Shura, de Toshio Matsumoto, presenta un problema común a
muchas otras películas, igualmente osadas. Es, por un lado, uno de los más
sombríos y desesperanzados films que yo haya visto nunca. También está
maravillosamente bien escrito, actuado, dirigido y concebido, de modo
comparable a Ran, o Violent Cop, otras tantas ejecuciones
sobresalientes de historias tan oscuras y despiadadas que la mayoría de la
gente no quiere saber nada con ellas.
Shura es el segundo film de Toshio Matsumoto, quien había logrado fama instantánea y ser considerado algo así como un genio con Bara no soretsu (1969). Aquí vuelca su mirada hacia el pasado feudal de Japón (algo que muchos directores japoneses hacen al menos una vez en su vida), y entrega una historia de extrema crueldad. Lo que salva al film de ser sólo una curiosidad enfermiza es su maestría técnica, su por momentos radical puesta en escena, y las sobresalientes (y ocasionalmente valerosas) interpretaciones.
Vuelta de tuerca maligna, opresiva y claustrofóbica del
género samurai, Shura sobresale asimismo como uno de los mejores y
más perturbadores entre los films que abordan las destructivas reacciones en
cadena de la mentira.
FA 4580
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