Año 1959. Zachariah Mgape, un campesino zulú, llega a
Johannesburgo. Su aldea sufre escasez, y él espera encontrar en la capital
trabajo para costear las necesidades de su familia. Para no quedar confinado en
la "reserva", debe aceptar un contrato de dos años como minero en una
explotación de oro. Al cabo de esos dos años, su familia podrá unírsele.
Zachariah pasa de un pequeño trabajo a otro, chocando constantemente contra un
sistema racista y autoritario.
Cuando Lionel Rogosin rueda por fin (sin autorización de las
autoridades locales) Come Back, Africa, el apartheid ("vivir
aparte" en afrikaans) lleva ya una década en Sudáfrica. Una política
segregacionista reforzada en 1958 por el reemplazo de la ideología delbaasskap ("dominación
del jefe") por la del desarrollo separado, basado sobre todo en la
creación de bantustans (regiones más o menos autónomas reservadas a
la población negra). En este contexto, el film un poco repetitivo,
deshilvanado, y punteado aquí y allá por escenas callejeras, se asemeja más a
un drama de clima étnico que a una sólida requisitoria contra el régimen que
por entonces conducía Hendrik Verwoerd. El principal interés de Come
Back, Africa consiste en su evocación de las relativas divergencias de
punto de vista expresadas o de las tensiones en el seno mismo de la heterogénea
comunidad nativa. Apenas unos meses tras su selección para la 24ª Mostra
veneciana se produciría la masacre de Sharpeville, preludio de la prohibición
de los movimientos nacionalistas africanos y la opción por la lucha armada
tomada por el Umkhonto we Sizwe, uno de cuyos jefes era Nelson Mandela.
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Alguien podría sorprenderse al advertir que en On the
Bowery no hay personajes negros. Pero Rogosin estaba muy comprometido con
la causa de los negros norteamericanos, y fue pensando en ellos que decidió
partir a Johannesburgo a rodar clandestinamente su film siguiente. Colocará así
la primera piedra del edificio cinematográfico consagrado a la comunidad negra
estadounidense. Seguirán Black Roots (1970), Black Fantasy (1972),
y Woodcutters of the Deep South (1973), tres films que evocan la
situación de los afroamericanos, condenan un sistema dominante blanco y racista,
y sostienen la causa de la negritud.
De hecho, ya desde 1948 Rogosin venía pensando en hacer un
film sobre la situación sudafricana. Pero quiere primero aprender a hacer cine
y es por eso que comienza su carrera en los EEUU con On the Bowery.
Rogosin siente pasión por Africa. En 1955 viaja a Kenia, al Congo y a Rhodesia,
luego a Sudáfrica en 1957. Pasa nueve meses buscando al intérprete de un film
que no ha escrito todavía, pero que siente que debe rodar. La primera y más
importante de las etapas para Rogosin es profundizar en un ambiente,
comprenderlo y hallar personajes que puedan encarnar la verdad en pantalla.
Sabe que los desconocidos son capaces de iluminar, de sostener un film, de
tornarlo más rico y complejo nutriéndolo con su propia experiencia vital.
El realizador vuelve a Johannesburgo en 1958 con un proyecto
de film y un equipo reducido a cinco personas. Rogosin escribe un esbozo de
guión que piensa hacer evolucionar y enriquecer en función de sus encuentros
con los habitantes de Sophiatown. Oficialmente, está rodando un documental
sobre la música zulú. El y su equipo tienen una visa de tres meses, así que el
tiempo de preparación no podrá ser el mismo que paraOn the Bowery, pero el
itinerario será similar. Por razones de seguridad, a medida que avanza el
rodaje los rollos de película son enviados inmediatamente a los EEUU; Rogosin
temía todo el tiempo que la policía o funcionarios del gobierno descubrieran el
verdadero objetivo de su film. Redobla así la vigilancia, y se ve obligado a
jugar el juego racista para engañar a las autoridades.
Si todos los actores interpretan sus papeles, si las
situaciones están claramente guionadas, todo el contexto, las escenas
callejeras, son directamente extraidos de la realidad, sin preparación. Rogosin
impulsa a sus actores a apropiarse del guión, a guiar el relato, a integrar en
él sus propias historias y sus comentarios sobre el apartheid. Lo que
busca es que sus actores saquen cosas de su interior más profundo gracias a la
presencia de la cámara y a la puesta en situación creada por la
ficcionalización de sus vidas. Cuando formulan ideas expresan tanto
sentimientos que todos tenían ya, como aquellos de los que no eran todavía
conscientes: entonces Rogosin sabe que su film ha logrado su objetivo.
En Come Back, Africa, la ficción se nutre
constantemente de lo real, y de los actores, pero el film tiene un aspecto
mucho más clásico que On the Bowery. No se trata aquí del recorrido en forma
de sobrevuelo de Ray, con el perpetuo retorno al alcohol y la visión de un mundo
del que no se puede escapar, sino de un relato mucho más guionado, escrito y
dialogado. El itinerario de Zachariah, sus múltiples choques contra el mundo de
los blancos, la manera en que se da de bruces contra un sistema que apunta a
humillar y aplastar a la población negra, construyen una ficción tan fuerte y
tan perfectamente llevada que llegamos a olvidar casi la materia documental.
Rogosin da muestras de un gran talento y su film rodado en condiciones
demenciales puede compararse con cualquier producción de estudio. Pero por eso
mismo, pierde también algo de la fuerza bruta de On the Bowery. Aun así,
no deja de ser una obra poderosa y apasionante, la primera en describir tan
precisamente el apartheid y las condiciones de vida de la población
negra sudafricana.
Entre otras cosas, el film que proyectó internacionalmente a
Miriam Makeba. Buena copia subida por peppermint en KG, con el
pequeño inconveniente de algunos problemas de audio puntuales; la subo porque
no encuentro versiones alternativas, y salvo esos detalles de audio tiene buena
calidad. Adjunto subtítulos ingleses que cubren las escenas en que se habla
afrikaans; y subtítulos franceses de Titra Film. Y muchas gracias a jota,
que se tomó el trabajo de extraer una versión srt del idx francés original para
que un servidor pudiera confeccionar los subtítulos castellanos.
FA 4753
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