Chico (Charles Farrell) es un trabajador de limpieza en los alcantarillados de Paris. Diane es una desdichada jovencita, que es víctima de los abusos de Nana, su frustrada hermana mayor. Un día Chico rescata a Diane mientras era golpeada por Nana y viéndola en una profunda depresión suicida la lleva a vivir con él a su altillo en el séptimo piso de un edificio en Montmartre.
SEVENTH HEAVEN (El séptimo cielo, 1927. Frank Borzage) supuso por un lado un enorme éxito popular en el marco cinematográfico de los últimos compases del cine mudo, además de consagrar como una de las parejas románticas más populares de la pantalla a la que formaban Charles Farrell y Janet Gaynor. Estos llegaron a rodar bastantes películas más juntos, entre ellas otra película del mismo realizador STREET ANGEL (El ángel de la calle, 1928, Frank Borzage). Pero creo que por encima de todos estos elementos más o menos coyunturales –incluyendo los Oscars que la película logró en la primera edición de los premios de la Academia de Hollywood-, hay que destacar la obra de Borzage –más allá de sus propias y enormes cualidades-, por introducir y sobre todo consolidar una vertiente melodramática en la pantalla que el propio realizador iría prolongando en prácticamente toda su trayectoria. El director iría configurando un estilo personalísimo, intenso, cercano en algún momento con el fantastique, y al mismo tiempo valorando la fuerza del amor como elemento primordial en el desarrollo del individuo por encima de cualquier otro condicionante social o institucional.
De forma muy transparente todas estas características se pueden apreciar en el título que nos ocupa, un excelente film, aunque personalmente considere que hay otro título de Borzage –de entro los que he visto- que prefiero –me estoy refiriendo a LUCKY STAR (Estrellas dichosas, 1929) y aún no he podido contemplar otros títulos suyos posteriores –como el ya mencionado STREET ANGEL-. En cualquier caso, creo que es innegable destacar la fuerza, expresividad y romanticismo del método borzaguiano, al que aún no pocos achacan como “un imitador de Murnau”, pero creo que el paso del tiempo ha permitido redescubrir a este como uno de los más sinceros, personales y valiosos cultivadores del melodrama. Es más, creo que en la película que nos ocupa se trata de un título prácticamente paralelo en su realización con la excepcional SUNRISE (Amanecer, 1927. Friedrich W. Murnau), por lo que más allá de cualquier posible influencia, lo cierto es que ambos títulos se encuadran dentro de la política de producción “de prestigio” mantenida por William Fox para su recién fundado estudio.
SEVENTH HEAVEN se conserva magníficamente en su intensa modulación de melodrama romántico y en el que no faltan constantes elementos y detalles de comedia –una de las cosas que más me ha sorprendido del film-. Es esta segunda vertiente la que servirá fundamentalmente para describir los rasgos de Chico, caracterizado por su fuerza, honestidad y también por una alta consideración de sí mismo –“soy un tipo muy peculiar”, dirá en todo momento-, que siempre será vista con humorística relajación por parte del realizador e interpretada con impagable inocencia por Farell. Pero junto a este rasgo concreto, incluso en las secuencias de combate desarrolladas en la I Guerra Mundial, aparecerán detalles en esta línea, como el bombardeo del taxi del amigo de Chico, del que dirá amargamente su dueño que “murió en defensa de la patria”.
Por su parte la visión de Diane se caracterizará por el aporte esencialmente melodramático. Esta vive en una angosta habitación junto a su malvada hermana, que la maltrata cruelmente. Como en las mejores muestras del género en el cine mudo –y tendríamos que remitirnos a Griffith-, esa circunstancia límite propiciará el encuentro de Diane –que es sometida a una brutal paliza por su hermana en plena calle- con Chico, que aparece repentinamente abriendo la alcantarilla y conminando a esta a que deje de maltratarla –la secuencia es magnífica-. (...)
De todos es conocido el argumento de SEVENTH HEAVEN, aunque siempre es bueno detenerse en él de forma sucinta. Pero me gustaría destacar fundamentalmente una serie de hermosos instantes cinematográficos –algunos ya los he citado- que permiten componer el retrato de la que quizá sea una de las grandes historias de amor que ha ofrecido el cine mudo. En este sentido resultan modélicas las secuencias que van describiendo como esa relación se establece de forma sencilla en el contraste de la entregada abnegación de Diane y la aparente rudeza de Chico. Es así como se plantea la secuencia del corte de pelo que ella le realiza, o la posterior en la que la joven lo mira temerosa acurrucada en el camastro mientras su protector se va desvistiendo y lavándose. Ese proceso se irá acentuando cuando la muchacha pierda definitivamente el miedo al caminar por la cornisa que le permitirá llegar hasta la vivienda del matrimonio amigo –que se caracteriza por una disposición arquitectónica bastante singular en líneas diagonales-.
El paso del tiempo es el que ha permitido conectar esta película con el devenir posterior de la obra de Borzage. Por un lado es inevitable señalar que el entorno de SEVENTH HEVAEN –las luchas en la I Guerra Mundial tendrán una presencia destacada en varias de las más brillantes y logradas obras sonoras de su realizador-. Pero es que incluso esta influencia se da en la propia presencia física de los actores. No hay más que contemplar la primera aparición en escena de Charles Farrell ataviado de soldado, para comprobar el enorme parecido que este tiene con el posterior Gary Cooper de A FAREWELL TO ARMS (Adiós a las armas, 1932. Frank Borzage).
Al mismo tiempo, me gustaría resaltar la tendencia en esta película a dividir los encuadres y dejar una parte del mismo despejada, o con la presencia de ventanales, quizá intentando con ello que estos “respiren”. Con todas estas singularidades, con el respeto y pudor que inspiran sus principales personajes y transmiten al espectador con sencillez e intensidad, con la extraordinaria química que ofrecen los aparentemente antagónicos protagonistas, la apuesta por la individualidad del individuo por encima de la influencia de las instituciones que despliega en la misma y su inventiva cinematográfica –esa grúa que eleva a los protagonistas hasta la buhardilla en la que él vive; la subida final de este por medio de planos llenos de fuerza expresiva; el halo de luz final que envuelve la pareja de enamorados bigger than life-, SEVENTH HEAVEN es uno de los referentes incuestionables del melodrama, y en sí mismo una magnífica película, llena de frescura y vitalidad.(Cinema de Perra Gorda)
FA 3882
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