Según el propio Fellini: film insólito, misterioso e inquietante, que adaptó a la perfección la exquisita fantasía mágica de Poemas de un lunático, de E. Gavazzoni.
Fellini consideraba que la relación entre cine y literatura, en el caso de que exista, ha de ser una relación libre y totalmente despojada de ataduras entre una obra y la otra. El hecho de adaptar de manera fiel un texto literario, suponía para el autor de La Dolce Vita borrar su esencia original, negársela.
Establecida esta premisa, no es de extrañar el hecho de que tanto Satyricon (1969), como Il Casanova (1976), dos de las escasas obras que Fellini adaptó a partir de un texto literario, difiriesen en mucho de los originales, llegando a jactarse en numerosas ocasiones el mismo Fellini de haber "reinventado" el texto primigenio. En el caso que nos ocupa, La voce della Luna, el último film realizado por Fellini, se trató de nuevo de una adaptación bastante libre de la novela Il poema dei Lunatici (Ermanno Cavazzoni, 1987). El poema trataba sobre la locura, representada en la influencia lunática sobre dos personajes bastante curiosos: Ivo Salvini (Roberto Benigni), un hombre que acaba de salir de un hospital psiquiátrico sin estar curado, aunque de hecho es inofensivo; y del prefecto Gonnella (Paolo Villaggio), un funcionario que también ha perdido la razón y que cree que todo lo que le rodea es falso. Ambos personajes se encuentran en un extraño pueblo, del que Fellini nunca dio el nombre en el que se inspiraba, aunque dijo que pretendía situarlo en la zona pantanosa del río Po. Ivo se va encontrando en su camino a otros seres marginales, como su amigo Nestore, a quien su nifómana mujer ha dejado por un carnicero del barrio, y que está obsesionado por los tejados, o su enamorada Aldina, una rubia de tez pálida a quien Ivo identifica por esto con la imagen misma de su amada luna.
Fellini adaptó a rasgos generales el texto de Cavazzoni, trabajando para ello con el mismo autor del poema en la escritura del guión. Pero el director se sirvió del texto para insertar de nuevo en la obra sus propios fantasmas, algunos de los temas que a lo largo de su carrera le habían obsesionado. El tema de la locura fascinaba a Fellini, de hecho uno de sus proyectos malogrados había de ser el que trataba sobre un hospital psiquiátrico en la Toscana italiana, –por no hablar de la galería de extraños personajes y situaciones que pueblan gran parte de sus films–. La estructura narrativa de la película (el guión, según se cuenta, nunca llegó a materializarse realmente, tratándose más bien de un esqueleto argumental que el director iba alterando y modificando durante el mismo rodaje) no es en absoluto una estructura clásica, ni tan sólo una estructura narrativa coherente. Se trata más bien de una serie de episodios de corte surrealista vividos por ambos personajes y por la galería de secundarios que se cruzan en sus caminos. El poema de Cavazzoni estaba narrado en primera persona, hecho que dificultó sin duda la transposición al lenguaje cinematográfico por la imposibilidad de utilizar el recurso de una voz en off que hubiera destruído la credibilidad en la locura de Ivo Salvini. (Miradas de Cine)
FA 3829
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