Vacaciones
Permanentes
Interpretes: John Lurie, Frankie Faison y Chris Parker
Ópera
prima de Jim Jarmusch, para mí el más grande del cine independiente, en la que
encontramos toda la frescura de sus siguientes obras. Allie (John Lurie) es un
joven vagabundo en Manhattan, en esta ciudad conoce a varios personajes que no
se encuentran a sí mismos, ambientes fuera de lugar y es testigo de situaciones
que parecen imposibles, pero que resultan ser la más reales y dan vida a la
existencia de este turista vital, fan de Charlie Parker que se siente como si
viviera en unas vacaciones permanentes en esta ciudad. Jim Jarmusch es el autor
independiente norteamericano por antonomasia. En sus filmes figuran rostros
marginales y penadores, que pueden ser disímiles en contexto (social, cultural,
etc.) pero muy similares en la percepción de sus entornos. Jarmusch no cree en
el drama ni en la tragedia como motores inspiradores de sus historias; es más,
cree fervientemente en la linealidad de la vida, escasa de vértigo y emoción,
pues así la retrata en sus testimonios fílmicos, en los cuales busca códigos
que ayuden a sus personajes a identificarse con su realidad vivencial.
A
raíz de esto nace la interrogante primaria de saber si nuestro entorno nos hace
quienes somos… Jarmusch responde con, su ópera prima, que sugiere la
generalización de los contextos (el mundo) en relación al propio, al de nuestra
comunidad misma, para entender que el territorio no es dador ni forjador de
identidad, ni tampoco sus componentes humanos, sino la percepción de los
mismos; adaptar nuestra visión del mundo con la realidad eventual ¿Es posible
reestructurar nuestra ideología apreciativa forjada en nuestra educación
inicial? Jarmusch en su primer testimonio audiovisual muestra lo errante como
búsqueda de solución infructífera, donde las idas y vueltas indican divagación,
más no arraigo o descubrimiento de un hábitat propicio. “Vacaciones
Permanentes” discurre por lo suburbial (en tierra de nadie), donde el hombre
muestra su capacidad de supervivencia en la jungla de cemento, pues la
civilización no obliga profundas pruebas de fe, sino el entorno desprotegido y
olvidado. Los atrapados en la linealidad rutinaria, de la gran ciudad, forman
parte de una matriz sistemática parecida a la locura. Según nos indica la
primera toma en la cual el pueblo convive con la lentitud de los episodios
cotidianos repetidos, más algunos diálogos aislados en el transcurso del filme.
Allie
es el protagonista de esta historia sin desvaríos, llano, quien busca lo que
sabe inexistente, pues su pesquisa no se encuentra en edificios ni firmamentos
nuevos sino en su subjetiva visión del mundo. Él percibe simetría en cada
esquina, pues se considera un outsider adelantado o atrasado a su época, de
ideología ininteligible para los pacatos arraigados a las convenciones
sociales. Allie sigue sus impulsos ávidos de novedades duraderas, pero la
fantasía de lo novedoso se desvanece cuando la presencia por un corto instante.
New York es simple y aburrido, los otros sitios donde estuvo también; el hombre
es insulso, predecible y lineal, carece de drama y emociones adrenalínicas en
su vida por orden natural… Ser hombre (humano) es el peor defecto de Allie. Las
campanadas sonantes desnudan su estado de nómade, de desubicación, de
anacronismo. Busca reconciliación con su pasado (visita a su finca bombardeada
y a su madre insana) pero esto solamente le confirma que una reestructuración
es la mejor opción, sus cánones morales ya están afianzados en su
subconsciente, por eso la mudanza de contexto es su último recurso, aunque sabe
que en esta evasión no hallará respuesta. Para Allie la identificación se
antepone al placer; roba un auto para cumplir su fantasía, pero lo vende para
un pasaje al redescubrimiento, a París, su próxima decepción.
Jarmusch
nos brinda su peculiar mirada de un New York caótico, discriminatorio, insulso
y claustrofóbico, que atrapa a sus habitantes en círculos viciosos monótonos y
desoladores, donde cada quien baila con su propia sombra. Los diversos lugares
del orbe no brindan identificaciones características, según Jarmusch, sino la
personalidad y aspiración del individuo. Allie se va a París, al mismo tiempo
que un parisino llega a New York en pro de una búsqueda similar a la del
protagonista. Intercambio equivalente entre dos sujetos decepcionados y
pertinaces, pero optimistas y proactivos. “Vacaciones Permanentes” apela al
delirio moderado del surrealismo en su forma más convencional: situaciones
inusuales en los contextos más comunes, como personajes disímiles para la
realidad en los que se muestran. La elocuencia de Jarmusch hilvana el desorden
circunstancial de los acontecimientos con su mensaje lúcido de la caótica plaza
que retrata, mostrando lirismo tangible lindante con lo onírico. Lo interesante
de la película no es su aspecto técnico, al fin y al cabo, es un proyecto
universitario; tampoco lo es sus actores, el protagonista es prácticamente un
desconocido, y el único que puede sonar (aunque es difícil si no eres fan de
Jarmusch o adicto al jazz, afortunadamente yo me encuentro en ambos grupos) es
John Lurie, que además es el autor de la banda sonora. Lo que realmente atrae
de la cinta es su capacidad para contarte una historia, sin dirección, sin
lógica y sin un auténtico final, y que al acabar te deje con la sensación de
que tiene todo el sentido del mundo y no hace falta nada más.
Como
uno de esos dibujos en los que hay que unir puntos, así se nos relatan los
últimos días de Allie en Nueva York, en los suburbios de la gran ciudad. Él, un
joven, emocionalmente huérfano, con una madre ingresada en un psiquiátrico, con
una novia a la que no acaba de querer como ella le pide, y con un camino que
nunca es certero (es muy significativo que los andares del chico nunca sean
decididos más que cuando se pone a bailar frenético al ritmo de un disco, en su
casa), no se siente a gusto en su ciudad natal. A través de su deambular
constante por los suburbios y de hablar con la gente que se va encontrando, se
va perfilando un dibujo poliédrico, como el garabato resultante de unir todos
los puntos, solo que quizás en este caso han sido colocados al azar. Jarmusch
acierta a colocar una banda sonora confusa, a base de fraseos incómodos de
saxo, de campanas molestas y de un cierto retumbe que hace, si cabe, más
incómoda la narración. A eso añadido la cámara nerviosa y los paisajes
desolados y llenos de cascotes de las casas derrumbadas da como resultado un
film brillante precisamente por su mugre, y muy deudor de su tiempo, de los
jóvenes que no están a gusto en un lugar concreto y buscan ser turistas en unas
vacaciones permanentes.
La
puesta en escena es la más simple y llana de la filmografía Jarmusch y,
probablemente, de todo el cine norteamericano. Jarmusch lleva al “indie” a otro
nivel de minimalismo, bofetea al mainstream con su expresión llana en recursos
tanto técnicos como artísticos. Demuestra que la personalidad ideológica es una
virtud de lo más valorada en un autor, quien deja de lado los fajos regordetes
de “verdes” o plomos dólares para abrir su sencillera o romper su alcancia y
expresar tras el cine sus más profundas apreciaciones de la vida misma. La
maestría de decir mucho con lo aparentemente nulo y anecdótico, del aislamiento
de circunstancias que narran más de lo que la primera vista proporciona.
Jarmusch pide harto compromiso para con sus filmes, ojos bien abiertos y cabeza
despejada. Si no es el caso, como Allie, divagaremos en un relato incongruente,
tedioso, surrealmente desubicado e intolerable….Antes de ver a Jarmusch lo más
recomendable es una buena “lavada de cara” y después recién ver el buen cine de
Jarmusch. Aquí les dejo con una escena memorable.
“Una
gran película minimalista y profunda”
Publicado
por Adrián Fernández
FA 1481
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