NOCHE Y DIA
Sung-nam, pintor coreano que ingresa en la edad madura, debe
escapar de su país para evitar ser arrestado por fumar marihuana. Vuela a París
y halla refugio en una pensión del 14º Distrito, perteneciente a un
compatriota. Buscando paz y tranquilidad, sin hablar una palabra de francés y
sufriendo por la ausencia de su mujer, trajina las calles de la ciudad, donde
encontrará viejos y nuevos conocidos.
Night and Day es cine de autor, como reza en los
manuales. Durante dos horas y media chocan aquí las personas y sus relaciones
hasta sacarse chispas. En todo ello pone en juego Hong su notable inteligencia,
la mirada aguda, y una sorprendente medida de humor a la vez encantador y
sutil. Una francófila obra maestra del Lejano Oriente.
Filmstarts.de
Aparte del estilo musical, con su alternancia de tema y
variaciones, el guión muestra un fino ojo no sólo para las tensiones ocultas,
sino también para el modo corriente en que las normas sociales coreanas
encuentran líneas de fractura entre expatriados. Una escena entre Seong-nam y
Yu-jeong gira en torno al (casi intraducible) modo en que ella se dirige a él
en coreano; dos más, con Seong-nam y un joven norcoreano (Lee Sun-gyun),
extienden el tema con humor.
Kim Yeong-ho convierte a Seong-nam en un antihéroe más
robusto que los personajes previos de Hong, más flotantes y conflictuados, y
tiene un rudo encanto que lo opone netamente a las fuertes mujeres con que se
enfrenta. Entre éstas, Park está muy bien como la bella pero compleja Yu-seong,
que gradualmente va tomando el control; lo mismo para Seo como su compañera de
departamento. La secuencia en que las dos van con Seong-nam en excursión de un
día a Deauville es un mini-clásico con sus borrascas emocionales.
La producción es modesta, pero muy profesional; por el
tratamiento de las calles de París, uno pensaría que Hong y el director de
fotografía Kim Hung-gwang nacieron y crecieron en ellas: nada de postales
turísticas. El uso ocasional de la
Séptima de Beethoven provee a la acción de un comentario
falsamente monumental y de bella ironía.
Derek Elley, Variety
Noche y día fue encargada por el Musée d'Orsay como
parte de una malograda iniciativa cinematográfica a la que también debemos Le
Voyage du ballon rouge, de Hou Hsiao-hsien, y L'Heure d'été, de Olivier
Assayas. Los tres films comparten un diálogo sobre el arte en sentido amplio, y
cada uno presenta un cameo del venerable museo, pero sus estrategias formales
apenas podrían ser más diferentes. Mientras que Hou inclina su poética cámara
hacia el cielo, siguiendo a su encantada esfera escarlata por sobre los techos
de las casas, Hong apunta la suya repetidamente hacia el piso, filmando la
basura que se desliza hacia las alcantarillas, un pichón caido de su nido (lo
más cercano al simbolismo explícito que entrega el film), y otros signos de lo
efímero. Finalmente, desemboca magistralmente en una especie de tercer acto tan
desequilibrante como inesperado, en lo que quizás sea la forma que tiene el
director coreano de sugerir que todos nos dirigimos tambaleantes hacia un incierto
horizonte.
Scott Foundas, The Village Voice
FA 4533
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