Mantener la entereza y blandir tu propia personalidad con el
correr de los años, sintiéndote tú mismo un fracasado y viviendo en una soledad
absoluta es una tarea dura de roer. En The Good Heart se plantean
situaciones que pertenecen a un catálogo de soledades muy amplio, cada uno de
su padre y de su madre pero manteniendo siempre esa automarginación del mundo,
aunque la perspectiva sea diferente.
Dagur Kári entrega en su quinto largometraje una obra que mezcla el drama trágico y la comedia juguetona. The Good Heart relata la historia de Lucas y Jacques, dos personas ajenas y alejadas la una de la otra a simple vista, pero unidas por la soledad y la necesidad de confianza de dos seres que se acaban buscando el uno al otro.Lucas (Paul Dano, aquel hijo que había hecho un pacto de silencio en Pequeña Miss Sunshine hace unos años) es un joven de veintipocos años que vive en la calle, debajo de un puente en Brooklyn arropado por una caja de cartón. Su vida es un fracaso en sí misma, él se considera un animal e incluso hasta cortarse las venas es una mala apuesta para alguien al que ninguna cosa le sale bien. En el hospital conoce a Jacques (Brian Cox), un viejo irritable, malhumorado y de mala vida, el álter ego de un Henry Chinaski menos literario y más real, descuidado y que ya va por el quinto infarto. De un lado, la juventud, la bondad, el buen corazón (en el sentido físico y metafórico) y la ausencia completa de maldad. Pero solo y marginado, claro. Del otro, la pesadumbre de una vida de soledades y la coraza de un tipo agrio, tosco, gruñón, atado a la queja y al insulto, de oscuro corazón (en el sentido físico y metafórico, también) y totalmente cerrado a la amistad y a conocer gente. También solo y marginado, claro. Ambos se cruzan, se conocen y hasta llegan a entenderse. Jacques es dueño de un bar donde no entran ni nuevos clientes ni mujeres (esa es la filosofía de su propietario), pero sabe que le queda poco de vida. Por eso hace de Lucas su sucesor casi obligado. Este, en su actitud pasiva, se deja llevar y se encuentra con unas lecciones de vida no muy recomendables: no ser amigo de los clientes, ser amable en su justa medida y aprender a ser agresivo y aguerrido en sus formas detrás de la barra. Las cosas cambian cuando aparece April (Isild Le Besco), una joven frágil y (también) sola que huye de ella misma y pretende alojarse bajo el ala del joven Lucasponiendo en peligro la relación del chico con el viejo. El director resume en esta quinta película una trayectoria en donde ha sabido mezclar realidad y ficción y, sobre todo, drama y comedia. Con The Good Heart parece culminar un proceso en el que Kári saca a relucir la introspección del cine islandés desde una perspectiva de soledad americana, sirviéndose de dos ases de la interpretación (Cox y Dano están brillantes) y mostrándonos el proceso tanto de putrefacción como de revelación y purificación en cada una de las vidas de los protagonistas, siempre desde una perspectiva cómica muy bien guionizada (algunos monólogos de Brian Cox son pura magia), pero con un trasfondo trágico y que sorprende hasta en el final, haciendo una diálisis de una vida en constante cambio y creando una dicotomía tanto sobre el corazón físico como sobre el imaginario.
Dagur Kári entrega en su quinto largometraje una obra que mezcla el drama trágico y la comedia juguetona. The Good Heart relata la historia de Lucas y Jacques, dos personas ajenas y alejadas la una de la otra a simple vista, pero unidas por la soledad y la necesidad de confianza de dos seres que se acaban buscando el uno al otro.Lucas (Paul Dano, aquel hijo que había hecho un pacto de silencio en Pequeña Miss Sunshine hace unos años) es un joven de veintipocos años que vive en la calle, debajo de un puente en Brooklyn arropado por una caja de cartón. Su vida es un fracaso en sí misma, él se considera un animal e incluso hasta cortarse las venas es una mala apuesta para alguien al que ninguna cosa le sale bien. En el hospital conoce a Jacques (Brian Cox), un viejo irritable, malhumorado y de mala vida, el álter ego de un Henry Chinaski menos literario y más real, descuidado y que ya va por el quinto infarto. De un lado, la juventud, la bondad, el buen corazón (en el sentido físico y metafórico) y la ausencia completa de maldad. Pero solo y marginado, claro. Del otro, la pesadumbre de una vida de soledades y la coraza de un tipo agrio, tosco, gruñón, atado a la queja y al insulto, de oscuro corazón (en el sentido físico y metafórico, también) y totalmente cerrado a la amistad y a conocer gente. También solo y marginado, claro. Ambos se cruzan, se conocen y hasta llegan a entenderse. Jacques es dueño de un bar donde no entran ni nuevos clientes ni mujeres (esa es la filosofía de su propietario), pero sabe que le queda poco de vida. Por eso hace de Lucas su sucesor casi obligado. Este, en su actitud pasiva, se deja llevar y se encuentra con unas lecciones de vida no muy recomendables: no ser amigo de los clientes, ser amable en su justa medida y aprender a ser agresivo y aguerrido en sus formas detrás de la barra. Las cosas cambian cuando aparece April (Isild Le Besco), una joven frágil y (también) sola que huye de ella misma y pretende alojarse bajo el ala del joven Lucasponiendo en peligro la relación del chico con el viejo. El director resume en esta quinta película una trayectoria en donde ha sabido mezclar realidad y ficción y, sobre todo, drama y comedia. Con The Good Heart parece culminar un proceso en el que Kári saca a relucir la introspección del cine islandés desde una perspectiva de soledad americana, sirviéndose de dos ases de la interpretación (Cox y Dano están brillantes) y mostrándonos el proceso tanto de putrefacción como de revelación y purificación en cada una de las vidas de los protagonistas, siempre desde una perspectiva cómica muy bien guionizada (algunos monólogos de Brian Cox son pura magia), pero con un trasfondo trágico y que sorprende hasta en el final, haciendo una diálisis de una vida en constante cambio y creando una dicotomía tanto sobre el corazón físico como sobre el imaginario.
FA 4783
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