Después de la escandalosa
comedia “Rumba” llega “El hada”, lo más reciente de los siempre interesantes
Fiona Gordon, Bruno Romy y Dominique Abel. Con un estilo bastante similar (el
del “blooper”), narra la historia de un conserje cuya vida da un vuelco cuando
se cruza en su camino una particular mujer que dice ser un hada. Él se enamora
casi de inmediato, y cuando desaparece, la busca. Es la lucha de dos
inadaptados por encontrarse y encajar, entre ellos y en el mundo. Repleta de
una luminosidad penetrante, un carisma innegable de los actores/directores y
una extraña belleza en las exageraciones, esta coproducción entre Bélgica y
Francia es una alternativa a las comedias de siempre: con situaciones de locura
ilimitada, de risa asegurada y un final raro pero complaciente. No es para
dejarla pasar, aunque tampoco para morir por ella: es todos los adjetivos que
se le puedan atribuir a una comedia ingenua, aunque sin las exageraciones que
su argumento propone.
Es difícil juzgarla
después de “Rumba”, pues las comparaciones son casi inevitables. Y el problema
de “El hada” es que la anterior es mejor. Hay cierta repetición en la forma del
humor, aunque no es constante; también hay menos gracia y menos humor negro;
una mayor duración que incuestionablemente la perjudica. Pero, dado su evidente
bajo costo y el gran corazón (uno intuye que deben divertirse mucho en el
rodaje), uno acaba considerándola una tierna obra menor. De esas como “Bagdad
café”, que son chiquitas y te alegran inmensamente. Para un domingo a la tarde,
tal vez, pero que seguramente será un gran domingo.
Mención aparte merece
Fiona Gordon. Sin lugar a dudas es quien se lleva los mejores momentos. Ya sea
por las situaciones que atraviesa su personaje (hay una escena con píldoras que
te hace reír hasta el final de la película), por su gracia o por sus
expresiones faciales y corporales, hace de su personaje algo inolvidable.
Aunque el elenco, que no es demasiado numeroso, hace bien su trabajo. Logran
que uno digiera esta comedia con una sonrisa, y que se ría de sí mismo, de la
especie humana y también de las hadas. El mensaje no es demasiado alentador, en
cierto modo, pues es similar al de “El ilusionista” de Chomet, pero la película
sí. Una explosión de alegría en esta talentosa obra de tres directores que, con
el tiempo, seguramente hallarán su lugar en el cine reconocido, y no en el
invisible. Por el momento, para que la disfruten los que saben buscar…
FA 4827
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