Tartufo o el hipócrita
Fábula moral basada en la famosa comedia de Moliere sobre la
hipocresía de un hombre que quiere adueñarse de una gran fortuna. (FILMAFFINITY)
“Tartufo” es una obra de teatro encantadora, divertida,
valiente, crítica. No obstante haber sido escrita por Jean Baptiste Poquelin
(mejor conocido como Moliére) en 1664, conserva su plena vigencia con el paso
de los siglos porque refleja y sanciona, con el mayor de los tinos, algunos
infortunados comportamientos de extremada asiduidad entre los seres humanos: La
hipocresía es la base central de la obra, pero de paso, también hay lugar para
darle una patada bien trasera a la credulidad y para objetar el afán de
disponer de la vida de los hijos para casarlos con quien al padre (o a la
madre) se le antoje. Son estos, despropósitos que han causado infinitos males y
que han lesionado moralmente a innumerables seres humanos a lo largo de muchos
siglos.
La crítica de Moliére apuntaba sus flechas contra los tantísimos impostores que, vestidos de “espiritualidad”, se aprovechan de la ingenuidad y de la credulidad de los creyentes para arrebatarles sus bienes y sus herencias, y fue tan certera la recreación contenida en su magnífica obra que, altos prelados de la iglesia, se pronunciaron contra ella y, en muchos lugares, fue incluso prohíbida su lectura.
La crítica de Moliére apuntaba sus flechas contra los tantísimos impostores que, vestidos de “espiritualidad”, se aprovechan de la ingenuidad y de la credulidad de los creyentes para arrebatarles sus bienes y sus herencias, y fue tan certera la recreación contenida en su magnífica obra que, altos prelados de la iglesia, se pronunciaron contra ella y, en muchos lugares, fue incluso prohíbida su lectura.
Quién sabe por cuales circunstancias de la vida, en 1925, Friedrich W. Murnau se sintió tentado a llevar al cine una versión libre de "TARTUFO" que había escrito Carl Mayer. El tono de la obra se había convertido en un drama, desaparecían la mayoría de los personajes secundarios, y se incluía un prólogo y un cierre ambientados en la época actual, con lo que se demostraba la vigencia de la hipocresía y su carácter de eterna entre la especie humana.
Para los puristas y fieles a la obra original, este filme de seguro les traerá desencanto. Pero, en mi caso -aunque la obra de Moliére me resulta de muy grata recordación y me encantaría ver una adaptación cinematográfica con todos sus personajes, que se ajustara a sus magníficos diálogos y a su fabuloso tono de comedia mordaz y edificante- la versión de Murnau también me agrada porque creo que logra, con su proverbial eficacia fotográfica y con actores muy calificados, dar cuenta del mensaje principal de Moliére pese a que, por tratarse de cine mudo, era obligado hacer más visual lo que en la obra se sostiene, en mucho, con base en los diálogos.
El filme, probablemente, lo disfrutarán más quienes no hayan leído la obra, pero les sugiero que la lean luego porque, “TARTUFO”, es un gusto que nadie debe perderse. ¡Ah! Y al final, estoy seguro que desearán regalársela al cura de su barrio, a la profesora de su hijo(a), a su querida suegra… o al político de la familia, pues en estas comunidades abunda la hipocresía. ¿O qué tal que, de pronto, fueras tú quien debiera mirarse en el espejo?
¿Cuándo habrá de ser que actuaremos con los demás como nos gustaría que actuaran con nosotros? (Luis Guillermo Cardona)
FA 8508
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