Compositor de canciones. Poeta.
Icono de la contracultura. Y consumado seductor. Todo eso es el canadiense
Leonard Cohen, un grande de la música desde que apareció en escena en 1967.
Este documental le rinde homenaje. (FILMAFFINITY)
Dice
Wim Wenders que Leonard Cohen. I’m your man es
el mejor documental musical que ha visto nunca. Y lo será muy probablemente
porque, primero, al alemán le entusiasma Leonard Cohen y, segundo, porque es la
primera vez que el canadiense se presta a protagonizar uno, y eso multiplica, y
de qué manera. Ahora bien, si hiciéramos el ejercicio de obviar nuestra
veneración por Cohen, el documental de la directora Lian Lunson (su segundo
musical después de Willie Nelson:down home) no nos provocaría tanto elogio. Un
documental-tributo correcto, emocionante, como no puede ser de otra manera por
el sensacional arsenal humano y poético con el que trabaja, y con un lastre
insoportable: la presencia de Bono y los U2, aunque lo diga entrando de nuevo
en el delicado plano del gusto musical, que actúan como una especie de
legitimación popular del ídolo y que provocan efectos devastadores, sobretodo
en la última actuación, la única en la que vemos cantar a Cohen.
El documental gira entorno a tres elementos: las actuaciones del concierto-tributo a Cohen, las entrevistas a algunos de sus participantes, y el gran logro y auténtico sustento del film: la memorable entrevista a Cohen repasando su vida con las actuaciones intercaladas como ilustraciones de la misma. En las actuaciones veremos al bueno de Nick Cave, a los hermanos Wainwright o Antony Hegarty; o lo que es lo mismo: Australia, Canadá y Nueva York, los tres vértices del mapa geográfico-sentimental del documental (pero no veremos a Bill Callahan, Will Oldham ni a Jeff Tweedy, por ejemplo). Australia, porque el concierto, fechado en 2005, se celebra en Sidney, abriendo Nick Cave con I’m your man; Canadá porque naturalmente es la tierra de Cohen, y la tierra de Kate y Anna McGarrigle (amigas y cantantes de quinta de Cohen, algo así como unas Vainica Doble canadienses) y la de sus hijos Rufus y Marta Wainwright (siempre geniales, con la emoción añadida de ser vecinos y amigos de la familia Cohen); y Nueva York por ser su segunda casa, símbolo de símbolos, y donde a instancias de la moderna y sabia Laurie Anderson se incluyeron para el filme las actuaciones de Jarvis Cocker (el toque obrero necesario), Antony de Antony and the Johnsons (sin duda la actuación más estremecedora) y Beth Orton (algo más que una cuota femenina indie).
Pese a las dudosas derivas estéticas de su directora (Mel Gibson es uno de los productores) y, repito, la inclusión de los U2 como colofón final (qué diferente hubiera sido ver al señor Cohen cantar al lado de un joven cantautor contemporáneo que simbolizara de alguna forma la continuidad ética y espiritual de su tradición), no cabe duda que el mejor escritor de canciones de la historia moderna, con permiso de Dylan, ya tiene el documental ideal, sencillo y efectivo, para seducir a los iniciados, emocionar a ratos a sus seguidores, y hacer recordar a sus coetáneos.
El documental gira entorno a tres elementos: las actuaciones del concierto-tributo a Cohen, las entrevistas a algunos de sus participantes, y el gran logro y auténtico sustento del film: la memorable entrevista a Cohen repasando su vida con las actuaciones intercaladas como ilustraciones de la misma. En las actuaciones veremos al bueno de Nick Cave, a los hermanos Wainwright o Antony Hegarty; o lo que es lo mismo: Australia, Canadá y Nueva York, los tres vértices del mapa geográfico-sentimental del documental (pero no veremos a Bill Callahan, Will Oldham ni a Jeff Tweedy, por ejemplo). Australia, porque el concierto, fechado en 2005, se celebra en Sidney, abriendo Nick Cave con I’m your man; Canadá porque naturalmente es la tierra de Cohen, y la tierra de Kate y Anna McGarrigle (amigas y cantantes de quinta de Cohen, algo así como unas Vainica Doble canadienses) y la de sus hijos Rufus y Marta Wainwright (siempre geniales, con la emoción añadida de ser vecinos y amigos de la familia Cohen); y Nueva York por ser su segunda casa, símbolo de símbolos, y donde a instancias de la moderna y sabia Laurie Anderson se incluyeron para el filme las actuaciones de Jarvis Cocker (el toque obrero necesario), Antony de Antony and the Johnsons (sin duda la actuación más estremecedora) y Beth Orton (algo más que una cuota femenina indie).
Pese a las dudosas derivas estéticas de su directora (Mel Gibson es uno de los productores) y, repito, la inclusión de los U2 como colofón final (qué diferente hubiera sido ver al señor Cohen cantar al lado de un joven cantautor contemporáneo que simbolizara de alguna forma la continuidad ética y espiritual de su tradición), no cabe duda que el mejor escritor de canciones de la historia moderna, con permiso de Dylan, ya tiene el documental ideal, sencillo y efectivo, para seducir a los iniciados, emocionar a ratos a sus seguidores, y hacer recordar a sus coetáneos.
Leonard
Cohen, Nick Cave, Rufus Wainwright, Martha Wainwright, Berth Orton, Linda
Thompson, Teddy Thompson, Jarvis Cocker, The Handsome Family, Antony, Julie
Christensen, Perla Battala
FA 8446
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