Dos chicos recorren las carreteras de Estados Unidos a bordo de un polvoriento Chevrolet del 55 participando en carreras de coches ilegales. No parece importarles nada más que eso. En una de estas, se cruzará en su camino el peculiar conductor GTO, que les desafiará.
Escrita por Rudy Wurlitzer (también autor de Candy Mountain, film que codirigió junto al fotógrafo norteamericano Robert Frank) Two-Lane Blacktop (1971) aparece definida casi invariablemente como una “road movie existencialista”: sus personajes no hablan demasiado, no tienen nombres (se los identifica en los créditos como “el mecánico”, “la chica”, “el conductor”, etc.) y los rodea una melancolía insondable. El dinero, el sexo y los autos son los elementos más sólidos que componen el relato, pero no hay realmente relato. Lo que importa, como suele decirse, no es el destino sino el camino. “No sé qué significa eso de road movie existencialista”, aclara Hellman. “Una de mis grandes influencias es el teórico Sigfried Kracauer, quien escribió que las únicas películas auténticas son las películas que se desarrollan en las calles o en la ruta. Y yo creo que todas mis películas son road movies. Beast from Haunted Cave es una road movie... The Shooting lo es también.” Two-Lane Blacktop está protagonizada por dos músicos (James Taylor, que aún no era conocido, y Dennis Wilson, de los Beach Boys) y por Warren Oates, con quien Hellman llegó a tener una relación director-actor plenamente simbiótica. Hellman lo había conocido en una puesta teatral de Alguien voló sobre el nido del cucú y Jack Nicholson (que terminaría filmando esa novela bajo las órdenes de Milos Forman) los presentó. El personaje de Oates en un Two-Lane Blacktop transmite una enorme tristeza. No es trágico ni sufrido, ni le falta sentido del humor. Es sencillamente triste, como la película, como la ruta, como la chica. “No hubo ningún suceso específico que me llevara a hacer una película triste”, aclara Hellman; “sólo una especie de sensibilidad hacia cierta situación en la vida”. Taylor y Wilson jamás volvieron a actuar (Wilson murió ahogado en el ‘83). Laurie Byrd, “la chica”, hizo un par de películas más y se suicidó en 1979, a los 26 años. Tras un ataque cardíaco, Oates dejó este mundo a los 53 años, hace ya más de veintidós, muy antes de tiempo. (Texto tomado de pàgina 12)
En Carretera asfaltada en dos direcciones, dos no-actores (los músicos James Taylor y Dennis Wilson) recorren las carreteras de Estados Unidos participando en carreras de coches ilegales. Sólo parece que les importe competir. Y mejorar su coche. No se hablan. Casi ni se miran. Son la actualización del cowboy errante y taciturno. Pero también son algo más: la personificación del vacío que quedó tras el fin de la utopía hippie de los sesenta. Dos jóvenes que, aunque parezcan tener una meta, vagan por América sin encontrar (porque no la buscan) salida a esa vida. Parecen libres, pero están atrapados. En la ausencia de emociones, incluso de reflexión, de estos dos personajes (casi modelos bressonianos) a la deriva se encuentra el poderío icónico de un film que, de tan nihilista y desesperanzado, no puede acabar de otra forma que autodestruyéndose (mención especial para el célebre fotograma final del celuloide quemándose).. (Texto de Joan Pons, tomado decontrapicado.net)
FA 4217
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