domingo, 18 de septiembre de 2011

Max Ophüls - Lola Montès (1955)


La última cinta que filmara el gran Max Ophüls es un extraño experimento narrativo: Lola Montes es una mujer de legendarias dotes de seducción, que tuvo amantes famosos y desconocidos, que fue reina en salones europeos y que ahora vive vendiendo esos recuerdos de glorias pasadas en el escenario de un circo. Y el filme, estructurado en base a esas migajas que ella va dejando caer, es una joya sobre la memoria, el deseo y la soledad. 

Esta película es la última que rodó Ophüls, filmada en un majestuoso cinemascope y la única que realizó en color.Jacques Natanson, Annette Wademant, Franz Geiger y M. Ophüls escribieron el guión de 'Lola Montes' a partir de una novela corta inédita en aquel momento de Cécil Saint-Laurent (Jacques Laurent) titulada “La vie extraordinaire de Lola Montes”. De hecho, no se publicó hasta muchos años más tarde, en 1972. El relato se basa a su vez libremente en la azarosa vida de María Dolores Elisa Regina Gilbert o María Rosa Gilbert, según las fuentes, más conocida como Lola Montes. Ésta nació en 1818 o en 1821, en Irlanda o Escocia. Falleció en 1861 en EEUU, prematuramente envejecida a causa de una vida de excesos. Entre sus amantes tenemos a Franz Liszt, Luis I de Baviera, artistas, militares, empresarios, estudiantes, etc. De temperamento independiente y aventurero, era liberal, lujuriosa, fumadora de tabaco, atractiva y seductora. Tras una vida intensa e itinerante, terminó trabajando como telonera en un circo de los EEUU. Es decir, que parte de un personaje real pero, como pasa en muchas ocasiones, muy mitificado y rodeado de leyendas.
Aparte de usar como base la novela de Jacques Laurent, el guión se inspira en diversos hechos de la agitada vida hollywoodiense, como los amores tumultuosos de Zsa Zsa Gabor, los romances efímeros de Elizabeth Taylor o las depresiones de Judy Garland.
El rodaje tuvo lugar en diversos escenarios naturales de Niza, Paris y Baviera (Bamberg y Castillo de Pammersfelden) y en platós de Bavaria Filmstudio (Munich) y Franstudio (Joinville-le-pont). Ophüls contó con un presupuesto de 8 millones de marcos alemanes o dos millones de dólares de los años cincuenta. Destaca especialmente la espléndida fotografía de Christian Matras, en color (Eastmancolor) y Scope. Matras consigue dotar a las imágenes creadas por Ophüls de una vistosidad apabullante. Imágenes en continuo movimiento, sello inconfundible del director. Citando a Alain Douarinou, operador de cámara, "A Ophüls le gustaba el movimiento. Él mismo siempre se movía. Hablaba mientras caminaba. Sólo concebía la vida en movimiento, el movimiento de los actores y los movimientos de cámara de los que tanto se habló."
Aunque Ophüls siempre tuvo las ideas tan claras que dejaba al pobre Matras con un margen de maniobra en ocasiones mínimo. Como nos cuenta Truffaut en "El placer de la mirada": "Un día hice una visita a Max Ophüls, quien me invitó a observar unos rushes (primeras pruebas): eran largos planos de la carretera de Niza, enrojecida artificialmente por Ophüls, que incluso había teñido las mismas hojas. Max Ophüls no estaba en la sala y Christian Matras, excelente director de fotografía de la película, no escondía su indignación: "¡Nunca se ha visto que una carretera sea roja!, ¡y esas hojas...! No queda natural...". El director de fotografía de 'Lola Montes', el colaborador más directo de Max Ophüls, ignoraba las intenciones del cineasta; quizás incluso ignoraba por qué Ophüls había hecho pintar la carretera y las hojas (cada episodio de 'Lola Montes' corresponde a una estación, y el sketch de la aventura con Listz debía ser otoñal)".
En el mismo libro, Truffaut narra otra anécdota que también deja patente lo clara que tenía en la cabeza Ophüls la película: "En otra ocasión, fui a ver a Ophüls al estudio; estaba preparando un plano que rodaría por la tarde. El decorado representaba el apartamento de Martine Carol en Niza, donde Peter Ustinov le propondrá que se juegue la vida en su circo. A lo largo de la escalera -la obra de Ophüls está llena de escaleras porque la acción de subir escalones es aún más física que la de caminar- había pequeños cristales transparentes. Ophüls discutía con su director de producción, su viejo amigo Ralph Baum: "¡Ralph, quiero cristales de colores, de diferentes colores, en lugar de éstos!". El director de producción trataba de conciliar los deseos artísticos del director con los imperativos financiero del productor: "Max, estos cristales ni siquiera se verán en la pantalla porque el movimiento de la grúa es demasiado rápido y enseguida aparece Ustinov en lo alto de la escalera." "Ralph, sigo queriendo estos cristales de colores, ¡y a toda costa!". Por mi parte, yo daba la razón a Ralph Baum, puesto que parecía evidente que era un detalle sin importancia.
El día que vi la película por primera vez -día que se debería señalar con una piedra blanca- comprobé que, tras irme del plató, Ophüls se había salido con la suya. Vi la silueta de Ustinov perfilarse detrás de los cristales de colores, trepando por la escalera pesadamente, como un elefante, acompañado por una música de circo, y comprendí la intención de Ophüls: Ustinov es el hombre del circo y su llegada a la vida de Lola debía evocar un ambiente circense [...]".
También es digna de mención la banda sonora de Georges Auric, de gran variedad: marchas circenses, composiciones de ballet, tres valses, cortes descriptivos... Y además un breve corte al piano de Liszt.
Para interpretar a la protagonista se eligió a Martine Carol, actriz con gran tirón en la época, lo cual no sirvió de nada a la hora de asegurar el éxito en taquilla. Acompañando a Martine Carol tenemos a Peter Ustinov, Anton Walbrook, Ivan Desny y Oskar Werner, entre otros.
Como se indicó arriba, el estreno del filme en 1955 fue un auténtico fracaso comercial. Presionado por los productores, Ophüls supervisó un primer remontaje. Se reordenó la historia de forma cronológica, dando al traste con el planteamiento narrativo en flashbacks. Asimismo se suprimieron algunas escenas. La película se vio reducida de 115 a 90 minutos. Para la premiere en EE.UU a finales de 1956, la duración se redujo hasta durar solamente 75 minutos.Se llegó incluso a remezclar el sonido y manipular la variedad lingüística del filme, doblando al francés los pasajes en alemán.
En una entrevista en Cahiers du Cinema, poco después de su estreno en el cine Le Marignan de París, Ophüls ya se lo dijo bien claro a François Truffaut y Jacques Rivette, , refiriéndose a los productores: "No solamente faltan al respeto hacia lo que he hecho, sino que, además, no saben leer."
Fueron tantos los desmanes realizados con 'Lola Montes' que Max Ophuls llegó a renunciar a su autoría.
Antes de que Ophüls empezara a rodar 'Lola Montes', en febrero de 1955, Truffaut se ofreció para trabajar como ayudante. Ophüls le animó y a finales de enero Truffaut firmó con Gamma Films y su jefe de producción, Ralph Baum, como ayudante en prácticas durante cinco semanas con un salario de 12.000 francos al mes. Pero el contrato se anuló. Con su larga experiencia en el cine, Baum probablemente tenía cierto miedo a dar a un crítico indiscreto un trabajo en una película tan ambiciosa y complicada. También hay quien aduce motivos financieros. Ophüls escribió a Truffaut el 17 de febrero lamentando la revocación del contrato. Esta carta la podéis leer aquí.
A principios de marzo, Truffaut asistió como periodista acreditado por Arts durante una semana a Niza, al rodaje de 'Lola Montes'.
En el estreno en París, el 20 de diciembre de 1955, en el Teatro Marignan, en los Campos Elíseos, el distribuidor anunció a los espectadores que iban a asistir a una proyección que se salía de lo habitual y que estaban a tiempo de recuperar su dinero. En las primeras proyecciones, parte del público montó un gran escándalo en señal de protesta, hasta tal punto que tuvo que ir la policía en más de una ocasión. Es decir que la película fue denostada por un público que buscaba otro tipo de espectáculo más acorde con lo que estaban acostumbrados, algo que no requiriese ningún esfuerzo por su parte, algo, en definitiva, más liviano.
Truffaut estaba en primera línea de lo que él llamó la "batalla del Marignan". Éste, que a sus 23 años ya era uno de los críticos más polémicos de Francia, defendió con uñas y dientes 'Lola Montes': “Como la heroína que da título a la película, 'Lola Montes' corre el riesgo de provocar un escándalo y exacerbar los ánimos. ¡Si hay que luchar, lucharemos! ¡Si hay que debatir, debatiremos! Este es, de verdad, el cine que hay que defender hoy, en 1955; un cine de autor que es al mismo tiempo un cine con ideas, donde la imaginación brota con cada imagen, un cine que no regresa a la preguerra, un cine que echa abajo puertas que han permanecido cerradas desde hace mucho tiempo”.
Hubo otras voces que se alzaron en defensa del filme. Claude Mauriac se refirió a la imaginería "delirante, orquestada con un virtuosismo que no se desdice". Francois Vinneuil dijo que era un "film para los poetas y los artistas". Los críticos de la “nouvelle vague” la reivindicaron como una obra maestra.Y ya vimos al principio del post el alegato que hicieron a favor de 'Lola Montes' algunos colegas del cineasta.
Pero gran parte de la crítica no acogió con buenas palabras a 'Lola Montes'. Por ejemplo, Jean Thévenot habló de "pesadez de estilo". Georges Sadoul la calificó de de "vanguardismo vociferante".
En los primeros meses de 1957, el director alemán Max Ophüls había sufrido un ataque cardíaco y estaba internado en un hospital. Y allí siguió recibiendo noticias de más tropelías contra su película. Como ya dijimos, según muchos, esto influyó en su muerte.
Jon Halliday escribió sobre Ophüls: "Cuando Max Ophüls murió en un hospital de Hamburgo en 1957, a los 55 años, el libro que estaba en su mesilla de noche era Fausto, de Goethe. Y lo mismo que Fausto permanecerá probablemente fuera del alcance del cine, el trabajo de Max Ophüls posiblemente quedará siempre fuera del alcance de las palabras, de la crítica verbal. No hay descripción capaz de capturar la esencia del cine de Ophüls. Un análisis puramente temático o estilístico quedaría completamente hueco al compararlo con la increíble riqueza de lo que Ophüls logró impresionar en el celuloide."
El productor Pierre Braunberger compró allá por 1967 los derechos de la película y produjo una versión más parecida a la concepción de Ophuls. Pero no es hasta 2008 cuando la Cinematheque Française realiza un extraordinario trabajo de restauración y reconstrucción, fiel a los deseos de su director, con los colores, el sonido y el montaje original.Como curiosidad, el filme que nos ocupa es objeto de homenaje en 'Lola', dirigida por Jacques Demy en 1961. (Cine para Gourmets)

"'Lola Montes' supone una aventura nueva, audaz y necesaria; es un film muy importante que llega justamente en el momento en que el cine precisa, con urgencia, un cambio de aires. Hemos oído decir: no le gusta al público y las películas se hacen para el público... Por otra parte, al no parecerse 'Lola Montes' a lo que vemos habitualmente en las pantallas, es normal que el público pueda sentirse perplejo. Nos preguntamos si los espectadores que entran ya en la sala desorientados por tantas voces discordantes tendrán el valor, si la película les gusta, de manifestarlo abiertamente. Creemos que, ante todo, 'Lola Montes' es un acto de respeto hacia el público, a menudo maltratado con espectáculos del más bajo nivel, que alteran su gusto y su sensibilidad. Esta película no es un divertimento. Hace reflexionar, pero creemos que el público también quiere pensar. ¿Por qué un hombre puede apreciar un libro de una cierta calidad y rechazar un film de esa misma altura? Defender 'Lola Montes' supone defender el cine en general, ya que todo intento serio de renovación es un bien para el cine y para el público." R. Rossellini, Jacques Becker, J. Cocteau, P. Kast, Christian Jaque, J. Tati, A. Astruc, texto publicado en el diario Le Fígaro, París, el 5 de enero de 1956

FA 4388

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