"Sauve qui peut (la vie) se presenta como un film compuesto por Jean-Luc Godard, montado por él con Miéville, coescrito con la colaboración de ella y de Jean-Claude Carrière, y perfilado en torno a las relaciones que se establecen entre tres personajes (uno de ellos, un autorretrato libérrimo, ácido y muy crítico del propio Godard, a cargo de un sobrio Jacques Dutronc), pero cuyo verdadero motor es el comercio y la prostitución, física e intelectual. En una época de dimisiones y donde se adivina el desplome de las ideologías, la implacable lógica del mercado parece haberse tragado los sueños de toda una generación sometida por el hastío y la deriva, o entregada al binomio explotador/explotado, humillador/humillado para poder sobrevivir. Si el tema de la prostitución (física, intelectual, moral) no es nuevo en el cine de Godard, en Sauve qui peut la sociedad está renegociando su contrato con sus ciudadanos, lo que va a acabar generando esa difusa insatisfacción de sus miembros frente a este nuevo "orden comercial", y su desplazamiento respecto a las relaciones sexuales emergentes, basadas más en el sadomasoquismo postmoderno que en el hedonismo clásico. Pesimista y amargo en su lucidez ("sólo los banqueros son independientes...pero son asesinos" llegará a decir un proxeneta tras darle un escarmiento a una de sus prostitutas por haber intentado privarle de su comisión), Godard se permite una serie de fugas poéticas que anuncian el nacimiento de una nueva "poética godardiana" que cristalizará plenamente en obras como Prénom Carmen (1983) o Elogio del amor (2001). Pero esos ralentís que recorren Sauve qui peut, la inserción al corte de evocadores paisajes naturales y geométricos espacios urbanos, o la presencia de un texto sobre/frente/contra las imágenes (la voz en off de Marguerite Duras sobre el rostro de la hija adolescente del protagonista), también ensayan, a partir de un montaje creativo, una intertextualidad que reclama el estatuto autónomo de la imagen como forma pensante, y la generación de resonancias icónicas a partir de la relación que Godard y Miéville establecen entre dos fotogramas hasta entonces independientes y disociados. Cuando Godard monta también está filmando, este principio modulador de nuevos significados asociativos, redescubierto por el autor de Pierrot, el loco en su época de ensayos videográficos y pulido en sus cintas venideras, es probablemente el mayor hallazgo de este artista fundamental, llave para comprender la modernidad cinematográfica y la Historia del siglo XX, y el núcleo sobre el que se asientan aventuras ensayísticas posteriores, desde Allemagne 90 neuf zero, Je vous salue, Sarajevo, JLG, The old place, o L'origine du XXIème siècle, hasta esa obra monumental que vuelve a pensar desde el yo íntimo la relación del cine con la (su) Historia y con sus (H)historias, pero también la del creador con el espectador (revolucionando ambas instancias) que son las Histoire(s) du cinéma". (Texto de Santiago Gallego, tomado de Filmoteca de Andalucia)
FA 4231
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