martes, 8 de marzo de 2011

Sam Peckinpah - The Getaway (1972)


Doc McCoy cumple condena de diez años por asalto a mano armada. Por medio de su esposa, un personaje influyente le consigue la libertad provisional. A cambio, el matrimonio deberá organizar el atraco a un banco. Pero en el asalto uno de sus dos cómplices y el vigilante resultan muertos. El superviviente les persigue para acabar con ellos y hacerse con el botin.

Como película de encargo, La huída se basa en un guión muy meticuloso de Walter Hill, inspirado en una novela de relativa poca categoría, obra de Jim Thompson, y parecía, en principio, tan abocada al fracaso como las dos empresas anteriores del cineasta. Además, y como los críticos más superficiales no han dejado de advertir, no se trataba de un western sino de una road movie anclada en las raíces genéricas del thriller. Todo parecía confabularse para arrojar como resultado un desastre sin paliativos. Pero, y aunque pueda sorprender, ocurrió el milagro que esperaban los adeptos de Peckinpah, y la película fue un éxito impresionante y es sin duda uno de los títulos mayores del director.Peckinpah, muy inteligentemente, nos ofrece a través del itinerario de los dos protagonistas hacia la frontera la contrapartida social del uno en el otro. Doc prefiere actuar solo, en correspondencia con la práctica de su introversión y su elevada opinión de sí mismo. Rudy, por el contrario, necesita público que le agasaje y que se sienta inferior en su compañía, aun al precio de la amenaza mortal. Huye de su soledad interior buscando compañía sin excesivo cuidado, cualquier compañía que se encuentre. La necesidad de las curas a su herida deviene así en excusa argumental para desarrollar la construcción y las posibilidades del personaje en atención a su particular visión de las relaciones humanas y a su estricta utilidad de acompañamiento sin exigencias.De alguna manera, estas oposiciones entre personajes masculinos guías de un film, cualquier film, han sido terreno habitual para Hollywood aunque la película de Peckinpah presente interesantes similitudes con la construcción de los personajes y del nudo dramático de una gran obra maestra como El hombre del Oeste, 1958 de Anthony Mann (...) De alguna forma, y esto sí es un giro temático muy peckinpahiano, en La huída replantea más o menos lo mismo, enfrentando a dos delincuentes terminales como Doc y Rudy. Los dos son marginados e individualistas aunque en Rudy se adivina, durante la secuencia del almuerzo en los barquitos del parque, una cierta tendencia al servicio mercenario del aquel que más pueda pagar (...)El tercer personaje importante de la película es Carol McCoy (Ali MacGraw), una mujer bella y valiente que resulta en definitiva muy leal peso a una confusión interior no menor que la de su marido Doc.Tanto el guión como la película tratan de esbozar un contraste para Carol tan proporcionado como Rudy lo es de Doc y éste es el sentido de la utilidad del personaje de Fran (Rally Struthers), la acompañante secuestrada de Rudy. Básicamente las dos mujeres se rebajan ante los dictámenes y usos morales de la sociedad occidental de su época (1973) al mismo nivel: El adulterio forzado. Pero Peckinpah empieza, ya en esa caída, a dibujar las potentes diferencias que separan a uno y otro personaje (...)La inteligencia de Peckinpah (y puede que también del guión Hill) se revela al evitar convertir a sus personajes, masculinos o femeninos, en suertes de superseres humanos como tantas veces ha ocurrido desde entonces en la producción norteamericana y en la de Walter Hill particularmente.El cine de Sam Peckinpah, desde siempre, se ha basado en una presentación naturalista del momento histórico en que ocurre la acción argumental y en un mensaje crítico de denuncia sobre las similitudes de los hechos que selecciona y los que ocurren a nuestro alrededor en la actualidad. Todo ello a través del interior de sus personajes, no de las acciones, que terminan por ser vistas como consecuencia directa e inevitable del ser de aquéllos.(Texto de Francisco Javier Urkijo)
FA 3923

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