La ofensa/Hasta los dioses de equivocan
El inspector Johnson ha de ocuparse de un caso de pedofilia. Durante un interrogatorio al sospechoso, un hombre acusado de haber violado a varias niñas de la zona, pierde el control y termina por matarle, por lo cual es suspendido en su cargo. A causa de lo sucedido, cae en una depresión y, poco a poco, comienza a darse cuenta de qué fue lo que le llevó a matar al detenido: algo que ambos parecen tener en común.
Realmente lo más interesante de la película es que no importa quién es el culpable ni la resolución del caso en sí, sino la descripción psicológica del personaje interpretado por Sean Connery, un policía que poco a poco se va autodestruyendo, perdiendo continuamente el control en todo lo que dice (atención a la conversación con su esposa) y hace (atención al interrogatorio). Lumet consigue, y esto puede ser algo tan bueno como malo, despistar al espectador, con una película que en un principio es presentada como un thriller en el que hay que atrapar a un violador, y luego cambiando de tono, se nos presenta un drama personal para volver de nuevo al thriller, pero esta vez centrado en el enfrentamiento entre un policía y un sospechoso a lo largo y ancho de una secuencia en la que muy lentamente vamos cambiando nuestro centro de atención, dejando de lado al posible sospechoso e interesándonos por el personaje central.
FA 3963
No hay comentarios:
Publicar un comentario