martes, 5 de julio de 2011

Kenneth Anger - Scorpio Rising (1964)

Un espejo de muerte refleja la cultura estadounidense: Brando, motocicletas y cuero negro, Cristo, cadenas y cocaína. Una mirada desde las alturas hacia el mito del motociclista estadounidense. La máquina como un tótem entre la diversión y el terror. Thanatos cromado, con cuero negro y jeans ajustados.

Kenneth Wilbur Anglemeyer nació en Santa Mónica, California, en 1927. Se crió en Beverly Hills, empapándose de Hollywood, convirtiéndose en un niño prodigio que empezaría a dirigir y exhibir sus películas a los 10 años.Kenneth Anger figura entre los más conocidos e importantes cineastas de la vanguardia del siglo XX. Fue innovador en la utilización del fotomontaje, las exposiciones múltiples, la edición rápida e incluso abrupta, las imágenes en flash –tan fugaces que no se ven si uno parpadea–, el color sumamente abstracto y la música contemporánea popular –en especial, el rock and roll–. Técnicas tan influyentes que muchas de ellas se aplican en gran parte de la producción fílmica actual, tanto en la comercial como en la artística.A pesar de su gran influencia y fama, extraordinarias si tenemos en cuenta que sólo hizo unas cuantas películas antes de 1980, el propio Anger es en cierto modo un misterio, con una vida bohemia esquiva, que refleja la espiritualidad efímera y la transubstanciación de sus obras, ritualistas y sectarias. El homoerotismo recorre también muchos de los títulos del cineasta. Scorpio Rising y Kustom Kar Kommandos están llenos de insinuaciones sexuales.Allá donde miremos, la obra de Anger resulta plenamente innovadora. Fue pionero en utilizar el rock and roll como banda sonora –Anger nunca usa el diálogo–, por ejemplo, en Scorpio Rising. Y se le admira en particular, no sólo por la forma en que la música y su letra sustentan el argumento, sino también por cómo sincroniza el montaje con el compás de la música.
Y, mientras se entretejen lo oculto, el mito, la magia y lo atemporal en sus películas, cortos como Scorpio Rising, Kustom Kar Kommandos e Invocation of My Demon Brother capturan con destreza la esencia de su época: el primero, la cultura pop y los cultos de las bandas urbanas de la costa Este; el segundo, el ambiente limpio, duro y de alta tecnología de la cultura automovilística californiana; y el tercero, el entorno psicodélico de la droga en el barrio de Haight-Ashbury en San Francisco. A pesar de la contemporaneidad de estos filmes, en gran parte de su obra prevalece un sentido atemporal del misticismo ritual que señala a Anger como el Mago del Cine. (Centro Andaluz de Arte Contemporàneo)
El hombre bajo el influjo de Escorpio. La vieja estética y la represión cristiana son derribadas, en su lugar domina un caos de cuero negro y rugidos de motocicletas. El film “Scorpio Rising” (1963) es la celebración de una nación clandestina. Poses desafiantes, pechos al descubierto, braguetas protuberantes celebran la belleza del sexo fuerte de una manera que sólo puede ser gay. Ni Cristo ni sus alegres discípulos se libraron del poder del Escorpión.“Scorpio Rising” de Kenneth Anger es un corto, de treinta minutos, decididamente provocador para su época. Su estilo personal, no narrativo y donde la música pop domina como única banda de sonido, despejó el camino para la posterior llegada de los video clips. “Scorpio Rising” es un collage donde la muerte se asoma, representada por cráneos de todo diseño. La iconografía del cuero negro, el cromo, las calaveras y esvásticas de las bandas de motociclistas, se mezcla, de manera nada inocente, con estampas varoniles del cine (Brando, Dean) y un repertorio musical a lo Top Ten (Ray Charles, Elvis Presley, Martha and the Vandellas). La ruptura más llamativa de “Scorpio Rising” frente al cine hollywoodense de su época fue justamente la yuxtaposición de temas pop con imágenes. Puede parecer que la música va en su propia dirección, como si fuera una transmisión radial, pero coincide muchas veces y aporta al conjunto una ironía sediciosa y sutil.Pero la mayor audacia de “Scorpio Rising”, que inevitablemente la proscribió en su momento, fue expresar abiertamente las preferencias homosexuales de su autor. Mandíbulas viriles, pechos trabajados, cinturas y cuellos adornados con metales son algunos de los fetiches que se invocan una y otra vez. Confundiéndolos entre los mitos americanos, “Scorpio Rising” teje un “machismo romántico” donde la rudeza es erótica y donde toda aparición masculina desliza un guiño gay. Incluso hasta llegar a la herejía: alternado con imágenes de una carrera de motos y un enmascarado nazi, Cristo y sus discípulos (fragmentos de una remota película educativa) se unen a este desfile, de fondo la canción (“He´s a Rebel” de Crystals) proclama, cual sermón: “No hay razón para que no le de mi amor”.Cortometrajista desde los once años, Kenneth Anger fue de los primeros cineastas norteamericanos en reconocer su homosexualidad y expresarla sin disfraces en toda su obra. Cosa tan peculiar para la época, que un corto suyo, el primero en recibir cierta notoriedad, “Fireworks” (1947) llamó la atención del Dr. Kinsey en su rastreo de material sobre las “peculiaridades” de la conducta sexual de los gringos. Al conocerse se harían amigos, Anger colaboró con Kinsey con el archivo fílmico, donde él mismo habría sido registrado masturbándose.Desde su temprana juventud, la pasión principal de Anger fue el ocultismo. Su cine hace constantes referencias a las ciencias ocultas, en “Scorpio Rising” tenemos un signo astrológico vinculado a la fuerza y la transformación. Anger comulgó con Thelema, credo fundado por Aleister Crowley, un pensador que proclamaba, a principios del siglo XX y en la Inglaterra reprimida, la sexualidad libérrima y la experimentación con alucinógenos, rodeándolas de una densa coraza mística.Su selecta agenda de contactos incluía también a Anton LaVey, fundador de la Iglesia de Satán, los Rolling Stone, la familia Manson, Jimmy Page y seguramente una larga lista de estrellas, que aprovechó para ganar notoriedad con la publicación de un libro sobre escándalos faranduleros: “Hollywood Babylon” (1958).(Extraìdo de "La Tetona de Fellini", texto escrito por Andrès/ Derzu)
FA 4244

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