El abuelo de Carla Subirana fue fusilado cuando acabó la Guerra Civil y nadie volvió a saber nada de él. La película propone un viaje personal que reflexiona sobre la pérdida de la memoria y la búsqueda de la propia identidad a través de la reconstrucción del pasado. Un pasado desconocido, un pasado que se escapa, que se pierde en el presente: un abuelo fusilado en el año 1940, una abuela que murió de alzheimer y una madre que sufre la misma enfermedad. Y es que todas las familias guardan secretos.
"Aparece una obra cinematográfica que pone de relieve que no todo está perdido en el cine español. Se trata de una película pequeña en apariencia (eso de la producción, la promoción, etcétera) pero enorme, grande, inmensa, extraordinaria en su esencia.
La película propone al espectador un viaje a lo más interior del ser humano, allí donde todas las dudas, pero también todas las certezas, se hacen realidad."
Del artículo de Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos en CIENDECINE de Noviembre
FA 3862
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