las tres mujeres. En una parada para repostar, el encargado de la gasolinera les cuenta que en medio del desierto vive un viejo hombre con sus dos hijos, y que esconde una enorme fortuna. Las chicas se dirigen a la casa con el objetivo de que las inviten a pasar allí el tiempo necesario para averiguar donde está el dinero y desplumar a la familia...
Russ Meyer se aleja del nudie soft cultivado en sus películas anteriores (no sólo veremos grandes pechos, es más los únicos desnudos son de espaldas y en plano medio) para golpear con este cínico relato en forma de road movie, el paisaje desértico y las interminables carreteras dan sensación de libertad, de independencia, el eco del western planea la pantalla. Las mujeres no están retratadas sólo como suculentos trozos de carne a los que hincar el diente, al contrario, utilizan su belleza para su propio beneficio, y desde luego que le saben sacar partido, tejen su tela de araña hasta que algún incauto quede atrapado. Los hombres son retratados como una pandilla de patanes, paletos hipnotizados por el sexo en el club de bailarinas; estúpido y bobalicón en el caso del madel-man que se convierte en la primera víctima de las intrépidas protagonistas; el viejo ranchero es huraño, machista, misógino y pervertido, su hijo pequeño tiene la inteligencia justa para levantar pesas; el único que se libra de la quema es su hermano mayor Tommy, pero sucumbe ante la inteligencia superior de la viuda negra que es Varla. La violencia “de palabra y acto” como se anunciaba al comienzo se muestra con todo lujo de detalles, lucha sucia y sensual en la arena, tirones de pelo, arañazos felinos, pero también contundentes puñetazos y patadas de kárate, las chicas son guerreras, toda la rabia, actitud e irreverencia que Tarantino no supo verter en su decepcionante "Death Proof". Fotografía de ensueño en sucio blanco y negro, banda sonora que mezcla ritmos de jazz dignos del mejor film noir con el tema de surf rock de “The Bostweeds” , estética underground puramente sixties. El auténtico cine de Grinhouse, exploitation que no renuncia a los grandes diálogos, frases lacerantes, secas y directas como un puñetazo en la boca del estómago, los mansos no heredarán el desierto, más bien las arpías son las reinas del lugar, mucho más listas que los buitres. (Fagiafilia.blogspot.com)
FA 4024
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