Marty es un carnicero solterón que todavía vive con su madre. Suele salir con frecuencia con sus amigos por la noche, intentando encontrar a alguna chica con la que compartir un futuro.
Del mismo modo que la invención del sonido llevó a un buen número de realizadores teatrales al cine, la época dorada de la televisión americana, y más concretamente de las live plays y las series (estamos hablando de los albores de los años cincuenta), propició el ingreso en el cine de una generación de realizadores que renovaron el panorama del país, en una etapa en la que se intuían futuros movimientos rompedores en diferentes cinematografías foráneas. De esta generación estadounidense destacan nombres como John Frankenheimer, Sidney Lumet (prácticamente el único de ellos con una carrera más o menos activa en el cine actual), Robert Mulligan, Martin Ritt, Arthur Penn, o Delbert Mann, director del film que nos ocupa.
Uno entre las decenas de shows en directo de una hora que Mann realizó para TV fue Marty, historia de Paddy Chayefsky que en la pequeña pantalla protagonizó Rod Steiger, y que alcanzó gran éxito de audiencia. Cabe recordar que en esta época, los años cincuenta, la televisión aún no había caído en el pozo de la búsqueda del beneficio económico a cualquier precio, y obras de las características de Marty demuestran que este medio permitía acercar historias cotidianas, sobre personajes que parecen extraídos de la sociedad de la época, a un gran número de personas. De hecho, no es casual que cineastas como Roberto Rossellini o Jean Renoir se mostrasen muy ilusionados con el inicio de la televisión en Europa, para la que soñaban unos usos que, lamentablemente, poco se parecen a los actuales circos de vulgaridad alienante en los que se han convertido, en general, las diferentes cadenas.
El propio Chayefsky, profundo conocedor del medio, se dedicará a destapar los malolientes entresijos de la televisión, y su degeneración progresiva, desde el guión de Network (íd., 1976), un profético film cuya realización firmó Sidney Lumet. Chayefsky, a quien ya se pudo ver en los cuarenta ejerciendo labores de actor muy secundario en Doble vida (A Double Life, 1947; George Cukor), film no especialmente plausible, se convirtió en un guionista de inusitado éxito en su país, tanto en TV como en el cine (tres Oscars conseguidos) y ha estado casi siempre asociado, en sus incursiones en la gran pantalla, con directores de currículum televisivo (además del citado Lumet y de Mann, con quien Chayefsky volvería a colaborar en un par de ocasiones, también vio sus textos adaptados por gente como Arthur Hiller), e incluso Ken Russell abordó una novela suya (Altered States, en 1980), si bien, a la vista del resultado, Chayefsky decidió declinar toda responsabilidad en el libreto, finalmente firmado bajo el seudónimo de “Sidney Aaron”. (Texto de Alejandro Diaz, tomado de Miradas de Cine)
FA 3906
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