viernes, 28 de septiembre de 2012

Jim Jarmusch - Permanent vacation (1980)


Vacaciones Permanentes

Interpretes: John Lurie, Frankie Faison y Chris Parker

Ópera prima de Jim Jarmusch, para mí el más grande del cine independiente, en la que encontramos toda la frescura de sus siguientes obras. Allie (John Lurie) es un joven vagabundo en Manhattan, en esta ciudad conoce a varios personajes que no se encuentran a sí mismos, ambientes fuera de lugar y es testigo de situaciones que parecen imposibles, pero que resultan ser la más reales y dan vida a la existencia de este turista vital, fan de Charlie Parker que se siente como si viviera en unas vacaciones permanentes en esta ciudad. Jim Jarmusch es el autor independiente norteamericano por antonomasia. En sus filmes figuran rostros marginales y penadores, que pueden ser disímiles en contexto (social, cultural, etc.) pero muy similares en la percepción de sus entornos. Jarmusch no cree en el drama ni en la tragedia como motores inspiradores de sus historias; es más, cree fervientemente en la linealidad de la vida, escasa de vértigo y emoción, pues así la retrata en sus testimonios fílmicos, en los cuales busca códigos que ayuden a sus personajes a identificarse con su realidad vivencial.

A raíz de esto nace la interrogante primaria de saber si nuestro entorno nos hace quienes somos… Jarmusch responde con, su ópera prima, que sugiere la generalización de los contextos (el mundo) en relación al propio, al de nuestra comunidad misma, para entender que el territorio no es dador ni forjador de identidad, ni tampoco sus componentes humanos, sino la percepción de los mismos; adaptar nuestra visión del mundo con la realidad eventual ¿Es posible reestructurar nuestra ideología apreciativa forjada en nuestra educación inicial? Jarmusch en su primer testimonio audiovisual muestra lo errante como búsqueda de solución infructífera, donde las idas y vueltas indican divagación, más no arraigo o descubrimiento de un hábitat propicio. “Vacaciones Permanentes” discurre por lo suburbial (en tierra de nadie), donde el hombre muestra su capacidad de supervivencia en la jungla de cemento, pues la civilización no obliga profundas pruebas de fe, sino el entorno desprotegido y olvidado. Los atrapados en la linealidad rutinaria, de la gran ciudad, forman parte de una matriz sistemática parecida a la locura. Según nos indica la primera toma en la cual el pueblo convive con la lentitud de los episodios cotidianos repetidos, más algunos diálogos aislados en el transcurso del filme.



Allie es el protagonista de esta historia sin desvaríos, llano, quien busca lo que sabe inexistente, pues su pesquisa no se encuentra en edificios ni firmamentos nuevos sino en su subjetiva visión del mundo. Él percibe simetría en cada esquina, pues se considera un outsider adelantado o atrasado a su época, de ideología ininteligible para los pacatos arraigados a las convenciones sociales. Allie sigue sus impulsos ávidos de novedades duraderas, pero la fantasía de lo novedoso se desvanece cuando la presencia por un corto instante. New York es simple y aburrido, los otros sitios donde estuvo también; el hombre es insulso, predecible y lineal, carece de drama y emociones adrenalínicas en su vida por orden natural… Ser hombre (humano) es el peor defecto de Allie. Las campanadas sonantes desnudan su estado de nómade, de desubicación, de anacronismo. Busca reconciliación con su pasado (visita a su finca bombardeada y a su madre insana) pero esto solamente le confirma que una reestructuración es la mejor opción, sus cánones morales ya están afianzados en su subconsciente, por eso la mudanza de contexto es su último recurso, aunque sabe que en esta evasión no hallará respuesta. Para Allie la identificación se antepone al placer; roba un auto para cumplir su fantasía, pero lo vende para un pasaje al redescubrimiento, a París, su próxima decepción.



Jarmusch nos brinda su peculiar mirada de un New York caótico, discriminatorio, insulso y claustrofóbico, que atrapa a sus habitantes en círculos viciosos monótonos y desoladores, donde cada quien baila con su propia sombra. Los diversos lugares del orbe no brindan identificaciones características, según Jarmusch, sino la personalidad y aspiración del individuo. Allie se va a París, al mismo tiempo que un parisino llega a New York en pro de una búsqueda similar a la del protagonista. Intercambio equivalente entre dos sujetos decepcionados y pertinaces, pero optimistas y proactivos. “Vacaciones Permanentes” apela al delirio moderado del surrealismo en su forma más convencional: situaciones inusuales en los contextos más comunes, como personajes disímiles para la realidad en los que se muestran. La elocuencia de Jarmusch hilvana el desorden circunstancial de los acontecimientos con su mensaje lúcido de la caótica plaza que retrata, mostrando lirismo tangible lindante con lo onírico. Lo interesante de la película no es su aspecto técnico, al fin y al cabo, es un proyecto universitario; tampoco lo es sus actores, el protagonista es prácticamente un desconocido, y el único que puede sonar (aunque es difícil si no eres fan de Jarmusch o adicto al jazz, afortunadamente yo me encuentro en ambos grupos) es John Lurie, que además es el autor de la banda sonora. Lo que realmente atrae de la cinta es su capacidad para contarte una historia, sin dirección, sin lógica y sin un auténtico final, y que al acabar te deje con la sensación de que tiene todo el sentido del mundo y no hace falta nada más.



Como uno de esos dibujos en los que hay que unir puntos, así se nos relatan los últimos días de Allie en Nueva York, en los suburbios de la gran ciudad. Él, un joven, emocionalmente huérfano, con una madre ingresada en un psiquiátrico, con una novia a la que no acaba de querer como ella le pide, y con un camino que nunca es certero (es muy significativo que los andares del chico nunca sean decididos más que cuando se pone a bailar frenético al ritmo de un disco, en su casa), no se siente a gusto en su ciudad natal. A través de su deambular constante por los suburbios y de hablar con la gente que se va encontrando, se va perfilando un dibujo poliédrico, como el garabato resultante de unir todos los puntos, solo que quizás en este caso han sido colocados al azar. Jarmusch acierta a colocar una banda sonora confusa, a base de fraseos incómodos de saxo, de campanas molestas y de un cierto retumbe que hace, si cabe, más incómoda la narración. A eso añadido la cámara nerviosa y los paisajes desolados y llenos de cascotes de las casas derrumbadas da como resultado un film brillante precisamente por su mugre, y muy deudor de su tiempo, de los jóvenes que no están a gusto en un lugar concreto y buscan ser turistas en unas vacaciones permanentes.



La puesta en escena es la más simple y llana de la filmografía Jarmusch y, probablemente, de todo el cine norteamericano. Jarmusch lleva al “indie” a otro nivel de minimalismo, bofetea al mainstream con su expresión llana en recursos tanto técnicos como artísticos. Demuestra que la personalidad ideológica es una virtud de lo más valorada en un autor, quien deja de lado los fajos regordetes de “verdes” o plomos dólares para abrir su sencillera o romper su alcancia y expresar tras el cine sus más profundas apreciaciones de la vida misma. La maestría de decir mucho con lo aparentemente nulo y anecdótico, del aislamiento de circunstancias que narran más de lo que la primera vista proporciona. Jarmusch pide harto compromiso para con sus filmes, ojos bien abiertos y cabeza despejada. Si no es el caso, como Allie, divagaremos en un relato incongruente, tedioso, surrealmente desubicado e intolerable….Antes de ver a Jarmusch lo más recomendable es una buena “lavada de cara” y después recién ver el buen cine de Jarmusch. Aquí les dejo con una escena memorable.
“Una gran película minimalista y profunda”
Publicado por Adrián Fernández
FA 1481

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