El silencio antes de Bach
En este homenaje a la música de Johann Sebastian Bach,
Portabella se acerca a ella de variadas maneras, en diferentes capítulos,
momentos o viñetas, en los cuales experimenta dispares asociaciones entre el
cine y la música. Yendo del presente al pasado, de un país a otro, y de uno a
otro idioma, la música de Bach se corresponde en la creación de Portabella con
movimientos de pianos, pasos de danza de un caballo, o de un organista ante el
instrumento, y llega a momentos sublimes como cuando es ejecutada por decenas
de violoncelistas que tocan una suite en el subterráneo, o por un camionero en
su fagot, por una bella intérprete de celo, o por un angelical coro de niños.
Obviamente, el film nos evoca la Crónica de Anna Magdalena Bach, del matrimonio Straub-Huillet, pero Portabella pone un acento posmoderno en su anti-biopic, en el cual no es la figura del compositor lo más importante sino su música y el poder de la misma.
No hay reglas para estas fascinantes asociaciones entre música e imagen, que llegan hasta la representación abstracta de una obra para clave. Portabella demuestra que música, historia, matemáticas, religión, humor y erotismo, y hasta aquello más cotidiano, están íntimamente relacionados y forman parte de la cultura europea y en parte también de la nuestra. (Josefina Sartora - BAFICI 08)
Obviamente, el film nos evoca la Crónica de Anna Magdalena Bach, del matrimonio Straub-Huillet, pero Portabella pone un acento posmoderno en su anti-biopic, en el cual no es la figura del compositor lo más importante sino su música y el poder de la misma.
No hay reglas para estas fascinantes asociaciones entre música e imagen, que llegan hasta la representación abstracta de una obra para clave. Portabella demuestra que música, historia, matemáticas, religión, humor y erotismo, y hasta aquello más cotidiano, están íntimamente relacionados y forman parte de la cultura europea y en parte también de la nuestra. (Josefina Sartora - BAFICI 08)
FA 4304
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