Con este nueva variación, HSS introduce la música diegética,
descarta el color para quedarse con un elegante blanco y negro, y reduce la
duración en minutos para convertirThe day he arrives en el más corto de
sus largometrajes. Ha alcanzado tal grado de depuración, que consigue filmar su
película más refinada, limpia y asequible; pero, al mismo tiempo, tal vez la
más rica en matices, lecturas y enredos cronológico-temporales. Si bien eltráiler oficial
ya anticipaba un evidente trastorno temporal, el filme posee una deliciosa e
intrincada estructura en forma episódica, legible como una línea recta, o como
una serie de acontecimientos alternos e intercambiables, o si acaso como el
relato de unos hechos que jamás ocurrieron. Tal maraña de hilos no será
fácil de resolver.
Yoo Seongjun es un director de cine retirado –aunque deja entrever que se trata de una decisión personal, probablemente sea mentira– que ahora vive en provincias. Llega a Seúl sin un objetivo demasiado claro más que visitar a su amigo Young-ho. No consigue localizarle y termina de farra con unos estudiantes. Acaba tan borracho que se presenta en la casa de la única mujer que amó –y abandonó–, llorando y arrastrándose patéticamente como solo los personajes de Hong Sang-soo saben hacer: “- ¿Has venido porque estabas borracho? – No, estoy demasiado borracho. No debería haber venido.” Al día siguiente queda por fin con su amigo y a partir de aquí tienen lugar diferentes estampas alcohólico-gastronómicas más o menos análogas. Desde este momento, sería útil algún tipo de conocimiento sobre combinatoria matemática que, por desgracia, descuidé desde el instituto.
Como siempre ocurre en sus películas, los triángulos
amorosos terminan, digamos, siendo satisfechos en el plano de lo físico y
carnal, pero devastadores a nivel emocional. Esto es una cosa que es así y punto.
Al que me gusta no le gusto yo, sino el de más allá. La camarera de la que se
enamora el protagonista, es idéntica a la mujer primigenia de la que hablábamos
más arriba. No solo es la misma mujer, sino también la misma actriz. Mientras
seduce a la nueva, la anterior le envía sms desesperados echándole de menos. Y
con las dos se comporta de la misma manera: el frenesí inicial concluye en un
“No nos veamos más. No me llames nunca”.
Resulta curioso el hecho de que la taberna que frecuentan
los protagonistas se llame “Novela”, lo que Maggie
Lee del Hollywood Reporter interpreta como “un gesto hacia
la posibilidad ficticia de todo lo que allí ocurre”. Personalmente, considero
más acertado valorar las escenas del bar como versiones alternativas de un
mismo hecho: charlar, emborracharse y comer. Hay un momento especialmente
delicado, la primera vez que acuden allí, en el que el protagonista sale a la
terraza a fumar. Acaba de conocer a la camarera, exactamente idéntica a la
mujer de su vida. Un travelling de acercamiento acompaña sus
pensamientos mientras interpela directamente al espectador y le pregunta “¿Qué
debo hacer?” En ese momento mira directamente a cámara –o no, tal vez solo la
busca a ella– lo cual podríamos considerar perfectamente como el inicio de un
gran flashback o como esa casilla en la que tomar la primera decisión
de nuestra propia aventura.
El final parece confirmar toda esta teoría conspiratoria en
cuanto a galerías espacio-temporales dentro de la película: Seongjun deambula
por Seúl otra vez como al inicio del film. Empieza a nevar. Llama a su amigo y
este le dice que no podrá quedar con él porque está muy ocupado esos días. No
parece descabellado, entonces, concebir este final como una alternativa a todo
el metraje anterior. Una historia que sucedió solo en parte, o no sucedió en
absoluto; cada cual es libre de escoger su camino.
FA 4807
No hay comentarios:
Publicar un comentario