sábado, 2 de julio de 2011

Alain Corneau - Tous les matins du monde (1991)

Todas las mañanas del mundo

Alguien que toca para sí. Que toca en una casilla de madera que se hizo construir especialmente fuera de su casa, sostenida a medio metro del pasto por pilares, entre los árboles. No publica lo que compone. Llega un punto en que ni siquiera anota sus composiciones. Rechaza la consideración del Rey y su requerimiento para que vaya a tocar a Versalles porque, según dice, toda esa gente no haría un oyente. Valora el momento en que toca. Y la improvisación. Toca melodías para de despertar a los muertos.


Así presenta Alain Corneau, en su película "Tous les matins du monde" (Todas las mañanas del mundo, 1991), sobre un libro de "Pascal Quignard", a Monsieur de Sainte Colombe (Jean-Pierre Marielle), compositor y violinista francés. Un hombre hundido profundamente en la melancolía, debido a la muerte de su esposa, replegado en sí mismo, en sus recuerdos de ella, en la soledad de la casilla y en su música.


Las lecciones de Saint Colombe a Marin Marais (Guillaume Depardieu, Gérard Depardieu), uno de sus discípulos (discípulo parece más apropiado que alumno en este caso), primero se las da Saint Colombe. Una vez que lo echa, se las da la hija, que le enseña lo que aprendió de su padre. Y ambos lo escuchan tocar a escondidas, desde abajo del piso de la casilla. Luego, Marin Marais, ya mayor, ya famoso, ya músico de la corte, por las noches deja el palacio real para ir a la propiedad de Saint Colombe, para escucharlo a escondidas a través de las tablas de la rústica casilla, como cuando era joven. Esta vez para poder escribir lo que escucha y salvarlo así de la destrucción.Saint Colombe aparece aquí como un estándar de moral artística absoluto. Y su música como una forma de invocar la imagen y las palabras de su esposa muerta, que hace frecuentes apariciones cuando él está solo con su instrumento. Pasa muchos muchas horas por día muchos años, solo allí, y creo que su hija Madeleine (Anne Brochet) en un momento dice que su padre tiene una vida apasionada, para sorpresa de su interlocutor, que lo conoce y tal vez lo considere un ermitaño.La película no tiene, como otras biografías, esos dos tiempos que habitualmente uno reconoce. Un primer período de alegría, correspondiente a la juventud de protagonista, para luego, a medida que pasan los años, ir poniéndose cada vez más sombría. Es homogéneamente melancólica porque no se muestra la juventud de Saint Colombe. Todo el tiempo es un viudo doliente. Apenas un eco de esa alegría puede encontrarse en las hijas pequeñas y el joven Marin Marais. Por eso mismo es austera y está bien centrada. Su núcleo es Saint Colombe tocando solo en la casilla, invocando el fantasma de su esposa muerta. Responde a lo que decía Truffaut en un reportaje sobre "Les quatre cents coups" (Los cuatrocientos golpes, Francois Truffaut, 1959):"Creo que las películas sobre la infancia fracasan por dos razones. En primer lugar, lo más habitual es que no sea un niño el que está verdaderamente en el centro del film. En general es excluido en provecho de un personaje adulto interpretado por una estrella. Por ejemplo, la presencia de Gabin en 'Chiens perdus sans collier' hace que sea más una película sobre jueces de niños que sobre la delincuencia juvenil. Desde ese punto de vista se puede decir que no hay films sobre la infancia porque no hay estrellas infantiles.""Muchas veces se traiciona al niño por un vicio del guión. Frecuentemente se escamotea al niño en provecho de un objeto o de un animal. Estos films parten de una idea dramática o plástica, pero no entran en el mundo de la infancia ni buscan la verdad de ese mundo. El mayor error es desear ser poético 'a priori'. Un film es poético cuando está terminado, nunca antes. Y es así que se hacen películas sobre globos rojos, caballos blancos o ciervos voladores, pero no sobre niños."(1)De hacer alguna vez una filmografía con películas que presenten lugares melancólicos y apartados, donde algún solitario invoca a muertos queridos, no podría dejar de incluir "Tous les matins du monde" y “La chambre verte” (La habitación verde, Francois Truffaut, 1978). En esta última no se llama sólo a un muerto, sino a muchos. A toda una generación, y no se los llama por medio del arte, como hace Saint Colombe, sino a través rituales religiosos. En una capilla abandonada Julien Davenne coloca sus fotografías, que anima mediante innumerables velas prendidas, que nunca deben dejar de arder.Guy Maddin le pone humor a "Tous les matins du monde". Retrospectivamente y mediante otra película. Porque uno de los personajes de "The saddest music of the world" (2003), Gravillo the Great (Ross McMillan), podría pensarse que parodia al Saint Colombe de Alain Corneau. En el concurso que se lleva a cabo en Winnipeg, Canadá, para premiar la canción más triste del mundo, Gravillo the Great, que con su música invoca a su pequeño hijo muerto, llega a la final contra América, como representante por Serbia. Y su auténtica tristeza, y las agudas notas como cortes de navaja de su cello, pulverizan las piernas de cristal, llenas de cerveza y algarabía,de la dueña del local donde tiene lugar la competencia, Lady Helen Port-Huntley (Isabella Rossellini), ícono de sus rivales.

FA 4183

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