El señor Letinguois es un hombre que tiene una librería en las orillas del Sena. Le gusta mucho la literatura y es un verdadero discípulo de Epicuro. Su principal obsesión es observar a los transeúntes a través de prismáticos. Así ayudará al mendigo Boudu que, inconsolable tras la pérdida de su perro, acaba de tirarse al Sena. Lestinguois lleva a Boudu a su casa, lo que creará desorden en el universo tranquilo y ordenado al que se ve acostumbrado.
A lo largo de la historia del celuloide, los antihéroes han representado un papel fundamental como el reverso necesario de los héroes. Uno de esos antihéroes por antonomasia es Boudu, el protagonista de la película de Jean Renoir Boudu salvado de las aguas (1932). Boudu sauvé des eaux, como reza su título original, es una adaptación de la obra teatral homónima, de 1925, escrita por René de Fauchois y, como ella, constituye una mordaz sátira social sobre la hipocresía y los valores de la burguesía de la primera mitad del siglo XX.Esta excelente y divertidísima comedia de Jean Renoir cuenta la historia de Boudu (magníficamente interpretado por Michel Simon), un vagabundo que se arroja al Sena después de haber sido abandonado por su perro (¿acaso existe mayor traición?).Se trata de un canto a la libertad, pues Boudu, que nada posee, tiene, sin embargo, la fortuna de ser libre. No obstante, habrá un intento de coartar su libertad cuando el señor Lestignois le impida suicidarse y decida erigirse en su benefactor. Lestignois, librero hedonista y bondadoso, decide acoger al mendigo para sociabilizarlo. Sin embargo, Boudu sembrará el caos en la casa, dinamitando las bases de la convivencia familiar del hogar burgués. Irónicamente, este Boudu-Moisés (el paralelismo es evidente: Moisés significa 'salvado de las aguas') es ya un hombre adulto (y no un niño, como el profeta hebreo) cuando lo rescatan de las aguas. Además, su cariz anárquico y ácrata, al margen de toda ley y todo poder, tiene poco que ver con el del autor de la Torá.Ahora bien, Boudu, que es un provocador desvergonzado e impúdico, posee sentimientos puros. Al contrario, Lestignois, su mujer y la criada, que otorga al señor los favores que su esposa le niega, representan esa doble moral de la clase media francesa de la época, hipócrita e inmoral. A pesar de ello, los personajes están vistos con humor y mucha ternura. Es interesante el contraste entre la vida burguesa, que transcurre en interiores, y la vida del "clochard", que se mueve en espacios abiertos, en contacto con la naturaleza. Y es curioso cómo esos espacios tan cerrados de la librería y la casa del señor Lestignois se abren con la llegada de Boudu.Particular importancia tienen esos toques teatrales con que está aderezada la película. El guiño más importante es, sin duda, ese prólogo teatral, que podríamos considerar metanarrativo, con el cual Renoir, a modo de introducción, nos habla de su concepción del teatro y de la relación de este con la vida. Sin embargo, Renoir no concibe el teatro como una representación de la vida. Para él, el teatro es anterior a la vida, y esta debe salir de aquel como de un espejo.Otra pincelada teatral clave para comprender el filme aparece en la escena en la cual el señor Lestignois observa con su catalejo, a través de la ventana, el ir y venir de las gentes.
FA 3889
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