sábado, 19 de marzo de 2011

Kon Ichikawa - Yukinojo Henge (1963)

LA REVANCHA DE UN ACTOR
Yukinojo es un actor de teatro que busca vengar la muerte y agonía de sus padres, para ello tendrá que eliminar a los que provocaron su desgracia. Sus dotes de actor y su habilidad con la espada adquirida en la juventud, le permitirán acercarse a las personas mas influyentes y doblegarlas a su voluntad.
"La revancha de un actor" es, sin ninguna duda, la película más asombrosa, lúdica y demencial del dúo Ichikawa-Wada, que significativamente clausura la colaboración profesional entre ambos. En Cinemascope y restallantes colores, la película que hizo delirar a Susan Sontag y Nicholas Ray narra una historia de venganza familiar. El vengador es un actor de teatro kabuki que se infiltra en el seno del grupo de despiadados comerciantes que tiempo atrás llevaron a sus padres a la quiebra, la locura y el suicidio. Pero tiene una particularidad: es un onnagata, nombre que en la tradición del kabuki reciben los actores especializados en papeles de mujer. A diferencia de los onnagata tradicionales, que fuera de escena se sacan sus ropajes de mujer, éste se los deja puestos, y sus preferencias sexuales nunca quedan del todo claras. Lo curioso es que, así vestido, seduce no sólo a la hija del comerciante sino a una segunda mujer, que caen rendidas a sus pies apenas lo ven luciendo su arrobador kimono azabache. Pero, además, el juego de mediaciones y duplicaciones se completa con un ladrón que va siguiendo los movimientos del actor, y un segundo ladrón que compite con el primero para ver quién es mejor. El actor que hace del ladrón y el actor que hace del actor son uno y el mismo. En realidad... ¡es el mismo actor que había hecho ambos papeles en una primera versión de la película, treinta años atrás! La revancha de un actor es, por otra parte, la película donde Ichikawa lleva al extremo dos de sus constantes más marcadas: el carácter laberíntico del relato, que avanza y retrocede, se dispersa y se disgrega, con la intención de inocular en el espectador las ideas de artificio y representación, y una estética acorde, cuyos decorados son siempre artificiales, cuyos encuadres persiguen la más acusada geometría y cuyos colores no le deben nada a la naturaleza. Para sumar arbitrio y distanciamiento, Ichikawa prende y apaga luces en el interior de las escenas (Coppola tiene que haber visto La revancha de un actor antes de filmar One from the heart) y combina música tradicional con pasajes jazzísticos, saturando las escenas de aparente romance con violines que chorrean sentimentalismo. Y después dicen que los japoneses son gente muy tradicionalista.
FA 3948

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