El pulso del buen cine negro
Entré a ver Bajo sospecha sin demasiadas expectativas. No me hubiera extrañado encontrarme con el típico dejà vu que sí acompañaba a títulos como Al caer el sol. Sin embargo, me llevé una grata sorpresa, pues encontré un filme de alta calidad, con aroma a clásico y con estructura poco convencional.
La película no se anda con rodeos, pues entra en materia casi a los cinco minutos de haber empezado la proyección. Toda la trama se centra en el interrogatorio que se le realiza a un acaudalado abogado y a su atractiva y joven esposa. Él es el principal sospechoso del asesinato de dos menores con las que se le atribuía relaciones amorosas y sexuales, y, a través de la técnica del flashback, sin saber nunca si lo que en ellos aparece es lo cierto, iremos descubriendo la narración real de los hechos, mucho más complicados de lo que en principio parecía.
A parte de lo bien construido de la intriga, llevada con un pulso soberbio, lo que me cautivó de esta película es la profundidad que cobran los personajes conforme va avanzando la entrevista. Saldrán a relucir muchos trapos sucios: los celos, la perversión, el dinero, el interés, la soledad, la ambición, el sexo, el amor y la muerte se darán cita en un mismo escenario. Y lo que parecía un típico filme policíaco acaba resultando inesperadamente una película de desesperación y oscuridad romántica. O al menos es así como yo lo interpreté, aunque el final ha dado lugar a múltiples interpretaciones.
Como era de esperar, el duelo interpretativo entre Morgan Freeman y Gene Hackman, aparte de ser algo colosal, una lección magistral de dos veteranos, queda en tablas. Ambos aportan personalidad, fuerza y profundidad a sus respectivos personajes, llenos de fantasmas del pasado y de suciedad en el alma. La convencional superioridad del interrogante sobre el interrogado aquí es mucho más compleja, y la balanza irá inclinándose de un lado para otro a través de todo el metraje. También está en la película Mónica Bellucci, que cumple con corrección en su papel de mujer fría y sensual. Porque su relación con Gene Hackman también está llena de recovecos bastante relevantes en la investigación.
El estilo visual de la película es bastante de videoclip, pero en el buen sentido de esta palabra, que se suele usar como algo despectivo y no tiene por qué serlo. En general, está rodada por Stephen Hopkins con estilo, sobriedad y siguiendo los esquemas del buen cine negro.
En definitiva, es una película muy interesante, más centrada en la gran cantidad de diálogo, en la potencia interpretativa de unos protagonistas que apenas dejan de aparecer en la pantalla, y una descripción exhaustiva de los personajes. Vamos, un filme altamente recomendable, para luego analizar las complejas relaciones que se establecen entre todos y cada uno de los personajes. De inminente estreno, es una cita obligada para amantes del género negro y, en general, del buen cine.
FA 4009
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