ANATOMÍA DE UNA RELACIÓN
"Para mí," escribió Luc Moullet, "no hay
inteligencia y estupidez, sino más bien inteligencia-estupidez." Crítico
de los Cahiers que definiera admirativamente a Samuel Fuller como
"un inteligente primitivo", Moullet pasó a la dirección bastante
después que sus compañeros (Godard, Truffaut, etc.), y desde entonces
intentaría alcanzarlos. Con una sola excepción, los films de esta compilación
son encadenamientos tambaleantes y enfáticamente burlescos de desvencijados
gags, astillados con brío dadaísta. Moullet ha dicho en más de una ocasión que
su "principal objetivo es hacer reír a la gente," pero carece del
instinto asesino de un comediante nato. Aun cuando sus films duran típicamente
menos de 90m, nunca se aceleran: a pesar de todas sus frenéticas dislocaciones,
son de algún modo reposados.
Aficionado a los paisajes yermos, a los gags lacunares, y a
las pendientes sisífeas, Moullet es, como los rebeldes parisinos de Mayo del
'68, "marxista de tendencia grouchiana", un anarquista bufonesco que
expresa su hostilidad hacia el mundo moderno simplemente rehusándose a tomarlo
en serio.(...)
El ítem más atípico de la serie es Anatomía de una
relación, codirigido con Antonietta Pizzorno, la mujer de Moullet. Con Moullet
haciendo de sí mismo, y Christine Hébert como obvio alter ego de la Pizzorno , Anatomía... disecciona
en doloroso detalle la disfunción sexual en el matrimonio de sus hacedores.
Hébert exige orgasmos clitorales, y Moullet se escurre lastimosamente: "Es
cuestión de un milímetro más o menos... Y todo es parte del mismo
sistema." Llamándose a sí mismo "primera víctima" de la
revolución sexual, Moullet es paradójicamente el que sale mejor parado de los
dos, al menos el más voluntarioso en eso de aceptar la parte más fea de uno
mismo; incluso, una secuencia jocosa con la observación de que las bocas de las
alcantarillas están perfectamente dimensionadas para tragarse latas de
película, delata rastros de horror vaginal.
Sam Adams, Philadelphia City Paper
"Podemos estar seguros de que este film será un fiasco.
Yo lo tomo como una buena noticia: algún día tendré la oportunidad de
robármelo."
Jean Eustache
Sólo para dejar constancia: fue Luc Moullet y no Godard el
primero en afirmar que la moral es cosa de travellings (“La morale est affaire
de travellings”), en el curso de su notable “Sam Fuller sur les brisées de
Marlowe” [”Sam Fuller en la senda de Marlowe”] (Christopher, no Philip) en Cahiers
du cinéma nº 93. Cuando Godard recogió la idea y la introdujo cuatro meses
más tarde en una discusión sobre Hiroshima, mon amour(Cahiers nº 97),
le dio a la frase más gancho poniéndola patas para arriba: “Les travellings
sont affaire de morale.“
Mucho de la obra de LM puede ser visto a la sombra del Godard pre-68: uso de los géneros de Hollywood, junto con el descuartizamiento de muchas de las opciones narrativas hollywoodenses; un impulso anarquista que conlleva muchas veces una fuga de la civilización; un humor inexpresivo, a menudo zafio, en el modo de tratar a los actores masculinos, que siempre nos hace conscientes de su presencia en el personaje (Belmondo y Szabo en todas sus apariciones en films de Godard, Jean-Pierre Melville enSin aliento, los patanes de Les Carabiniers, etc.); referencias autorreflexivas al film que uno está mirando... Pero, ya sea por designio o por error, la mayor parte de los ecos de Godard en LM tienden a funcionar como críticas bastante devastadoras de su mentor, quizás porque Moullet es un desenfadado humanista, y Godard no: de modo que, por ejemplo, Les Contrebandières puede ser vista como una "desconstrucción" de Les Carabiniers, así como este último "desconstruía" por su parte el film de guerra. LM ha aludido en ocasiones a una importante diferencia de clase entre ellos -los orígenes de Godard en la alta burguesía, contra su propia procedencia campesina- que ayudaría a distinguir entre sus estilos y actitudes.
Mucho de la obra de LM puede ser visto a la sombra del Godard pre-68: uso de los géneros de Hollywood, junto con el descuartizamiento de muchas de las opciones narrativas hollywoodenses; un impulso anarquista que conlleva muchas veces una fuga de la civilización; un humor inexpresivo, a menudo zafio, en el modo de tratar a los actores masculinos, que siempre nos hace conscientes de su presencia en el personaje (Belmondo y Szabo en todas sus apariciones en films de Godard, Jean-Pierre Melville enSin aliento, los patanes de Les Carabiniers, etc.); referencias autorreflexivas al film que uno está mirando... Pero, ya sea por designio o por error, la mayor parte de los ecos de Godard en LM tienden a funcionar como críticas bastante devastadoras de su mentor, quizás porque Moullet es un desenfadado humanista, y Godard no: de modo que, por ejemplo, Les Contrebandières puede ser vista como una "desconstrucción" de Les Carabiniers, así como este último "desconstruía" por su parte el film de guerra. LM ha aludido en ocasiones a una importante diferencia de clase entre ellos -los orígenes de Godard en la alta burguesía, contra su propia procedencia campesina- que ayudaría a distinguir entre sus estilos y actitudes.
Jonathan Rosenbaum, "À la recherche de Luc Moullet: 25
Propositions
FA 4612
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