Armelle no puede sacarse de la cabeza a Renaud, su novio
muerto. Su hermana le aconseja ver a una médium, en cuya casa conoce a un joven
extrañamente parecido a Renaud.
Personaje oscuro aun en su patria, el descubrimiento del
Festival de Nueva York, Jean-Paul Civeyrac, ocupa la cátedra de dirección en L'École
Nationale Supérieure des Métiers de l'Image et du Son de París, y a juzgar
por À travers la fôret, hace películas eminentemente aptas para la
enseñanza. Este cambiante sexto largometraje de Civeyrac combina temáticas de
cine de género (y frugalidad de película clase B) con un estructuralismo de
hazaña narrativa: una inexpresiva historia tipo Ghost se desarrolla,
más allá del tiempo y del espacio en diez escenas, cada una un plano-secuencia.
Convencida de que su amante muerto ha vuelto a ella, la protagonista de
Civeyrac (Camille Berthomier) se desliza compulsivamente balbuceante,
valientemente obsesiva, por la fina línea que separa lo adorable de lo
insoportable. Aunque la mayor parte del film está rodado en interiores, la
atmósfera se ve conjurada por medio de diálogos constantes, un uso inquietante
de los espejos, y el retumbar del trueno que vuelve a lo largo de la acción. À
travers la fôret dura apenas una hora y se verá sólo una vez, pero no hay
que ser médium para saber que Civeyrac volverá a aparecer en el futuro por el
Lincoln Center.
J. Hoberman, The
Village Voice
À travers la fôret es un mediometraje que trata de la
dificultad del duelo y se aventura por caminos metafísicos extraños y
perturbadores. Entre visiones, reencarnaciones, poderes sobrenaturales, la
protagonista vacila sobre los medios a utilizar para hacer volver a su novio de
entre los muertos. Y el realizador da también al espectador razones para dudar.
Dudar de lo real o de lo sobrenatural, cada uno podrá hacer su elección
interior. Y el que se aventure aquí, experimentará un viaje a lo extraño, a la
imagen de un film casi experimental.
Olivier Bachelard, Abus de ciné
FA 4540
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