domingo, 10 de julio de 2011

Mikio Naruse - Ukigumo (1955)

NUBES PASAJERAS
Yukiko recorre las ruinas producidas por los bombardeos de Tokio en busca de Tomioka, un hombre con el que trabajó durante la guerra, cuando éste estuvo destinado en el sureste asiático. Yukiko confía en ser bien recibida por Tomioka, al que cree recientemente divorciado, pero descubre que aún sigue casado y vive con su mujer y su suegra. Sobresaltado por su visita, Tomioka deja a su familia en casa, y los amantes terminan en un hotel.
Naruse, una influencia determinante en cineastas orientales contemporáneos, como Edward Yang y Hou Hsiao-hsien, se inició como asistente de Heinosuke Gosho, en los estudios Shochiku, durante el período mudo, y tuvo sus primeros éxitos como director en la década del '30. Pero fue recién a partir de los años '50, en una serie de melodramas para la compañía Toho, que alcanzó su verdadera culminación. Autor de sutiles transposiciones de la literatura de Fumiko Hayashi y Yasunari Kawabata, Naruse se convirtió también en el creador de varias de las más legendarias estrellas femeninas del cine japonés, las actrices Hideko Takamine, Isuzu Yamada y Setsuko Hara. Con ellas como estandarte, Naruse retrató el desmantelamiento de la familia patriarcal japonesa y el malestar conyugal, siempre desde el punto de vista de la mujer.Mucho antes de la llegada del feminismo, Naruse trató temas particularmente sensibles para el público femenino, como el dilema entre permanecer fiel a la familia tradicional o tomar un rumbo independiente. A diferencia de las mujeres inmortalizadas por Ozu y Mizoguchi, que solían aceptar su condición con estoicismo, las mujeres de Naruse son también víctimas del mundo masculino, pero se rebelan contra el sistema que las oprime y prefieren un camino solitario antes que resignar su libertad.
Para el crítico francés Jean Douchet, “Naruse proponía algo que es preciso calificar como moderno y que justifica la admiración que se le tributa en nuestros días. Naruse fue moderno por su extremada atención a los movimientos y pulsaciones más ínfimos de la vida. Su cámara se adhiere a cada instante del presente de sus personajes”.
En palabras de la especialista estadounidense Audie E. Bock (la primera en organizar una retrospectiva de Naruse en occidente), “la cultura japonesa tiene una alta valoración de la comunicación no verbal y Naruse es el director que mejor supo expresar esta preferencia cultural con la técnica del cine. En una película de Naruse, el momento en el que los sentimientos de un personaje hacia otro cambian de forma dramática viene expresado a menudo sin palabras, a través de minúsculas desviaciones de la mirada o del gesto más pequeño y sutil”. "Hay que correr detrás del primer Naruse que se ponga a nuestro alcance –aconsejó a su vez el crítico español Miguel Marías– porque es uno de esos cineastas que cambian nuestra idea del cine". (Diversica)
La película nos cuenta la historia de dos personas cuya vida ha entrado en barrena, y no son capaces de levantar el vuelo. Por enésima vez la historia se sitúa en el Japón de posguerra, incluso hay que mencionar que en este trabajo si que hay alguna alusión al conflicto bélico. Además no solo se alude a este sino que directamente el protagonista admite que son los perdedores de la misma y que eso va a afectar de forma tajante a su forma de vivir.Yukiko (Hideko Takamine) y Tamioka (Masayuki Mori) se conocen en Indochina, durante unos trabajos para el ministerio forestal, allí salta la chispa y su relación acaba siendo más intensa. De hecho el punto de referencia para que a posteriori se vuelvan a encontrar será su relación vivida en primera instancia. Ella sobre todo se aferra al recuerdo, para recobrar el amor de él, más bien se obstina en no renunciar, aunque Tamioka esté casado.
Ante un tema de relaciones de pareja, en la que pueden surgir conflictos y rupturas matrimoniales, la forma de narrarlo que tiene Naruse es tranquila y sosegada. Al contrario de como se haría en un trabajo de corte más occidental. Alguien que no esté muy acostumbrado al cine oriental, podría pensar que los personajes no sienten ni padecen, simplemente es otra forma de ver los conflictos y traumas personales. De hecho el director minimiza todo lo que puede los diálogos para mostrar estas situaciones de cierta tensión delante de la cámara y que prevalezca el lenguaje corporal, sobe todo el de los rostros.Se puede decir que lo que le encanta al director japonés es experimentar con al resistencia del ser humano. Saber lo que realmente es capaz de dar de sí en situaciones totalmente extremas, situaciones no solo externas como podría ser su economía, trabajo, vivienda, situación social. Sino también unas condiciones intensas interiormente, como relacionan a los celos a la envidia, a que la persona amada acabe yéndose con otro tan solo por conveniencia ni siquiera porque lo desea.En este dramático toma y daca se mueven continuamente nuestros personajes. Viviendo a veces juntos y otras separados, pero no alejándose demasiado uno del otro, refugiándose en ocasiones en la bebida para poder soportar los reproches de uno u otro. Esta inclinación recuerda a otros trabajos posteriores, donde la bebida juega un papel bastante importante en la degradación de las relaciones personales. En definitiva una obra maestra que deberíamos tener en cuenta y que quizás exija un poco de nuestra paciencia para que podamos apreciarla en su totalidad. (TRONCHA de Pelìculas y Libros Mìticos)

“Mis experiencias como ayudante de otros directores han sido escasas pero entre estas la que más me impresionó fue el método de trabajo de Naruse. Tenía algo que es el don de los expertos. El método de Naruse consiste en colocar un breve plano tras otro, pero cuando los vemos empalmados en la película dan la impresión de formar una sola toma larga. El flujo es tan majestuoso que los empalmes son invisibles. Este flujo de planos cortos, que a primera vista parece plácido y convencional, luego se revela como un río profundo con una superficie tranquila, que disimula una rápida y turbulenta corriente subterránea. Su destreza en esto no tenía parangón.” Akira Kurosawa
FA 4264

No hay comentarios: