Cuéntame tu vida
(Spellbound, EEUU-1945) dirección: Alfred Hitchcock. Argumento: novela de Francis Beeding. Guión: Ben Hecht, Angus McPhail. Fotografía: George Barnes. Música: Miklos Rozsa. Montaje: Hal C. Kern. Productor: David O. Selznick. 111'.
Elenco: Ingrid Bergman (Constance Peterson), Gregory Peck (John Ballantine), Michael Chekhov (Dr. Alexander Brulov), Leo G. Carroll (Dr. Murchison), John Emery (Dr. Fleurot), Steven Geray (Dr. Graff).
Cuéntame tu vida
Por Carlos A. Salgado
Un día de 1944 Hitchcock encontró una novela titulada The House of Dr. Edwardes, publicada en 1927, y la ofreció como proyecto para un film al productor David O. Selznick, que por ese entonces era su jefe. Selznick se mostró reacio: la novela se desarrollaba en un sanatorio para enfermos mentales que terminaba en manos de un grupo de adoradores de Satán. En opinión del productor, ese material no era digno del director de la elegantísima Rebeca (1940): sus elementos fantásticos parecían más propicios para una producción de clase B, tal vez con Boris Karloff.
Pese a sus dudas, Selznick aprobó el proyecto poniendo como condiciones que Hitchcock suprimiera la zona sobrenatural de la trama y que trabajara la adaptación con el eficaz guionista Ben Hecht. Según Hitchcock, fue Hecht quien sugirió la idea de prestigiar el proyecto cambiando a Satán por Freud. La zona policial de la trama podía ganar originalidad -y hasta una apariencia de solidez científica- si la solución del enigma del film dependía de la aplicación de las teorías psicoanalíticas, que en ese momento eran una relativa novedad en Estados Unidos y, en todo caso, estaban de moda.
Para Selznick, que hacía terapia desde 1943, la idea de Hecht terminó de convencerlo de la viabilidad del proyecto. Por su parte Hitchcock tomó alegremente la propuesta seducido por su potencial visual pero sin preocuparse demasiado por la "solidez científica". De hecho, cuando una asesora contratada por Selznick objetó una situación del rodaje, Hitchcock le respondió paternalmente: "Pero muchacha, es sólo una película...".
Selznick estaba especialmente preocupado por lograr que Hitchcock no se excediera en el tiempo del rodaje, cosa que había sucedido ya en Rebeca. Pese a que el film está lleno de imágenes de compleja realización, Hitchcock terminó a tiempo y por debajo del presupuesto previsto. Faltaba sólo la producción de una escena onírica, que era esencial porque encierra la clave del enigma del film. Hecht había escrito una descripción de dicha escena procurando que fuera lo más psicoanalíticamente verosímil que fuera posible y Hitchcock no deseaba recurrir a los clichés hollywoodenses. "Los sueños se hacían siempre con cortinas de humo y un poco fuera de foco, pero yo quería hacer otra cosa. Quería imágenes definidas y precisas, más nítidas que el propio film. De manera que con Hecht pensamos que el estilo de Salvador Dalí era el ideal para visualizar esas imágenes alucinatorias".
Selznick aceptó la propuesta entusiasmado con tener un nombre de prestigio más para promocionar su film y Dalí entregó cinco pinturas que fueron tomadas de base por los escenógrafos del film para crear la secuencia onírica. En una de sus imágenes hubo, incluso, una autoreferencia: la tijera que corta el dibujo de un ojo recuerda inevitablemente a navajazo inicial de Un perro andaluz (Un chien andalou, 1929), que Dalí y Bueñuel habían hecho en plena fiebre surrealista y también bajo la influencia de las teorías del psicoanálisis. Hitchcock supervisó el rodaje de una primera versión de la escena, de unos veinte minutos de duración, pero Selznick no quedó conforme con el resultado y pidió primero al diseñador William Cameron Menzies y luego al especialista en efectos especiales Jack Cosgrove que hicieran ajustes y la abreviaran. El tiempo y el esfuerzo dedicados a la escena pusieron al film muy por encima del presupuesto y además demoraron el estreno durante varios meses. El título Spellbound reemplazó al de la novela luego del rodaje: Selznick fue uno de los primeros grandes creyentes en el sistema de encuestas y las que encargó sobre el particular lo indujeron a realizar el cambio.
Cuéntame tu vida es un film atípico en la filmografía de Hitchcock y sus devotos están lejos de considerarlo entre sus preferidos. Contiene, sin embargo, algunas de las imágenes más sugestivas de toda su obra y fue un film pionero en varios sentidos: introdujo de manera explícita el psicoanálisis por primera vez en un policial y reflejó de manera temprana y original el estado anímico de la posguerra. En este sentido el film tiene un correlato en una película alemana de Georg W. Pabst titulada Misterios de un alma (Geheimnisse einer seele) hecha en 1925, que, de un modo similar, sintetizó en la primera posguerra el interés por las teorías de Freud y planteó un enigma -no policial sino intimista- cuya solución se encuentra en las imágenes surreales que sueña el protagonista.
El film de Hitchcock también fue pionero en el uso que hizo el músico Miklos Rozsa del particular sonido del Theremin, abuelito de los instrumentos electrónicos. Su particular ulular se transformó en el perfecto equivalente sonoro de la sensación de extrañamiento e inestabilidad psíquica.
FA 4100
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