Esta película se pudo ver en la Sección EFA del
Sevilla Festival de Cine Europeo 2010 (SEFF’10).
El mal de Alzheimer es una enfermedad relativamente nueva, al menos en la devastadora incidencia que actualmente tiene. En cine se ha tocado (aún) poco, aunque con toda seguridad será un tema recurrente en el futuro, a la vista de la fuerza con la que la enfermedad prende, sobre todo en los ancianos, y los problemas familiares y sociales que acarrea.
El veterano director islandés Fridrik Thor Fridriksson, de dilatada carrera en su faceta de realizador, pero también productor, guionista y ocasional actor, afronta directamente el mal de Alzheimer en este doliente drama sobre un director de cine (lo que confiere ribetes veladamente autobiográficos a la historia) cuya madre empieza a presentar síntomas de padecer la terrible enfermedad. La forma en la que el protagonista y su familia se enfrenta a esta nueva situación, así como las consecuencias en la madre (pérdida de memoria, mal humor, deseo permanente de marcharse de los sitios) forman el nudo del filme.
Aunque es cierto que el tema es candente y lacerante, no está Fridriksson especialmente inspirado en la plasmación del asunto. Se van sucediendo los episodios de la enfermedad, como una escalera cuyos peldaños se fueran bajando sin opción a poder volver a subirlos, pero sin aportar una visión específicamente cinematográfica. Lo que hay es un guión ilustrado en imágenes, no hay auténtica creación fílmica.
Así las cosas, las buenas intenciones (todas) de reflejar un grave problema social actual se convierte en una mediocre película, donde apenas si se cita otro de los temas recurrentes enla
Islandia actual, la ruina económica que ha traído la crisis
desatada a partir de finales de 2007, una crisis que ha sumido al país en la
bancarrota, y que aquí apenas si es un velado paisaje de la historia, una
anécdota para poner algún palo más en la rueda del torturado protagonista.
Un final lamentable, como de (mala) novela del realismo mágico, no ayuda precisamente a mejorar la impresión sobre esta película tan bienintencionada como evidentemente alicorta.
El mal de Alzheimer es una enfermedad relativamente nueva, al menos en la devastadora incidencia que actualmente tiene. En cine se ha tocado (aún) poco, aunque con toda seguridad será un tema recurrente en el futuro, a la vista de la fuerza con la que la enfermedad prende, sobre todo en los ancianos, y los problemas familiares y sociales que acarrea.
El veterano director islandés Fridrik Thor Fridriksson, de dilatada carrera en su faceta de realizador, pero también productor, guionista y ocasional actor, afronta directamente el mal de Alzheimer en este doliente drama sobre un director de cine (lo que confiere ribetes veladamente autobiográficos a la historia) cuya madre empieza a presentar síntomas de padecer la terrible enfermedad. La forma en la que el protagonista y su familia se enfrenta a esta nueva situación, así como las consecuencias en la madre (pérdida de memoria, mal humor, deseo permanente de marcharse de los sitios) forman el nudo del filme.
Aunque es cierto que el tema es candente y lacerante, no está Fridriksson especialmente inspirado en la plasmación del asunto. Se van sucediendo los episodios de la enfermedad, como una escalera cuyos peldaños se fueran bajando sin opción a poder volver a subirlos, pero sin aportar una visión específicamente cinematográfica. Lo que hay es un guión ilustrado en imágenes, no hay auténtica creación fílmica.
Así las cosas, las buenas intenciones (todas) de reflejar un grave problema social actual se convierte en una mediocre película, donde apenas si se cita otro de los temas recurrentes en
Un final lamentable, como de (mala) novela del realismo mágico, no ayuda precisamente a mejorar la impresión sobre esta película tan bienintencionada como evidentemente alicorta.
FA 4778
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